Cuatro autores Boyacenses
Fernando Chelle
La crítica literaria que nos
ofrece Fernando Chelle, con la agudeza propia de un Sherlock Holmes de la
realidad, más que una invitación a conocer e investigar a través de la vida y
la obra de Cuatro Autores Boyacenses,
es una ventana abierta a otros mundos y la demostración selecta de poner
atención a los detalles. Sus análisis de modo, espacio, tiempo y lugar, y la
lectura que nos propone de los símbolos y los signos presentes en los
fragmentos elegidos por él, de la producción de Julio Flórez, Carlos Martín,
Rafael Gutiérrez Girardot y Plinio Apuleyo Mendoza para el presente libro,
tienen la agradable dialéctica de un escritor experto. Su forma de acercarse a
otras vidas y de narrarlas con la complicidad de un amigo íntimo que las
comprende, nos acerca a la reflexión de la conciencia y finalmente, a la parte
humana de los autores que casi siempre se oculta detrás de un gran prestigio.
Jhonathan
Leonel Sánchez Becerra
Historiador y poeta colombiano
PRÓLOGO
En mi doble condición de boyacense y amante de la
palabra, el crítico literario Fernando Chelle me ha concedido el honor de ver,
en un mismo trono a los poetas chiquinquireños Julio Flórez y Carlos Martín; al
sogamoseño filósofo, sociólogo, humanista, educador y más, Rafael Gutiérrez
Girardot, y al tunjano periodista y novelista Plinio Apuleyo Mendoza. Ellos,
unidos a una pléyade de escritores que habitan, habitaron o, mejor aún,
nacieron y se formaron en el departamento de Boyacá, son la imagen de un
departamento, que por largos años ha estado a la vanguardia del arte de la
palabra dispuesta para la creación, la ensoñación, la rebeldía, la crítica y la
interacción. La plurisignificatividad del mundo netamente humano que la
historia cuenta, nos asombra y atrapa en la pluma de estos representantes de
épocas que encarnan las sinuosidades del mundo y del hombre. El neoclasicismo
les enseñó a descubrir en la sencillez la belleza y la armonía, así como a
entender con el romanticismo que amor rima con dolor. En fin, cada momento del
arte - palabra hizo morada en el alma de sus contemporáneos que supieron beber
de su sangre.
El gran poeta Julio Flórez, que en 2023 cumple cien
años de su partida, asumió con dignidad los avatares de su tiempo: guerras
fratricidas, crisis económicas, las juveniles rebeldías contra alguna doctrina
o condición política imperante, unidas a las tendencias ideológicas o
artísticas como el romanticismo heredado tardíamente en Colombia, de la
revolución francesa caracterizada por sufrimiento, lucha y esperanza. En “Mis
flores negras”, la semiótica puede explicar que hay oscuridad, abandono,
pérdida dolorosa, pero nunca desesperación ni muerte. En términos aromáticos y
esotéricos, hay un tufillo de recuperación, una posible resurrección cuando le
pide a su amada que guarde “este triste, débil manojo” (porque no está muerto)
/”que te ofrezco de aquellas flores sombrías;” (no se ofrece lo que está
perdido; sombrío es escaso de luz, que es vida) / “guárdalo; nada temas: es un
despojo / del jardín de mis hondas melancolías.”
El poeta pos vanguardista Carlos Martín es otra
época, otro pensar, decir y actuar. El amor es la fuente de la vida eterna y el
camino a la felicidad, pretenden decir él y los demás cofundadores del
movimiento poético colombiano “Piedra y Cielo”, como Jorge Rojas, Eduardo
Carranza, Darío Samper, entre los más conocidos. Su lema de hablar con el
corazón y no con la razón, era una insolencia contra el parnasianismo imperante
en Colombia, que rechazaba al romanticismo, en pro del arte por el arte, en
voces como la de Guillermo León Valencia que, según sus críticos, hacía poemas
con cinceles de neuronas. Carlos Martín y sus coequiperos, inspirados en Juan Ramón
Jiménez, Vicente Huidobro y Pablo Neruda, expresaban sensibilidad, emotividad
con renovado lirismo y con visión política y social, privilegiando la forma y
la metáfora.
El acertado título “Poética del pensamiento, el arte
de poetizar la filosofía” escogido por el maestro Fernando Chelle, para
referirse al erudito y a la vez ensayista, filósofo, humanista, sociólogo
Rafael Gutiérrez Girardot, describe la polimatía de sus más gratos intereses
expresados en “ensayos de temas literarios” con visión filosófica. El punto de mira es el poemario “Soledades y
Soledades, galerías y otros poemas”, del poeta Antonio Machado. Mientras
Gutiérrez Girardot pone la lupa en los rasgos filosóficos, Fernando Chelle
observa la estética de la obra, lo cual enriquece, pero no cierra la
comprensión de los sentidos de la obra machadiana. Sin ser lingüista del
discurso, Machado entendía que lenguaje, hombre y mundo se complementan, en un
triángulo equilátero e isógono como cuando dice “nuestro mundo externo (el
subrayado es mío) pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a
creer, que no existe por sí, sino por nosotros. Pero si, convencidos de la
íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es
nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece”. Hombre, lenguaje
y mundo están mediados por el tiempo, no tanto el de la emisión del discurso
que siempre es presente y lineal, sino por el tiempo histórico pleno de
“suspiros y risas, colores y notas” (Bécquer) que los construyen y reconstruyen
simultáneamente. Reflexiones de este tenor en torno del poema estética,
filosófica y lingüísticamente elaborado son las que atrapan a pensadores como
Rafael Gutiérrez Girardot.
Tras bambalinas nos topamos con el magistral
director de una ópera magna, el periodista, novelista Plinio Apuleyo Mendoza.
Él es habitante de otra historia de Colombia. Si Julio Flórez padeció las
guerras civiles en medio de dificultades económicas, paliadas a la sombra del
romanticismo, Plinio Apuleyo vivió la violencia política, sin afugias
económicas, envuelto por un amplio movimiento contemporáneo que le enseñó a no
defender, a ultranza, nacionalismos, autoritarismos, postulados o ideas
políticas sin pleno convencimiento de lo conveniente para las partes en conflicto.
Su amistad con el antes de ser el Cura Camilo, no lo obligó a seguir su
revolucionario camino. Probado en la fidelidad a los amigos, contribuyó, como
el que más, a destacar las calidades artísticas de su amigo Gabriel García
Márquez. Las novelas, ensayos y columnas periodísticas ya reconocidas de Plinio
Apuleyo Mendoza, merecen un espacio visible en el reparto de personajes de la
historia político-literaria de Colombia.
Gracias, maestro Fernando Chelle, por el homenaje a
quienes nos han representado con bandera en alto y nos hacen sentir que el
departamento de Boyacá no solo es “la Cuna de la Libertad” nacional, sino faro
que orienta y atrae a los caminantes de la palabra.
Miguel Ángel Ávila Bayona
Subdirector
de la Academia Boyacense de la Lengua.
Tunja,
diciembre de 2023
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