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jueves, 15 de febrero de 2018

Colección LETRAS CLÁSICAS, N° 4 "Rimas" de Gustavo Adolfo Bécquer

IV

Gustavo Adolfo Bécquer

Rimas




  • Editorial: CreateSpace Plataforma Independent Publishing; 1 edición (11 de febrero de 2018)
  • ISBN-10: 1985344629
  • ISBN-13: 978-1985344624


             Rimas (Colombia 2018) 
            
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Fernando Chelle

miércoles, 7 de febrero de 2018

Estudio de la Rima LIII, de Gustavo Adolfo Bécquer




Lo natural que se repite, lo que no hace mudanza en su costumbre. Un pasado de moderada dicha, un presente de frustración y un futuro cierto. La poesía siempre volverá, como las oscuras golondrinas.

Por Fernando Chelle 

Este es el artículo con el que cerraré el estudio comenzado hace unos meses, sobre las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. He dejado para el final, la que sin duda es la poesía más conocida del autor sevillano, la Rima LIII.


LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...

de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas

cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!


Al comienzo del artículo anterior, cuando establecí la estructura interna del libro de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, dije que el tema del amor, que aparece luminoso en la segunda parte del libro, comienza a oscurecerse en la tercera parte, en las rimas que van de la XXX a la LIV y que este cambio, establecía los cimientos para que el poeta se centrara definitivamente al final del libro en el tema de la soledad y de la angustia. La rima LIII, la que nos ocupa en el presente estudio, es precisamente una clara muestra del tema amoroso, pero visto, no desde la plenitud, sino desde el desencanto, desde la frustración, desde el despecho del yo lírico.
La rima está compuesta por seis estrofas de cuatro versos, los tres primeros endecasílabos y el verso final, heptasílabo. La polimetría y particularmente esta estructura de estrofa de pie quebrado, que combina tres versos de arte mayor (endecasílabos) con uno de arte menor (heptasílabo) es muy habitual dentro de las Rimas. Como señalé en el primer artículo que escribí sobre este autor, este tipo de estructura le permite hacer una serie de juegos rítmicos, que le posibilita destacar lo que quiere en los versos cortos. Otro aspecto señalado que aquí se encuentra, es la preferencia de Bécquer por la rima asonante, porque además de ser más tenue, es menos previsible. En estas estrofas vemos que riman en asonante los versos pares y quedan libres los impares. El ritmo del poema es yámbico, ya que el acento estrófico recae en sílaba par.
Internamente, podríamos dividir este poema en tres momentos claramente diferenciados. Esta división corresponde con tres pares de estrofas, a saber, las dos primeras, que giran alrededor de las golondrinas, las dos centrales, que lo hacen en torno a las madreselvas, y las dos finales, que reparan en lo humano. Mientras las estrofas impares hablan del regreso de lo genérico, las pares se encargan de decir que lo que no regresará es lo particular. Los elementos de la naturaleza, “por no hacer mudanza en su costumbre” parafraseando el soneto XXIII del gran Garcilaso de la Vega, siempre vuelven, pero lo que estuvo vinculado a la pareja, al amor de ellos, eso no regresa. La última estrofa es la que da sentido a todo lo que se dijo a lo largo del poema, porque es donde queda claro el despecho que siente el yo lírico frente a ese tú silencioso al que se dirigió en el texto. En las dos últimas estrofas, donde todo está al servicio de la exaltación de un amor irrepetible, aunque no aparezca la palabra “volverán”, también está presente el futuro. En esta rima LIII, volvemos a encontrar un tema bastante recurrente en Bécquer que es la confrontación entre el “yo” y un “tú”. El tú de este poema, indiferente, silencioso, insensible, fue quien prescindió del yo, por eso el despecho de la voz lírica, el despecho de un herido que sangra todavía.
Comienza la primera estrofa, y por ende el poema, con un hipérbaton. El poeta eligió abrir el verso con el verbo, con un futuro del indicativo “volverán”. Esta forma verbal no deja lugar a ningún tipo de dudas, y justamente lo que le interesa al poeta, más que las golondrinas, es el hecho de que estas van a volver, por eso el uso del hipérbaton. Eligió las golondrinas, no sólo porque estas aves están asociadas a la primavera y al amor, sino porque, como sucede con diversos fenómenos de la naturaleza, ellas regresan, tienen un comportamiento cíclico. El uso del adjetivo “oscuras”, que es un pleonasmo, porque no existen golondrinas que no sean oscuras, sirve para subrayar lo genérico, para explicitar un rasgo de las golondrinas.
Hay una especificación, una puntualización, que refiere el lugar hacia donde van a volver estas aves, lo harán al balcón de ella, del tú. Ella aquí es el elemento particular. Lo general, lo que es cíclico, lo que retorna naturalmente, como las golondrinas, las madreselvas y el amor, lo hará hacia ella. La vida con todas sus manifestaciones va a volver para ella, nos dice el yo lírico, que a su vez se excluye, guarda silencio con respecto a sí mismo. El poeta elige el balcón como el lugar de regreso, porque este es un espacio con una fuerte tradición literaria. Es muy significativa la conducta que el poeta dice que tendrán las golondrinas, el gerundio “jugando” tiene una connotación positiva, de alegría. El retorno de las golondrinas, que es el retorno de la vida misma, llegará a ella con alegría y la llamará a su ventana, esto es algo de lo que el poeta parece tener certeza absoluta.
La segunda estrofa comienza con la conjunción adversativa “pero”, que establece una clara diferencia entre las golondrinas de la primera estrofa y las que va a referir. Porque las anteriores eran unas golondrinas cualesquiera, pero estas están individualizadas, son “aquellas”. Este pronombre demostrativo, junto al pretérito “refrenaban”, nos retrotrae a un pasado de felicidad. Lo que las aves se detienen a contemplar es “tu hermosura y mi dicha". Son muy significativos los sustantivos que aluden a la contemplación de las golondrinas, porque nos dan a conocer aspectos importantes. De ella podemos saber que es bella, pero nada sabemos de sus sentimientos, no se dice que sintiera, en cambio de él sí podemos saber que estaba feliz. Podríamos decir que hay cierto uso de la personificación en las golondrinas, porque el poeta sugiere una familiaridad entre las aves y la pareja. Las golondrinas identificaron de tal modo a estas personas que hasta se aprendieron los nombres. Bien, esas golondrinas puntuales, las que de alguna manera estaban relacionadas a esos momentos de dicha, al menos para él, esas, no volverán. Nada de lo que estuvo relacionado con ese amor va a volver, esto es algo que se continuará viendo en los versos siguientes. Pero antes de seguir adelante con el análisis, algo más de la segunda estrofa. El poeta dejó la negación concreta para el final, para el heptasílabo, para el verso de pie quebrado con que se cierra la estrofa. Lo que quiere destacar es justamente lo que se dice en ese verso corto de cierre. Es un verso exclamativo, en el que percibo, por parte del poeta, una cierta postura de superioridad. Es como si él le hablara a ese tú, desde la altura de su sabiduría. La pausa, representada aquí en los puntos suspensivos, creo que muestra eso, por más que en el fondo, lo que lo mueva a este yo lírico sea la frustración.
Uno tiene la impresión de que en las dos primeras estrofas ya está todo dicho, pero en poesía la repetición es esencial. No en vano la palabra verso viene de la palabra latina “versus” que quiere decir “surco que da la vuelta”. Si bien, como dije más arriba cuando me referí a la estructura interna de la rima, la última estrofa es la que le da sentido a todo el texto, porque es donde queda patente el despecho del yo lírico, el poeta utilizó dos estrofas más, las de las madreselvas, para darle más fuerza al cierre de la rima, a los versos que harán referencia a lo humano. Así como las dos primeras estrofas se centraron en el reino animal, las dos centrales lo hacen en el reino vegetal, pero el caso de las madreselvas es el mismo que el de las golondrinas. Las madreselvas son calificadas de “tupidas”, lo que ya no es un pleonasmo, como en el caso de las oscuras golondrinas. La palabra tupida sugiere abundancia, belleza, vida. Las madreselvas que regresarán serán hermosas. Y como sucedió en la estrofa primera con el mundo animal, aquí se dice que el mundo vegetal, también regresará hacia ella, no hacia él. Incluso el hecho de que las madreselvas escalen nos da la sensación de que se dirigen hacia ella. El jardín, como el balcón, también es un espacio con una fuerte tradición literaria. El mundo de la naturaleza incluso regresará mejorado, porque esas madreselvas tupidas, se presentarán “aún más hermosas”. Se presentarán incluso como una ofrenda, en eso parece hacer énfasis el verso de pie quebrado, “sus flores se abrirán”.
La cuarta estrofa es de una gran belleza. Refiere un momento mágico, único e irrepetible vivido por la pareja. Esa mínima caída de las gotas, comparada con “lágrimas del día” le da un toque melancólico. Pareciera como si la caída de las gotas estuviera reflejada incluso en el encabalgamiento de los versos, tiemblan en el segundo verso, e inmediatamente caen en el tercero. Pero, lamentablemente, el verso se cierra con la sentencia del pie quebrado, que indica que, todo ese encantamiento y fascinación, no volverá.
Así llegamos a las dos estrofas finales, las más importantes del texto, las que se centran, ya no en el mundo animal o vegetal, sino en lo humano. Son versos que hablan de la ruptura de la pareja, la estrofa quinta está centrada en ella, en ese tú indiferente, silencioso, insensible y la última estrofa se refiere específicamente a la actitud del yo. En lo que respecta a la actitud de ella, parece no haber certezas, no haber seguridad. Sí es seguro que le hablarán nuevamente de amor, de lo que no está seguro este yo lírico, es del despertar de los sentimientos de ella. Aquí hay un matiz, una diferencia con las estrofas anteriores, que se cerraban con un contundente “no volverán”. Ella “tal vez” despierte, porque su corazón, nos dice este enamorado despechado, está sumido en un “profundo sueño”.
La estrofa final, la que se centra en él, comienza mostrando la forma excepcional como la amó. El polisíndeton refuerza la enumeración: “mudo y absorto y de rodillas”. Él siempre estuvo anulado en esa relación, todo se centró en ella, de ahí el adjetivo “mudo”. Pareciera como si para él todo lo ajeno a la relación con ella hubiera dejado de existir, por eso es por lo que utiliza el adjetivo “absorto”, él siempre estuvo extremadamente concentrado en ella. Luego agrega “de rodillas”, mostrando una actitud de veneración, casi humillante, que refuerza comparando con la actitud que se tiene cuando se adora a la divinidad. En los dos últimos versos hay un cambio de actitud en el yo lírico, quien vuelve a ser coherente con el final de todas las estrofas pares y retoma esa actitud de superioridad, enfatizada en este caso por el plural “así no te querrán”. Pero bueno, más que una falsa actitud de superioridad que pueda mostrar el yo, los motores de esta rima exquisita han sido el desencanto, la frustración y el despecho. 

Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Febrero de 2018.   

martes, 2 de enero de 2018

RIMA XV, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER





Una incesante y romántica lucha por obtener lo inalcanzable

Por Fernando Chelle 

El presente texto es una continuación del trabajo comenzado hace unos meses, sobre las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Luego de un estudio general, introductorio, de las características de la lírica becqueriana, me detuve en la Rima I, luego en la VII y hoy es el turno de la XV.

XV

rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz:
eso eres tú.

voy a tocarte te desvaneces
¡como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!

en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
¡eso soy yo!

los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
¡tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

Si quisiéramos hacer una estructura interna del libro de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, lo podríamos dividir en cuatro partes bien diferenciadas por las temáticas tratadas. La primera parte estaría comprendida por las rimas I a IX, que es donde el poeta sevillano se centra en el tema de la poesía misma, de la relación del poeta con el lenguaje, del hacer poético. De esta primera parte son los dos textos que he estudiado hasta el momento, la Rima I y la VII, poemas que, como hemos visto, reflexionan sobre el hecho poético. La segunda parte, que es donde se encuentra el poema con el que voy a trabajar en el presente estudio, contiene las rimas vinculadas con el tema amoroso, esta parte iría de la Rima X a la XXIX. En la tercera parte, que abarcaría las rimas que van de la XXX a la LIV, también se aborda el tema amoroso, pero aquí se encuentran las rimas que están más bien vinculadas al desencanto, a la pérdida del amor. Es como si el tema del amor apareciera luminoso en la segunda parte y comenzara a oscurecerse en la tercera, para dejar el camino allanado para que el poeta se centre en el tema de la soledad y la angustia, que es lo que vemos en el cuarto y último momento, en las rimas que van desde la LV a la LXXXIV.
Este poema presenta una estructura externa muy particular. Es una composición de cuatro estrofas, la primera presenta la misma métrica que la tercera y la segunda la misma que la cuarta. Las estrofas uno y tres son de seis versos, tres de ellos decasílabos (primero, segundo y quinto) y los otros tres pentasílabos (tercero, cuarto y sexto), los dos últimos versos de cada estrofa son agudos, esto ayuda a la musicalidad. En estas estrofas riman entre sí en consonante el primer verso con el segundo y el tercero con el cuarto y en asonante el verso quinto con el sexto. Las estrofas dos y cuatro son de cinco versos, los cuatro primeros decasílabos y el quinto pentasílabo y también agudo. Los cuatro primeros versos de estas estrofas riman en consonante, el primero con el segundo y el tercero con el cuarto, y el quinto verso, rima en asonante con el último verso de la estrofa inmediatamente anterior. El ritmo del poema es trocaico, ya que el acento estrófico recae en sílaba impar y hay un acento que se repite en la cuarta sílaba de cada verso.
Al reparar en la estructura Interna del poema, vemos que lo podemos dividir, claramente, en dos partes simétricas entre las cuales se establece un paralelismo antitético. La primera parte está constituida por las dos primeras estrofas (versos uno a once) y se centra en la caracterización de un tú femenino. Lo primero que tendemos a pensar como lectores, es que el yo lírico se está refiriendo a una mujer y, por la descripción que hace de ella, a una mujer imposible, a un amor imposible. Independientemente de que esto pueda llegar a ser así, creo que tendríamos que recordar lo que ya he referido en artículos anteriores sobre la identificación que hace el poeta de las rimas, de la mujer con la poesía. Para Bécquer la mujer es la encarnación de los sentimientos, y la poesía es sentimiento, de manera que cuando dice “poesía eres tú” en la conocidísima Rima XXI está haciendo mucho más que un cumplido, está dando su visión poética. En este sentido, ese tú femenino inaprensible al que se refiere en las dos primeras estrofas podría llegar a ser, desde mi punto de vista, tanto una mujer amada, como la poesía misma, como el hecho poético mismo. La segunda parte de la estructura interna está constituida por las dos últimas estrofas (versos doce a veintidós). Aquí el poeta caracteriza el “yo” como un buscador incansable de ese ideal inalcanzable.
La primera estrofa, que como indiqué tiene la misma estructura que la tercera, es un gran hipérbaton, que hace que todas las características que se describen en los cinco primeros versos, todas las imágenes que se acumulan converjan en el verso final, en el “eso eres tú”. Aquí se caracteriza al “tú” y en la tercera se hace lo propio con el “yo”. A su vez, toda la estrofa es una gran metáfora impura, porque están presentes los dos términos, o sea está mencionado el objeto que se metaforiza, encontramos en la estrofa una serie de metáforas que convergen en el “ese eres tú”. Las imágenes son de una enorme variedad, tanto en lo visual como en lo sonoro, pero, como es típico en Bécquer, todo es muy vago, muy etéreo, carente de materialidad. El sonido del arpa es un “rumor sonoro”, un sonido suave, apagado. Las imágenes que podrían sugerir algo de materialidad, están atenuadas. Por ejemplo, el cendal se diluye, porque no es un cendal real sino de bruma, no es un verdadero tejido, es un cendal metafórico. Lo mismo sucede con la cinta, que es de blanca espuma. Los versos quinto y sexto podrían dar la sensación de materialidad con el beso, pero es un beso del aura. Aquí se ve claramente algo que expresé en el primer artículo que publiqué sobre Bécquer, me refiero a ese estilo que hace pensar en la pintura impresionista. Aquí todo parece inmaterial, incorpóreo, etéreo, fantasmal, donde no hay contornos definidos. La combinación de versos de arte mayor y arte menor, de un modo distinto a como lo hace en las estrofas pares le da a esta estrofa, lo mismo que a la tercera, una variedad rítmica que le sirve para caracterizar a ese “tú”, que como referí puede hacer referencia a una mujer, un amor, pero también se puede referir a la poesía.
En la segunda estrofa, aparte del cambio métrico ya señalado en la referencia a la estructura externa, aparece un elemento novedoso que no estaba en la primera, el yo. Aquí se muestra esa incesante lucha con la intención de alcanzar el ideal. El intento del yo parece ser imposible, porque el verbo tocar, alude al sentido del tacto y él intenta tocar algo inmaterial. La comparación, que aparece con la reiteración del nexo “como”, tiende a resaltar la forma en cómo ella se desvanece, (llama, sonido, niebla, gemido). Estos versos de estructura paralelística, se encuentran divididos por una coma en dos hemistiquios. Hay una correspondencia entre los hemistiquios, los dos primeros se refieren a lo visual y los dos segundos a lo sonoro. El final de esta segunda estrofa remite al final de la primera, refiriendo un color que, en los románticos, y después en los simbolistas, va a ser tomado como el color ideal.
Lo primero que notamos al entrar a la segunda parte del poema, a las estrofas que se centrarán en caracterizar al “yo”, es una sonoridad muy fuerte que contrasta con lo que se decía del tú. Las imágenes de diversos elementos naturales con que se identifica al yo son más violentas. Son imágenes dinámicas, en movimiento. Esa “ansia perpetua de algo mejor”, es una buena caracterización del romántico en general, de la inconformidad romántica. Este yo es un ser incompleto que carece totalmente de destino. Es una onda sonante en un mar sin playas, no tiene límites, ni sitios donde aferrarse. Es un cometa errante, pero en el vacío, no hay nada concreto, porque lo concreto sería la realidad y eso no es para el romántico. Lo que es propio del romántico es el dolor inconsolable, expresado aquí en ese “largo lamento del ronco viento”.
En el primer verso de la última estrofa hay un elemento que parece dejar en claro que el poeta se está refiriendo a una mujer, los ojos. Y seguramente sea así, a mí simplemente me pareció importante recordar la identificación que hace este poeta, entre la poesía y la mujer amada. Si aceptamos que esta identificación existe dentro de su poética, como de hecho existe, también es posible que el tú que aquí se ha referenciado sea la poesía, el hecho poético como tal, que para Bécquer es inalcanzable e inexpresable, como pudimos ver claramente en el análisis literario de la Rima I. Ese “volver los ojos noche y día”, está relacionado con el “ansia perpetua” de la estrofa anterior. Hay un intento en esa mirada de intensa súplica, de encontrar algo mejor, de encontrar ese tú que él aspira. En el tercer verso vemos que el poeta interpuso el verbo “corro” entre los dos elementos coordinantes, “incansable” y “demente”, pareciera como si hasta sintácticamente se expresara esa demencia que sufre, porque es un verso cuyos elementos se encuentran desordenados. Se cierra el poema haciendo referencia a que ese “tú” es una visión. Ella es la “hija ardiente” de lo que lleva el romántico consigo en su interior. Lo ardiente es el anhelo del yo.

Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Enero de 2018.   

jueves, 14 de septiembre de 2017

PALABRA ESCRITA 33

A continuación, les dejo el enlace al programa número 33 de “Diáspora” (jueves 07 de septiembre de 2017). Tema central, primera parte de un estudio de las "Rimas", de Gustavo Adolfo Bécquer. 


Fernando Chelle

jueves, 7 de septiembre de 2017

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, EL POETA DE LA PENUMBRA



Entre una exaltación sentimental propia del Romanticismo y elementos precursores del Simbolismo 

Gustavo Adolfo Bécquer, el escritor que ha sido visto por algunos como el prototipo del poeta romántico, presenta en su poesía elementos característicos de diferentes movimientos literarios. En este artículo, una especie de prólogo al estudio que vendrá de algunas de sus Rimas se repara en las principales características de su trabajo lírico.

Por Fernando Chelle  

En el presente artículo, que será el primero de una serie que dedicaré a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, me detendré en el estudio de algunas de las principales características de estos textos del poeta sevillano.
El estilo de Gustavo Adolfo Bécquer en las Rimas
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
Otro aspecto que los simbolistas van a privilegiar y que está presente en la poesía de Bécquer, es la importancia de lo rítmico. El idealismo en Bécquer, ese que privilegia lo espiritual y está asociado a la belleza, sí es un elemento que comparte con el Romanticismo. Para este poeta el amor es “la suprema ley del universo” y aspira a fundirse con el amor, hay algo de misticismo en él, donde el amor vendría a ocupar la figura divina del misticismo religioso. Pero, claro, a lo ideal se opone la realidad material y esto genera en el poeta un estado de decepción, también muy romántico, por cierto. Porque el poeta místico, pensemos en San Juan de la Cruz, avanza en su estado espiritual hasta que finalmente logra la fusión con Dios, pero Bécquer, se eleva sí, pero no logra esa fusión anhelada con el ideal.
El hecho de que las esencias no puedan ser plenamente expresadas genera en el poeta una sensación de frustración. Bécquer fue uno de los primeros en plantear en sus poemas el problema de la poesía. El lenguaje, en cuanto elemento de la realidad, es quién se opone a la concreción de la poesía en el poema. El lenguaje es el material que utiliza, pero éste es rebelde, mezquino, y la poesía es un himno gigante, inalcanzable. El lenguaje es lenguaje de todo, se usa para cosas prácticas, es genérico y por lo tanto es muy difícil expresar lo particular. El lenguaje es sucesivo, por eso él le pedirá en la Rima I la simultaneidad “suspiros y risas colores y notas”.
Rima I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Otro elemento que aleja a Bécquer de las concepciones románticas es la gran importancia que le da a las sensaciones, en este sentido también podríamos decir que es un precursor de la poesía simbolista, pues esta se caracteriza por darle mucho valor a lo sensorial.
Si aplicáramos la teoría romántica de que la poesía es una acción espontánea, inmediatamente después del sentimiento tendría que venir el poema, y Bécquer dice: “Cuando siento no escribo”, esta es una frase lapidaria, que desmiente toda la teoría romántica. Él le da mucha importancia a la misión de la memoria para la creación poética. Antes de llegar al poema hay un filtro, una deconstrucción, que es la memoria, esta ayuda a desmaterializar el sentimiento, dejar pasar lo anecdótico, para llegar a la esencia, así se llega al poema. Para Bécquer la poesía no es una creación espontánea, el poeta tiene que calcular lo que va a decir y los medios por los cuales lo va a hacer.
El hecho de que Bécquer haya reflexionado tanto sobre la poesía muestra una visión bastante moderna. El conflicto con el lenguaje explica algunos de los recursos preferidos de este poeta, entre ellos la anáfora. Esta figura retórica, aparte de resaltar lo conceptual, tiene una finalidad rítmica. Bécquer pretende superar la linealidad de lenguaje y paradójicamente lo intenta hacer con la anáfora que es un recurso lineal. Es una poesía que busca crear una sensación de simultaneidad y sobre todo busca crear una verdadera tensión lírica. Generalmente la anáfora va vinculada con otro recurso, por ejemplo, con la postergación de algún elemento para el final, de esta manera el final tiene más fuerza.
Rima LII
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego encienden las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!

Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Combinada ya sea con anáfora o con estribillo, la postergación es uno de los recursos más usados en Bécquer.
El paralelismo entre estrofas cumple una función intensificadora. Versos de la misma estructura, que además están expresando vivencias similares tienen más fuerza. En la Rima LII, las tres primeras estrofas tienen una estructura idéntica. Empieza cada una de las estrofas con una invocación, por lo tanto, comienzan con un mismo tono, muy intenso, muy elevado. Las tres están acentuadas en la primera sílaba y el acento en primera sílaba es muy enfático. Aquí lo que hace Bécquer es combinar un aspecto retórico con un aspecto rítmico. El desarrollo es idéntico, luego viene una subordinada, que muestra el objeto invocado en acción. Los elementos están caracterizados por la violencia y son mostrados en acción. Se invocan elementos distintos, pero que comparten la violencia y tienen una misma estructura. El tercer verso de cada una de las estrofas dice cómo quiere ser llevado, todavía aquí tenemos un paralelismo. Reserva el pedido para el final, sino quedaría diluido. Lo coloca en un verso corto, en una estrofa de pie quebrado.
-          Invocación
-          Concentración de la súplica
-          Pie quebrado
El sentimiento de desesperación y angustia está creado y Bécquer no necesitó nombrarlo. Al final de la cuarta estrofa viene el motivo por el cual suplicó (tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas). A veces en un poema puede vincularse todo, anáfora, postergación, a veces no. A esto hay que sumarle que Bécquer prefiere la asonancia, que no era la rima usada por los románticos españoles. La rima asonante es mucho más tenue, menos previsible y Bécquer busca precisamente eso, evitar lo previsible. Hay un gusto por la estrofa de pie quebrado que le permite hacer una serie de juegos rítmicos, que le posibilita destacar lo que quiere en los versos cortos. El estilo de Bécquer en las Rimas es muy conciso, muy sobrio. Si lo comparamos con otros románticos, vemos como Bécquer en sus Rimas adjetiva muy poco. Es también un poeta poco metafórico, en él importa más el ritmo que la metáfora.

Luego de esta breve introducción al tema, en el próximo número de vadenuevo comenzaré a estudiar en profundidad alguna de las principales Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Septiembre de 2017.