Prólogos a otros autores

Prólogo del libro "Asepsia", de José Ignacio Cáceres Serna


Prólogo

Un asomo a la esterilización lingüística


“Bello como el encuentro fortuito, en una mesa de disección,
de una máquina de coser y un paraguas”

Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont


Siempre es interesante entrar en contacto con una producción artística de José Ignacio Cáceres Serna. Y hablo de producción artística, así en general, porque tratándose de su persona, podría estar refiriéndome a artes plásticas, escénicas, producciones en formato acústico, o a una obra literaria, como es el caso que nos ocupa. Es algo atrayente, porque se trata de un artista integral, sensible ante las diferentes manifestaciones estéticas, alguien que en ocasiones hasta nos sorprende con artefactos híbridos, y sirva como ejemplo su poemario de 2016 Color inn color hado, un claro producto donde parecen fusionarse el pintor con el poeta. Pero quizás ese poemario de los colores no sea el texto más indicado para comenzar a decir algunas palabras sobre Asepsia. Este nuevo trabajo, si bien comparte con Color inn color hado el hecho de que se trata de un libro de poemas, técnicamente está mucho más próximo a otras obras poéticas del autor, como por ejemplo La poesía y el apotegma de 2015, como Oraciones y poblaciones de 2017, o incluso, como su último poemario, publicado el año pasado, titulado En silencio. Si reparamos en estas últimas tres obras, veremos que tienen en común que los textos comienzan con una misma palabra. En la obra de 2015, los poemas se abren con la palabra “ajenos”, en la de 2017 con la palabra “explosión” y en la de 2018, los textos se abren con las palabras que dan nombre a la obra “en silencio”. Esto es justamente lo que sucede con el poemario Asepsia, donde los diferentes poemas comienzan con el término que da título a la obra. Se trata de un conjunto de más de setenta textos breves (entre cinco y diez versos libres cada uno de ellos), en donde Cáceres desarrolla un universo literario muy diverso. Lo que hace justamente es diversificar el término “Asepsia” connotarlo de las formas más inimaginables, para que le permita referir múltiples temáticas. Conceptos trascendentales como el tiempo y el espacio, comentarios sobre el comportamiento del hombre en la sociedad y frente a la naturaleza, las pasiones, los sentimientos, el arte, la espiritualidad, en fin, todos los temas parecen ser abordados por el poeta, partiendo de un término que, en principio, parecería incluso poco relacionable con los numerosos aspectos que hacen a la vida del hombre, porque ese es, en definitiva, el pilar sobre el que se sostiene toda la obra. La voz lírica que encontramos en Asepsia es mucho más reflexiva y lúdica que anecdótica. No conocemos a través de estos poemas la vida de un hombre en particular, pero sí nos asomamos a aquello que trasciende cualquier tipo de cotidianeidad. Pero bueno, parece como si yo quisiera referirme a todo y me olvidara que usted, amable lector, todavía no ha leído el libro, así que lo mejor será que me vaya retirando para que usted se asome a la obra que tiene en las manos, la de un artista polifacético, además de muy querido. Hágalo, asómese, se lo recomiendo.

                                                                                                                              
Fernando Chelle
 San José de Cúcuta, 25 de julio de 2019



Prólogo del libro "Relatos ocañeros", de Oswaldo Carvajalino Duque (texto y video de la prersentación)


Oswaldo Carvajalino Duque, el arquitecto de las palabras

En la inauguración de una biblioteca pública en Fuente Vaqueros, su pueblo natal, en septiembre de 1931, el poeta español Federico García Lorca leyó un manifiesto a favor de los libros y la lectura que comenzaba diciendo: "Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. 'Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía…”. Algo muy similar a lo que expresan las palabras del gran poeta granadino, fue lo que yo experimenté al leer los “Relatos ocañeros” del escritor Oswaldo Carvajalino Duque. De inmediato recordé a mis amigos de Ocaña y pensé cuánto disfrutarían de la lectura de esta obra. Porque por más que sea cierto que basta contar sobre tu aldea para contar el mundo, es indudable que los textos de Carvajalino le resultarán más disfrutables y significativos, por poner un ejemplo, a mi gran amigo Luis Eduardo Páez, que a un potencial lector rumano. Pero más allá de lo disfrutable que pueda llegar a ser la obra por la identificación de ciertos lugares o personajes, el gran logro de Oswaldo Carvajalino fue hacer de Ocaña, no sólo un lugar geográfico reconocible donde transcurren sus relatos, sino de transformar esa ciudad en un espacio literario, convirtiéndola en territorio donde pasan a fundirse lo real y lo imaginario. En este sentido, la obra de Carvajalino pasa a ser tan importante para esa ciudad, como lo puede ser una casa, un parque o un puente. Porque las ciudades, más allá de las cosas concretas o tangibles, están hechas de historias, de anécdotas que viven en la memoria colectiva, de relatos.
Siempre en primera persona, desde un presente que le permite dar saltos en el tiempo, sobre todo hacia el pasado, Carvajalino nos va contando, va sacando a flote, una serie de historias que parecen haber vivido sumergidas en el subsuelo de la memoria colectiva de ese municipio nortesantandereano. Con una prosa ágil y clara, de un narrador que en ocasiones forma parte de la acción, y a veces se dedica sólo a contar y a opinar, se van desarrollando los relatos. En ellos seremos testigos de hechos como el de la soledad en que le tocó vivir a “Arita Ceballos”, o del pasado opulento de una Ocaña que se resiste a desaparecer en entornos como en el de “Las Conde Rizo”, o de otros personajes otrora encumbrados, que el tiempo llevó a vivir encerrados en sí mismos, o en sus antiguas casonas pobladas únicamente de recuerdos. Pero de muchas más cosas somos testigos en estos relatos que suponen una representación del alma colectiva de los ocañeros. Aquí está, como un telón de fondo en la historia de la provincia, el enfrentamiento entre liberales y conservadores, ya sea que se presente en el nombre de algún parque, llamado de una forma por unos y de otra por los otros, en las amenazas de sus partidarios, o en las recordadas riñas a machetazo limpio. Todo lo representativo de la vida de esta sociedad desfila por las páginas del libro; las costumbres cotidianas, la forma de vestir de los ocañeros, la gastronomía, la religiosidad y también la superstición. Aparecen ancianos, artistas, solteronas, homosexuales, en fin, una pintura literaria de una sociedad no exenta de contradicciones, con todas sus grandezas, pero también, con todas sus miserias. Quien lea los “Relatos Ocañeros” de Oswaldo Carvajalino”, podrá conocer, no la Ocaña Colombiana visible, histórica, concreta, esa que nos encontramos más allá de los estoraques, sino la otra, la mítica, la imaginaria, la que está hecha de recuerdos, de sueños, de palabras.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 22 de junio de 2019


Presentación del libro en la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero (Cúcuta), miércoles 4 de septiembre de 2019. 

Presentación del libro "Canción de sol", de Andrés Elías Flórez Brum (Bogotá, 1 de mayo de 2019)



A plena luz de sol sucede el día

Hoy, este abierto mediodía vuela
con todas las abejas de la luz:
es una sola copa la distancia,
al territorio claro de mi vida.

Pablo Neruda

A lo largo de la historia de la cultura, la poesía, como manifestación artística particular, ha sido hija del tiempo en el que se ha gestado. Ya sea que ponga el énfasis en la divinidad como en la Edad Media, o en el hombre como lo hizo en el Renacimiento, ya sea que se someta a la razón y a las reglas como en la Ilustración, o que se revele frente a lo establecido poniendo de manifiesto la pasión como lo hizo el Romanticismo, la manifestación poética, la expresión artística con la palabra a la que llamamos poesía, a excepción de la popular y la épica, ha sido siempre una empresa rigurosamente individual. En ese sentido, cuando nos enfrentamos a un trabajo poético, de alguna manera estamos ingresando en la intimidad de una individualidad, independientemente de la época en la que la obra se gestó. Claro que hay trabajos poéticos, pienso fundamentalmente en algunos de las vanguardias, donde la individualidad parece difuminarse, donde la intención de ruptura, de creación de nuevas formas expresivas es lo que prevalece. Pero al leer Canción de sol, primer libro de poesía de Andrés Elías Flórez Brum, sí sentimos que nos estamos enfrentando a un trabajo individual, original, íntimo. Si bien está claro que debemos diferenciar al sujeto lírico del biográfico, que la voz poética no deja de ser una creación, así como lo es la voz del narrador en una novela, pareciera como si a medida que nos vamos adentrando en el libro de Flórez Brum, vamos siendo testigos de una poesía que funciona como una especie de catarsis, donde el poeta, a partir del hecho estético, da cuenta de sus experiencias vitales. La obra en su conjunto esun extenso canto existencialista y celebratorio de la vida, dividida en cinco partes.Notas primigenias; es el comienzo de un largo camino celebratorio de la vida, donde se presenta una voz lírica optimista que recorrerá toda la obra. Aquí el poeta, consciente de su creación, toma valor, supera los prejuicios y se enfrenta al hecho poético. Canto alto; tonada del recuerdo, donde se gesta la identidad del poeta y aparece el mundo que lo rodeó. Bajo la llovizna; textos que reflexionan sobre el contexto histórico y político. La guerra interminable, el dolor de patria herida y la lucha por la libertad. Voces alternas Serenata al alba, son apartados que se centran, fundamentalmente, en el amor. La presencia de la mujer como ser amado y compañera de ruta, es el pilar fundamental, donde se sostiene el gozo existencial del poeta. Aparte de esas temáticas centrales en cada una de las partes, temas como el de la literatura, los recuerdos familiares, la espiritualidad, la gastronomía, entre otros, son transversales dentro de la obra. Es muy interesante la versatilidad de Andrés Elías en el manejo de las formas, sabiendo que es un hombre que viene de la narrativa. Hay en el libro loas, fábulas, elegías y diversas formas poéticas, fundamentalmente en verso, aunque también tienen lugar numerosos textos de prosa poética. En Canción de sol, Andrés Elías Flórez Brum, demostró que, aparte de ser un gran narrador de cuentos y novelas, también es un poeta. La obra en su conjunto es una muestra valiosa, un trabajo juicioso y cuidado que el tiempo seguramente recordará como una representación digna de la poesía colombiana.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 5 de febrero de 2019


Nota: Este es el texto original titulado "A plena luz de sol sucede el día",  escrito en la ciudad de San José de Cúcuta, el 5 de febrero de 2019 y leído en la ciudad de Bogota el 1 de mayo de 2019, pór el autor, en ocasión de la presentación del libro "Canción de sol"del escritor cordobés Andrés Elías Flórez Brum. El 14 de abril de 2019, fue publicado por el suplemento cultural de El Meridiano, lamentablemente para sus lectores, con la puntuación alterada.  

Presentación del libro "El olor de mis manos", de Gonzalo Alvarino (Bogotá, 1 de mayo de 2019)


Muy buenas tardes a todos, para mí es un gusto poder compartir esta instancia con ustedes y fundamentalmente con mi amigo, el poeta cartagenero Gonzalo Albarino, con el que tantas charlas literarias he tenido y tantas poesías he compartido en distintos lugares de la geografía de este país tan querido. No abordaré la presentación del libro “El olor de mis manos” de la forma tradicional, es decir, diciendo algunas palabras y luego leyendo una serie de textos con la pretensión de ilustrar lo dicho, sino que tomaré el camino contrario, primero leeré tres poemas y luego sí haré unas apreciaciones, muy breves, pero llenas de gratitud y de aprecio.

(Lectura de los poemas: Alba, Lucrecia y Elda)

“El olor de mis manos” no deja de ser una muestra mínima de la basta obra poética de Gonzalo Albarino. Cuando lo crucé hace un par de años en La Guajira recuerdo que cargaba un manojo de hojas grandísimo, anilladas, casi una resma, que contenía siete poemarios inéditos, así que, por ahí ahora, seguramente cuente con alguno más. Pero es una muestra mínima muy bien lograda, muy bien estructurada, donde existe una línea temática que atraviesa el conjunto de poemas. A medida que vamos avanzando en la obra comenzamos a reconocer una voz propia que nos irá contando en pequeños textos, dije contando si, escucharon bien, porque son poemas con un fuerte componente narrativo, nos ira contando el despertar sexual de un niño al que le tocó vivir en un contexto muy particular, en una casa de putas. Y aquí, en las páginas de “El olor de mis manos” respiran estas mujeres complejas, con sus alegrías algunas, pero, sobre todo, con sus dolores a cuestas, dolores, muchas veces disfrazados de alegrías. No se trata de estereotipos sino de verdaderos personajes, sí, escucharon bien, dije personajes, más de cincuenta mujeres con sus luces y sus sombras, con sus virtudes y sus miserias.
Gonzalo Albarino es el padre de unos versos que, aunque él no lo suponga, cada tanto repican en mi memoria, dicen algo así como “No pretendo llegar a ningún lado, solo sé que las piedras tienen mucho que decir y sin embargo guardan silencio”. Hoy me toca celebrar el hecho de que, Gonzalo, haya roto el silencio y haya llegado hasta aquí, hasta este recinto de Corferias, para regalarnos a los amigos que estamos reunidos el olor de sus manos de poeta. Muchas gracias.

Fernando Chelle

Prólogo del libro "El amor de los enciclopedistas", 

de Andrés Ricardo Carvajal Castro


PRÓLOGO

Andrés Ricardo Carvajal Castro, el que escribe a la sombra de las artes

El año pasado, en el prólogo que tuve el gusto de escribir a otro joven cuentista nortesantandereano, me referí al hecho de que es muy común escuchar, cuando se habla de la literatura de este departamento fronterizo del país, únicamente los nombres de Eduardo Cote Lamus, Jorge Gaitán Durán y José Eusebio Caro. Felizmente, esto cada vez está más lejos de la realidad, y quien se refiera hoy a la literatura nortesantandereana haciendo referencia únicamente a esos nombres, es simplemente porque desconoce la producción escrita de calidad que se ha dado y, sobre todo, que se está dando últimamente en Cúcuta, en Ocaña, en Pamplona y en otros municipios del departamento. Pero bueno, este no es un espacio pare extenderme en este tipo de reflexiones, y si me refiero al asunto es simplemente porque voy a presentar al público, y también a celebrar, la publicación de El amor de los enciclopedistas, un libro de cuentos que reúne diez textos breves, que constituyen la ópera prima del escritor cucuteño Andrés Ricardo Carvajal Castro. Un libro que, aparte de estar bien escrito, presenta unas temáticas que lo universalizan. No se trata de textos testimoniales, ni que quieran venir a rescatar determinadas tradiciones, ni nada por el estilo. Son relatos que han nacido a la sombra de la literatura, del cine, de la música, de la pintura, y que están escritos, sin dudas, por un amante de la cultura. 
En la obra predominan los relatos puramente ficcionales, los textos que no son fruto de la imitación de una realidad exterior a la que el escritor haya podido tomar como ejemplo. Ya desde Semillas germinadas, el cuento con que se abre la obra, entramos en contacto con una literatura emparentada, más que con el realismo testimonial, con la mitología, con el relato de tono fantástico y también distópico. No pude dejar de recordar al leer este texto, alMito griego de Dafne y Apolo, que tan brillantemente recreo entre otros Garcilaso de la Vega en su Soneto XIII, y al Mito amazónico de Yurupary. Pero también, por un momento, recordé las clásicas distopías donde los Estados totalitarios son los que terminan decidiendo la ventura o la desventura de la población sometida. Características mitológicas muy marcadas, que nos remiten principalmente al Mito del Minotauro, encontramos también en el cuento titulado Sopor eterno, un extenso recorrido por un tortuoso reino onírico, realizado por un epiléptico personaje principal, con el objetivo de llevarle unas medicinas a su abuela. Un relato que presenta características, más que fantásticas, si se quiere extrañas, al que podríamos calificar incluso con el término rubendariano de “raro”, es el tituladoPiezas, donde se cuenta la historia de un desdichado joven que poseía la facultad de intercambiarse los órganos de su cuerpo, como si se tratase de piezas de un rompecabezas. Hay otro relato, emparentado con lo distópico, que perfectamente podríamos calificar de ciencia ficción, el que lleva por título Escupiendo sangre, un cuento que mucho me recordó al ambiente de la película Mad Max, y que cuenta una serie de combates armados a los que se enfrenta un guitarrista espacial. Podríamos cerrar el bloque de los cuentos con este tipo de características con Ella, la narración más breve de la obra, centrada en la historia fantástica de una pintura que cobra vida, otra ficción que no podemos dejar de emparentar con ciertos símbolos de la literatura, como El retrato de Dorian Gray, la memorable novela de Oscar Wilde.
Pero si bien es algo constatable el predominio dentro de la obra de ficciones fantásticas, futuristas, cercanas a la ciencia ficción y a las distopías, encontramos también algunas que podríamos denominar realistas y hasta costumbristas, como por ejemplo la titulada La última habitación a la izquierda, que nos cuenta lo que parecía iba a ser el último día de Rozo, un escritor mediocre con pensamientos suicidas idolatrado por jóvenes universitarios. Otro cuento que se cimenta en la realidad, que tiene como telón de fondo un contexto histórico y unos personajes reconocibles, como Diego Rivera o Chavela Vargas, es el titulado El Bolero de Frida. Aunque para ser justos, es necesario decir que este relato, cuya protagonista es la pintora mexicana Frida Kalo, no deja de tener también elementos como los que caracterizan a los que unifiqué dentro del primer bloque. La habitación morada, sí es un cuento de características puramente realistas, que narra el regreso de Antonio, un personaje atormentado, a la casa de las hermanas Rojas. Se trata de un relato que, por su temática, fácilmente lo podríamos calificar, sirviéndonos de un título quiroguiano, como un cuento de amor de locura y de muerte.
Hay dos cuentos que yo dejaría por fuera de los grupos a los que me referí. El titulado La flor de lúpulo que, con sus castillos, verdugos, brebajes mágicos y doncellas cautivas, tiene todos los ingredientes de un relato medieval, donde no falta el sexo, los soldados corruptos y también los asesinatos. Y finalmente el cuento que da nombre a la obra, El amor de los enciclopedistas, una historia contada en primera persona por Umberto, un anciano enciclopedista misógino, habitante de una antigua abadía italiana, que nos relatará el fugaz encuentro intelectual y amoroso que tuvo con una investigadora que lo admiraba. Es inevitable que como lectores recordemos con este texto al gran Umberto Eco y a su novelaEl nombre de la Rosa.
Me retiro diciendo que El amor de los enciclopedistas, es otra excelente muestra de la nueva narrativa colombiana. Un libro disfrutable, escrito a la sombra de las diferentes manifestaciones artísticas, donde el autor supo plasmar con magisterio su valioso universo cultural.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 16 de enero de 2019 

Prólogo al libro de Jesús Urbina "La hora del olvido"



EL TIEMPO DE LA PALABRA

El tiempo que a los hombres
trae el amor o el oro, a mí apenas me deja
esta rosa apagada, esta vana madeja
de calles que repiten los pretéritos nombres
Jorge Luis Borges

A lo largo de la historia de la cultura, la poesía, como manifestación artística particular, ha sido hija del tiempo en el que se ha gestado. Ya sea que ponga el énfasis en la divinidad como en la Edad Media, o en el hombre como lo hizo en el Renacimiento, ya sea que se someta a la razón y a las reglas como en la Ilustración, o que se revele frente a lo establecido poniendo de manifiesto la pasión como lo hizo el Romanticismo, la manifestación poética, la expresión artística con la palabra a la que llamamos poesía, a excepción de la popular y la épica, ha sido siempre una empresa rigurosamente individual. En ese sentido, cuando nos enfrentamos a un trabajo poético, de alguna manera estamos ingresando en la intimidad de una individualidad, independientemente de la época en la que la obra se gestó. Claro que hay trabajos poéticos, pienso fundamentalmente en algunos de las vanguardias, donde la individualidad parece difuminarse, donde la intención de ruptura, de creación de nuevas formas expresivas es lo que prevalece. Pero al leer, Más allá del silencio, primera obra poética (publicada) de Jesús Urbina, sí sentimos que nos estamos enfrentando a un trabajo individual, original, íntimo, con un tono casi confesional. Si bien está claro, que debemos diferenciar al sujeto lírico del biográfico, que la voz poética no deja de ser una creación, así como lo es la voz del narrador en una novela, pareciera como si a medida que nos vamos adentrando en el libro de Urbina, vamos siendo testigos de una confesión, de una poesía que funciona como una especie de catarsis, donde el poeta a partir del hecho estético da cuenta de sus experiencias vitales.
Es una obra que está atravesada por el tema de la imposibilidad. Hay una constante reflexión existencial por parte de una voz lírica que, desde la decadencia, desde la consciencia de la dificultad de la concreción artística y vivencial, mira y recrea el pasado con que se termina construyendo la poesía. Esa imposibilidad a la que se enfrentaba Bécquer, al querer expresar el himno gigante y extraño con un lenguaje rebelde y mezquino, es comparable a la que se enfrenta Urbina cuando quiere expresar el canto de ese pájaro herido que ha sido presa del olvido. El poeta sabe que su palabra es “una raíz sin tierra”, pero lo intenta, aunque “la llaga arde”. Hay otro tema en el que podríamos comparar a este poeta con el del autor de las Rimas, y es la presencia constante del “tú” amoroso. Porque si bien, la poesía de Urbina pareciera que fuera una confesión del “yo”, está directamente vinculada con la presencia de un “tú”, que al igual que el “yo” es presente, pero, sobre todo, evocación de un pasado luminoso. El contraste con ese pasado, la impotencia del yo lírico al querer expresar el condicionamiento de lo que se ha deteriorado, lo lleva a utilizar en distintos poemas, algunos símbolos con los que su poesía se universaliza. No hay en la voz lírica un tono elegíaco, melancólico o angustiado acerca de lo que se ha perdido en la vida y de lo que implica entrar a vivir los años maduros. Sin embargo, el ir creciendo, el ir poniéndose viejo, tampoco está visto por este poeta con ese prestigio asociado con la experiencia, con la plenitud del saber, con que ha gozado esta etapa de la vida en nuestra cultura. La vejez aquí es el tiempo de los “cuchillos en el alma”, es el tiempo donde se carga una cruz, pero sin fe. También, este tiempo en el que parece ir ingresando el yo lírico, atalaya desde donde mira y siembra la palabra, parece ser el tiempo del olvido. Un olvido que se resiste a ser completamente, que es penumbra, que es vestigios de un montón de recuerdos con que el poeta recrea una ficción que lo atormenta.
No he querido comentar específicamente los poemas en este prólogo, sino dar una visión general de lo que usted, querido lector, leerá en el libro una vez que yo me calle definitivamente y se lo permita. Pero antes de hacerlo, me resulta imperioso referirme brevemente al papel que juega la poesía en la concepción de esta obra. En el texto titulado “Epitafio” el poeta dice, entre otras cosas, “Aquí yace … aquél que creyó en el verso”. Durante toda la obra, la voz lírica es consciente de la dificultad de la expresión, del paso del tiempo, del olvido, pero cree en el verso. Cree aun cuando sabe que “hay algo en el poema que no escapa de la muerte”. Y es precisamente esa creencia la que posibilita que el poeta nos regale su voz, una voz profunda, con hondura poética.
Tuvo que pasar mucho tiempo, para que Jesús Urbina, “Más allá del silencio” en el que estaba sumido se presentara en el escenario de las letras colombianas, con una voz que el tiempo seguramente recordará como digna representante de la gran literatura nortesantandereana.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 7 de agosto de 2018 

Prólogo al libro de Jesús Ovallos "Mártir"


PRÓLOGO
Jesús Daniel Ovallos, un aire puro más allá de los estoraques

Es común escuchar, cuando se habla de literatura escrita por nortesantandereanos (para no usar el discutible término de literatura nortesantandereana), nombres como los del escritor y político José Eusebio Caro, como el del escritor y periodista Jorge Gaitán Durán y como el del poeta Eduardo Cote Lamus, sólo por nombrar los tres más destacados. Claro que hay muchos otros, y con obras que sin duda disputarían el podio de privilegio que ocupan los mencionados, pero tristemente, en ocasiones la historia de la literatura se encuentra aparejada con la historia política o nace de la pluma oficial de algún intelectual de turno, que se encarga de exaltar ciertos nombres y pasarlos a la posteridad en letras de molde. Afortunadamente nos ha tocado vivir un momento histórico donde la visibilidad de los artistas, no hablo sólo de los escritores, es mucho más evidente, una época donde definitivamente se han alterado los rígidos mecanismos tradicionales de difusión cultural. Digo todo esto, precisamente porque me voy a referir a un libro escrito por un nortesantandereano contemporáneo, por Jesús Daniel Ovallos, un joven ocañero que con “El mártir”, un conjunto de relatos breves que conforman su ópera prima se presenta como una bocanada de aire puro, dentro de la literatura escrita en el nororiente colombiano. El libro está compuesto por seis relatos cortos, con temáticas diferentes, pero con un buen manejo del material narrativo todos ellos. Es destacable como Ovallos, recurriendo a la economía verbal, logra manejar la tensión narrativa y atrapar al lector con historias que siempre guardan una dosis de suspenso.  Cuando digo economía verbal, no me refiero a la evasión de la descripción del detalle, que muchas veces está presente cuando el texto la demanda, sino que quiero decir, que hay una voluntad explícita del autor de alejarse de un lenguaje recargado, amanerado, anacrónico. Veamos como en el cuento “El mártir”, por ejemplo, como con unas pocas pinceladas precisas, el autor nos pinta narrativamente un tipo ideológico reconocible en la figura del capitán Matallana, cuando este se refiere a los rojos:
–Recientemente– retomó el capitán –han conseguido muchos adeptos entre los colegiales, entre los poetas borrachos y los degenerados disfrazados de intelectuales. Los estudiantes se están dejando ensuciar los oídos con las patrañas liberadoras, que no son sino depravación deprimida, señor Obispo…

El lector se encontrará en este libro, en primer lugar, con la soledad del samaritano en Tanatocracia. En principio, un espectador de la barbarie irracional impulsada por una secta fantasmagórica que incita a la autoeliminación de los habitantes del pueblo, luego, víctima también él de ese estado de cosas.
Cándido Can, si se quiere título emblemático, porque llama la atención sobre el perro, de manera que, como lectores, sólo con leer el título, esperamos que, en el desarrollo de la acción del relato, el perro juegue un papel fundamental. Pero como en toda buena narración aparecen allí diversos aspectos del mundo que rodean y a su vez contienen el hecho narrativo. En este sentido es interesante el punto de vista que elige el autor, porque pareciera como si los hechos que narra fueran vistos por los habitantes de esa vecindad a la que se mudan los dueños de Karenin, el cándido can. Ellos son testigos de los cambios que experimenta la pareja, los que ven al camión de mudanzas y a Karenin tirarse del auto en movimiento. Son los que reparan en los cambios de hábitos, tanto del dueño del perro, como de la mascota. Finalmente, son los que llaman a la policía, para que estos se encuentren con esa escena entre previsible y sorpresiva.
Premio Internacional de Poesía de Los Infiernos, es un cuento que por momentos me recordó a Sensini, ese gran relato de Roberto Bolaño. Quizá porque su temática sea un concurso literario, que es a su vez el disparador del texto del chileno, pero además tienen ambos relatos otra cosa en común, el cuestionamiento implícito a la poca rigurosidad y falta de profesionalismo por parte de quienes convocan a ese tipo de justas literarias. El relato, recoge la accidentada comunicación de Nicolás Bustillo Parra, un joven bogotano, con los murcianos organizadores del concurso.
Manuel Jacinto Palomo, máximo hombre de letras de la ciudad, es el relato más extenso del libro. Una crónica que comienza cuando el personaje narrador, siendo niño, conoce al autor del himno de su colegio, un candidato a alcalde frustrado que termina convirtiéndose muchos años después en su mentor.  Siguiendo la voz de un ingenuo narrador protagonista, veremos cómo ciertos personajes con experticia en mover los hilos burocráticos pueden ascender en distintas esferas y hacer un culto de la personalidad.
Martir, el cuento que da título al libro es un relato muy bien logrado que deja al descubierto algunos de los intereses que están presentes en momentos de conflicto armado y político, incluso entre personas del mismo bando. Más allá del proceso psicológico del capitán Matallana y de la tensión que se apodera del discurso cuando este está haciendo su confesión de tintes reaccionarios, es un relato si se quiere costumbrista, que tiene como telón de fondo los aconteceres de una sociedad.
En, Y solo yo sabía por qué, el cuento que cierra el libro, Ernesto, el narrador protagonista de la historia, nos cuenta los pormenores de un triángulo amoroso con  final fatal.
Resumiendo, El mártir, es un libro que he comparado con una brisa de aire puro que viene desde más allá de los estoraques, porque creo que es una muestra valiosa, un trabajo juicioso y cuidado de la nueva narrativa colombiana. Jesús Daniel Ovallos, supo mostrar en estas páginas, no sólo el dominio de la técnica narrativa, sino también, el conocimiento de la compleja condición humana.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 9 de julio de 2018

Prólogo al libro de Pablo Causa "Laberinto íntimo"




Prólogo

El hombre y el camino

Escribir unas palabras preliminares, una presentación o un prólogo a un libro de poesía, suele ser, a su vez honroso y complicado. Honroso por la gentileza que el autor del libro deposita en el prologuista, y complicado porque uno se debe meter en el alma, en el espíritu del escritor, para poder opinar sobre su obra. Debo confesar que esta última tarea, generó en mí, al leer este libro, un profundo placer. Porque independientemente de factores estéticos, corroboré en estas páginas, que la poesía es la mejor prueba de la existencia del hombre. Me reencontré en la lectura, con la existencia de Pablo Causa, un hombre que yo conozco muy bien, que sé de su trabajo intelectual y de su sensibilidad artística.
Pablo Causa, hombre acostumbrado a caminar por las grandes avenidas de la filosofía, y a veces también a meterse por sus suburbios, ha decidido visitar el barrio de la poesía, se ha metido en su Laberinto íntimo, pero felizmente ha salido airoso. Usted podrá comprobar por sí mismo, querido lector, que hay en estas páginas una voz lírica completamente consciente de su trabajo poético. Una voz que sabe que la palabra es su herramienta fundamental y la presenta inmediata y cotidiana. Pablo Causa es un poeta que vuelca en sus versos su universo cultural. Son innumerables las intertextualidades que podemos encontrar en esta obra, ya sean del mundo de la música, de la literatura, de la filosofía y hasta tienen cabida algunos dichos y sentencias populares. Usted se encontrará, lector, con un escritor humanista, que como todo buen filósofo reflexiona sobre diversos aspectos de la existencia. Un escritor que hizo que entraran en su Laberinto íntimo, cantos al amor, al erotismo, a las distintas pasiones, a la música, a la naturaleza, a la belleza, a los paraísos artificiales, a los momentos históricos, a los lugares, en fin. Pero repito, salió airoso, en su primer libro, Pablo Causa demostró que es un poeta. Ya sea que utilice el verso libre o la prosa poética, hay en las páginas de este libro un escritor que piensa en imágenes, que utiliza símbolos, que tiene hondura de pensamiento, y por momentos, hasta una cadencia musical. He preferido, amable lector, no citar en estas breves palabras ningún texto de los que están presentes en el libro que usted tiene en sus manos y desea, seguramente, que yo me calle para empezar a leer. Hágalo, se lo recomiendo.

                                                                                                                              
                                                                                                                             Fernando Chelle
 San José de Cúcuta, 28 de octubre de 2017 

Prólogo al libro de Gloria Ariza "Raudales idos"


Las cabezas del monstruo

Hace unos meses, cuando tuve el gusto de prologar un libro de poesía de un gran amigo, me referí muy brevemente a la honrosa tarea de escribir las palabras preliminares de una obra. El hecho de que un autor deposite la confianza en tu persona, para que escribas las primeras líneas con las que los lectores se van a enfrentar, es una tarea muy honrosa. Pero debes tener en claro que la persona que te está leyendo, no ha llegado hasta el libro para leerte a ti, sino para leer la obra que sucederá a tus palabras. Tener consciencia de esto es muy importante, porque te obliga, como escritor invitado, como maestro de una ceremonia letrada, a callar inmediatamente hayas dicho lo que tienes que decir. Y eso es precisamente lo que haré en este escrito, una vez haya dicho algo sobre la obra que usted tiene en sus manos.
Raudales idos, la primera publicación de la escritora tolimense, Gloria Ariza, es un extenso recorrido por más de treinta relatos breves, donde quedan al descubierto todas las miserias de la violencia y los vejámenes de un conflicto armado que ha desangrado a Colombia por más de cincuenta años. Con un estilo claro y preciso, la escritora va exponiendo, relato a relato, los pormenores de un enfrentamiento devastador. En la gran mayoría de los textos encontramos una voz narrativa que no busca otorgar responsabilidades sobre los hechos que cuenta, sino mostrar los diferentes factores que han intervenido en el conflicto colombiano. Una confrontación que tiene muchas ramas, que es un monstruo de varias cabezas, donde encontramos, desde los clásicos movimientos guerrilleros, hasta los grupos paramilitares, la delincuencia común y, por supuesto, el ejército del estado. La escritora, Gloria Ariza, lleva adelante una narración muy cuidadosa, donde por momentos no sabemos a qué movimiento armado se está refiriendo, no hay una especificación. Esto no es un descuido, todo lo contrario, con ello, la autora parece querer decirnos que las tácticas de guerra, muchas de ellas inhumanas, son las mismas en cualquiera de los bandos.
Los reclutados, los secuestrados, los fugados y los recapturados, todos están presentes en las páginas de Raudales idos. Relatos que transcurren en las montañas, en los campamentos, en medio de las tareas cotidianas e infelices del mundo camuflado. Un mundo de tácticas de guerra, de estrategias de supervivencia, que ha obligado al desplazamiento de amplios sectores de la población y que ha sembrado en el territorio innumerables muertos, depositados muchas veces en fosas comunes. Un tema presente en varios relatos es el papel que juega la mujer en el conflicto. Narrado con claridad y a su vez con crudeza, Ariza repara en la desdichada suerte que les ha tocado vivir a miles de colombianas anónimas. Las violaciones, los trabajos forzados, la maternidad y hasta el amor clandestino, todo está referido en esta obra. Como un telón de fondo, aparece de vez en vez la sociedad civil, con sus desdichas, sus reivindicaciones, sus creencias y sus esperanzas.
Se podría decir que los relatos que componen el libro Raudales idos, son ficciones basadas en la realidad y también realidades ficcionalizadas. Digo esto último, porque en algunos textos aparecen personajes históricos, ya sean representantes del estado, de la guerrilla o de los paramilitares. Hay referencias muy claras a acontecimientos históricos que sucedieron, que se pueden comprobar, como las atrocidades cometidas por las AUC, o como la toma del Palacio de Justicia por el M 19, y hay relatos también que son puramente ficcionales. El lector se encontrará en esta obra, con todo lo que he referido y con mucho más. Con la historia de mujeres involucradas de alguna u otra manera en el conflicto, como son los casos de Ingrid Betancourt, Clara Rojas y Tanja Nijmeijer, y también con referencias a distintos grupos étnicos de la sierra nevada. Como no podía ser de otra manera, dada la temática del libro, también se hace referencia a los diálogos de paz de La Habana, llevados adelante por el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC.
Algo que me gustó mucho de la obra, y que de alguna manera resalta el interés literario de la autora, son los epígrafes que utiliza al comienzo de muchos de los relatos. Allí aparecen autores de la talla de Alejandro Dumas, Arthur Rimbaud, Constantino Cavafis, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir, Ernesto Guevara, Fernando Pessoa, Pablo Neruda, Eduardo Galeano, Edgar Allan Poe, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, entre otros. Y estos epígrafes, vale destacarlo, no están allí al comienzo de los relatos como un mero adorno, sino que de alguna manera están emparentados temáticamente con lo que se refiere en los relatos.
Ahora sí, dicho esto, es hora de callar, para que usted, querido lector, pase a leer las páginas de un libro que, seguramente, no lo defraudará.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 10 de enero de 2018

Una lectura del poemario “Mi norte es poesía”, del escritor Over Adelso Mendoza




El poemario, Mi norte es poesía, es un completo recorrido lírico, pero también narrativo, por la geografía nortesantandereana y por los orígenes y características de los diferentes municipios. Allí se exaltan elementos de la naturaleza, del paisaje y de las costumbres de cada lugar que se va refiriendo. Hay una clara tendencia por parte del poeta a idealizar esos elementos, porque indudablemente es una poesía nacida desde los afectos, la identificación y la gratitud del escritor con una región que lo supo adoptar como a un hijo más y donde se ha realizado como persona. 
Esto nos lleva a identificar, a la hora de la lectura, dos planos que corresponden a dimensiones diferentes, la del autor del libro y la de la voz lírica, que en este caso parecen coincidir plenamente. Es un libro con una unidad temática muy clara, que está muy bien logrado y que presenta elementos que bien podrían ser utilizados desde algunos ámbitos académicos regionales como didácticos. Esto, que indudablemente es un valor positivo e intrínseco de la obra, me sugiere, por otra parte, que la recepción de la misma indudablemente no va a ser igual para un habitante de esta región del mundo, que para un ciudadano que sienta como ajenos todos los elementos que la poesía de esta obra trabaja. Por más que sea cierto, que contando lo particular se cuenta lo general y que basta contar sobre tu aldea para contar el mundo, estoy seguro de que el libro de Over, le resultará más disfrutable a un ocañero, cucuteño o pamplonés que aun austríaco, ruso o japonés. Pero bueno, seguramente los lectores en los que pensó Over no fueron estos últimos y se podría decir que la obra cumple cabalmente el objetivo que se propuso el poeta.

Fernando Chelle
San José de Cúcuta, 23 de abril de 2016



Prólogo del libro Memoria Viva del Profesor Ciro Alfonso Pérez





La ciudad de Cúcuta es un lugar en el que podemos encontrar, si buscamos correctamente, un impresionante testimonio del surgimiento y establecimiento de la patria colombiana y sus costumbres.
Consciente de la necesidad de rescatar del olvido testimonios y manifestaciones culturales riquísimas, es que el Profesor Ciro Alfonso Pérez ha realizado este trabajo de investigación, donde se ha centrado fundamentalmente, dentro de las distintas manifestaciones culturales nortesantandereanas, en la danza.
El libro comienza con un capítulo titulado “El ser de los cucuteños” donde se repara en la idiosincrasia y las características intrínsecas de los habitantes de la ciudad de Cúcuta. El siguiente capítulo, titulado “Historia de la danza en  Norte de Santander” nos muestra los bailes tradicionales y la música típica de esta región del país.
Es de notar, que en este magistral recorrido histórico, también encontramos referencias sobre los acontecimientos más importantes del pasado cucuteño, como el terremoto de 1875, el surgimiento de las principales universidades, entre otros.
No podía quedar por fuera de esta investigación el aporte que a la cultura cucuteña hicieron las distintas olas de inmigrantes que llegaron a enriquecer con su cultura estas tierras. En el capítulo titulado “Inmigrantes, nuevas culturas” encontramos los aportes que han dejado en la idiosincrasia cucuteña y nortesantandereana la cultura alemana, italiana, libanesa, entre otras.
El Profesor Ciro Pérez, eligió estructurar su trabajo de tal manera de desarrollar en los capítulos finales, el valor de la danza y las manifestaciones dancísticas nortesantandereanas, centros de la investigación de este libro tan enriquecedor para cucuteños como foráneos.
El libro se cierra con el capítulo titulado “Hacia la construcción de una cultura popular nortesantandereana” donde se conceptualizan términos como cultura e identidad para dar paso a un breve recorrido histórico por el proceso de formación de la cultura regional. Allí encontramos referencias a los primeros conquistadores, a la fundación de Cúcuta y la época de la colonia, a los movimientos independentistas, a la época republicana, a la modernidad y por último al estado actual de la cultura.
Con el objetivo de enaltecer, fortalecer y mantener viva la identidad nortesantandereana, la Universidad Simón Bolívar, Extensión Cúcuta y su Departamento de Investigaciones, nos traen hoy, en el año 2013, este magnífico recorrido histórico por lo más rico de la cultura cucuteña y nortesantandereana

Fernando Chelle



Prólogo del libro Cuando callan los labios de la poeta colombiana  Priscila Chelle 



El género lírico está asociado desde la antigüedad a la expresión de los sentimientos del hombre. Este es el caso de la autora de "Cuando callan los labios" Priscila Contreras Vergel (Priscila Chelle), quien ha surgido dentro de la literatura colombiana como una fuente pura y clara de sentimientos.
La poesía es un proceso de subjetivización a través del cual Priscila expresa sus más variados sentimientos, sensaciones y emociones. Ya sea de forma directa, como a través de símbolos externos tomados de la realidad, nos transmite una poesía plagada de alegría, amor, belleza, plenitud, nostalgia, dicha y placer. Es una poeta que expresa lo que su "yo" como individuo siente, no le ha interesado mostrar los sentimientos colectivos de un pueblo,por ejemplo, para recrearlos en sus poemas, es la presencia de los sentimientos individuales más próximos lo que dominan su poesía.
Esta poeta colombiana, ha sabido fusionar su profesión de administradora de empresas con la literatura, disciplina que la ha hecho conocida fuera de Colombia, como es el caso de España y de diversos países sudamericanos.
El estilo de la poesía de Priscila es muy particular y propio, esto se debe a que el material poético con que trabaja la autora es fundamentalmente su intimidad. Son textos que giran en torno al tema del amor, la esperanza, los sueños, la poesía, la ternura, entre otros. Es destacable la claridad en el discurso poético de Priscila, quien no prescinde de figuras literarias tales como comparaciones, metáforas, personificaciones, hipérboles, hipérbaton, elipsis, reiteraciones, entre otras, pero que nunca intentan buscar un hermetismo intelectual, no le interesa, es una poesía que fluye como un río.

Fernando Chelle



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