Algo así como un misterio
Por Jorge Meléndez Sánchez*
Fernando es un disciplinado escritor satisfecho de su estadía en
Colombia, no solo por el prestigio que le sirve de presentación, sino también,
por haber formado familia con Priscila y, en mucho, cultivar raíces frescas que
le permiten dar turismo espiritual y seguir perteneciendo a la comunidad sin
fronteras de la ciencia y el arte. Muchos estudiantes y lectores lo
“distinguen” en Cúcuta como el poeta uruguayo, con el que intercambian
cordialidad. Me uno a la gentileza de todos los avecindados en la frontera
colombo venezolana y a todos los amigos que consideran saludable su presencia
en eventos académicos y literarios.
La revista La Joven Parca, Literatura y Revelación, ha incluido en su
edición del trimestre de agosto a octubre de 2020, unos poemas de Fernando
Chelle, con un resumen de su producción como crítico y como poeta, destacando
los siete idiomas en que lo han traducido. Respetable presentación en los
medios divulgativos de la literatura colombiana. La actividad del
director-editor de la revista, Jaime Gómez Nieto, ha cumplido una buena labor
de presentación de los exponentes de la literatura nacional e internacional.
Otra persona que dedicó algún escrito de presentación de Fernando
Chelle, fue el colega José Miguel Alzate, quien, desde su mirador en Manizales,
extiende la mirada a los cuatro puntos cardinales del país, pero con centro en
el entorno del nevado del Ruíz. Con su sapiencia adquirida en muchos años de
lectura y escritura, ha dado la bienvenida al poeta. Con Alzate, me enteré por
su presentación en el suplemento “Imágenes”, del diario La Opinión de Cúcuta.
Últimamente, Alzate ha figurado como prolífico escritor por sus cuentos sobre
un pueblo encantado, nombre literario a su natal Aránzazu, y para mí, muy
especial, su presentación didáctica de una biografía de Gabriel García Márquez.
Como conjugando todo con mis temas garciamarquianos, leí en la Gaceta
Histórica de la Academia de Historia del Norte de Santander, un ensayo
selectivo sobre la cuentística macondiana de Gabo, y Chelle se me hace muy
recorrido por las sabanas de la depresión momposina, donde empezó a ensayarse
el concepto central de la obra “Cien años de soledad”. Esto quiere decir, que
la temática de la cultura anfibia, lo ha compenetrado con la obra del Nobel y
en esa anda. Yo retribuyo con mi memoria, la presencia de Eduardo Galeano, en
los años del exilio, en las aulas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, como
continuidad de las “Venas Abiertas de América Latina”, donde se mostraron
elementos contestatarios de la América Latina tratados en otra dimensión por el
observador caribeño.
Pero el asunto que deseo tratar hoy, es el estudio de Chelle sobre
Federico García Lorca, “muerto legítimo del mundo, bastardo de España”, como lo
dijera Jorge Pacheco Quintero en su elegía, en los días del crimen, y que ha
sido la oportunidad para mostrar su capacidad analítica. El crítico idóneo
muestra la vocación pedagógica para actualizar la valoración del “poeta más
leído en lengua castellana”. Inicio la lectura y me remite, de inmediato, por
enésima vez, a la obra de Gabo, sin proponérselo, solo por asuntos de
imaginación asociativa.
Pareciera que Chelle hubiese llegado en el acompañamiento de la tribu de
Melquiades en los días gloriosos de Macondo. Sus atuendos básicos y sus
instrumentos de trabajo, venían en cuadernos que iban registrando los pasos de
los andariegos, para encontrarles su gracia y su proyección. Buena labor,
aparentemente periodística, decididamente conciliada con los esquemas de la
construcción del concepto Macondo; una forma efectiva de llevar el idóneo
aporte del compatriota Rodó, con sus lustres metafísicos estampados en la
nostalgia colonial, para ser sometido a juicio en los hornos de la mitología.
En el desfile de los gitanos, ingresados a las calles polvorientas del
mundo establecido por los desplazados de las tierras disecadas por los alisios
ecuatoriales, forjó Chelle su devoción por la creación literaria, observante de
los protocolos políticos objetivos que permiten desgranar el manifiesto
universal que propuso Gabo. Los gitanos fueron puente y concordia por aquellos
años de construcción y dejaron huella imborrable. Representaron el aporte de
una tribu negada a la modernidad y dueña de lo indispensable, para actuar en la
tierra sin entregar la dote de su cultura, la belleza de su estampa armoniosa
en el canto y en la danza, cargados de nostalgias y pletóricos de vitalidad y
encanto.
Cuando Macondo quedó en cenizas, la amargura no fue nostalgia sino
promesa de construir lo propio. Empresa difícil, pero, al fin, nuestra. Y
ahora, volviendo a mi tema de hoy, Fernando Chelle tiene la excusa de los
gitanos para mostrarnos a Federico García Lorca, el poeta que encontró en los
gitanos el acicate de su poesía y de su forma de proyectar la vida.
Sinceramente, no tengo mucho que agregar, porque ni estoy para debates,
ni me siento animado a proponerlos. Quiero, eso sí, destacar que Chelle maneja
muy bien la didáctica para hablarnos de las generaciones de poetas del 98 y del
27, como se conocen en España, los mejor logrados de la musa que antecedió la
vida republicana. Ese país, que de ultramontano pasaba a establecer linderos
políticos en momentos claves, frente al avance de envalentonados autoritarios
del centro europeo y del Mediterráneo, pronto asustó con las posibilidades
democráticas, desafiando tradición y miedo aumentado. La República española,
fortalecida con una cosecha de pensadores de todas las tendencias, facilitó la
condena de quienes veían amenazados antiguos privilegios conectados con el país
de los anti democráticos, que ya no ganaba elecciones; un desorden fue la
clasificación que denunciaron para señalar a los exaltados comunistas, todavía,
marcados por el vanguardismo y la impronta que Stalin proponía.
La contienda tomó la polarización insuficiente por la vía electoral y,
ante los hechos, desde el aeródromo de Jaca, en los Pirineos españoles,
Francisco Franco desafió y venció a los soldados que permanecieron leales a la
República. Bien se decía que la guerra civil española fue un símbolo de pasión
y de resistencia, pues, a última hora, se peleó con civiles, resueltos a
entregar la vida con más tinte de mártires que de héroes. Los pocos
sobrevivientes de aquella horrible sangría, en la recepción del siglo XXI, me
parecieron almas en pena por sus pecados de memoria, en la gesta que los dejó
tendidos.
La guerra que narró André Malraux, como antropólogo y novelista, dejó la
sensación de la indispensable autocrítica de los republicanos, que perdieron en
medio de la multiplicación de mandos. También, recordaba el escritor las
insuficiencias políticas con los extremismos enfrentados a creencias
ancestrales donde la alteración de la tranquilidad escamotea los ánimos. Por si
fuera poco, los historiadores destacan la batalla de Madrid, donde hasta los
intelectuales cargaron carabina como corderos animados, y la batalla de Teruel,
como la sangría espeluznante, ganada por quienes, desde la radicalizada
derecha, contaban con “la neutralidad” de las empresas petroleras para los
suministros oportunos; la confianza en la estrategia del combate, dependía más
de adecuados abastecimientos que de argumentos y pasiones.
En los comienzos de la contienda civil española, cuando ya se mostraban
los dientes los extremismos de toda Europa, la experiencia en Granada daba para
mirar con nervios el desenlace en otras regiones. La voz de la guerra llegaba
solapada con su camuflaje básico, que facilitaba la victimización selectiva.
Ahí fue, cuando utilizando rumores, llegaron a ultimar al autor que de tanta
armonía ganaba fama, consideraba el derecho ciudadano dentro de las libertades
del arte y con mucho lustre personal; con el tiempo han dicho que el crimen
vino de sus vecinos de la Casa de Alba, pero, nada distrae el cargo que de la
intolerancia se desprendía, entre los desafiantes ultras de la tradición.
Con la muerte de García Lorca, la revuelta franquista, anunciaba su
tétrico telón de fondo para los decenios siguientes. Nadie entendía aquel designio
de las cavernas. Contrasta aquel recuerdo con la mención del poeta casi un
siglo después, llegando a los núcleos culturales con admiración y solidaridad,
que invita a la lectura de su obra.
Después del retorno de España a la vida democrática, después de la
oscura noche, como rezan los agudos críticos de la península, García Lorca
retorna a su memoria al símbolo propio de los españoles de todas las
condiciones. Quienes antes se incomodaban con sus logros, ahora, celebran la
producción poética que alegra la vida. Lo interesante para nosotros, es la
debida explicación del genio que nos llega de aporte, en la visión del
especialista uruguayo que reside en Colombia desde hace unos años.
La presente obra sobre García Lorca, renueva el aire del “Romancero Gitano”
y establece, de la mano de Fernando Chelle, un puente de evaluación y
divulgación para las nuevas generaciones. Quienes quieran encontrar la lectura
del poeta, debidamente fundamentada, bien pueden sentirse invitados con esta
nueva obra. Solo resta desearle los mejores logros con la publicación del
trabajo.
*Jorge Meléndez Sánchez, nació en Ocaña (Colombia) el 31 de
diciembre de 1945. Realizó estudios universitarios en la Universidad Nacional
de Colombia, donde se recibió de Licenciado en Filosofía y Letras con
especialización en Historia. También realizó estudios de posgrado en dicha
universidad. Se desempeñó como profesor del Departamento de Ciencias Sociales
de la Universidad Pedagógica Nacional. Ha publicado cerca de cincuenta títulos
desde 1979.
FERNANDO CHELLE: Algo así como un
misterio
(Sobre
la poesía de Federico García Lorca)
Por: Manuel López Azorín*
Algo así como un misterio es
un estudio analítico en ocho artículos sobre la poesía de Federico García
Lorca. Análisis literarios, sobre el poeta español más conocido y leído de
todos los tiempos. Fernando Chelle nos ofrece su personal visión de algunos
poemas de los libros Romancero gitano
y Poeta en Nueva York, dos libros absolutamente diferentes en su
estructura, el primero escrito con poesía tradicional, de verso octosilábico,
popular y culta, el segundo con poesía vanguardista, versos con libertad, con
lo que yo llamo surrealismo meditado (no mecánico) y Chelle, y posiblemente sea
más acertado, con versos de expresionismo poético (que es la visión interior, frente a la realidad,
para mostrar de manera subjetiva, dando primacía a la expresión de los
sentimientos.)
Ambos
libros, en mi opinión, con mucha similitud en su temática de fondo, que no es
otra que la defensa de las diferencias, en el Romancero gitano de la etnia gitana y en Poeta en Nueva York de la defensa de negros, hispanos , marginados
, diferentes …aunque en Poeta en Nueva
York el poeta la amplíe a la defensa del ser humano en general y la
denuncia que nos ofrece de la gran ciudad, como bien dice Chelle: “como un
infierno creado por el hombre, una ciudad apocalíptica, hostil, donde la
naturaleza esta aplastada, cercenada, vencida por el mundo industrializado y la
sociedad moderna”
Nos
habla también de las tres etapas poéticas de García Lorca, además nos ofrece en
los apartados sobre las generaciones del 98 y del 27 una más que interesante
opinión sobre las, pienso yo, mal llamadas generaciones. Término en el que
coincido con Chelle empleado más a manera de mercadotecnia con el propósito de
los editores de aumentar ventas. Los estudios que ha escrito Chelle, me han
parecido de lo más interesante, por lo didácticos que se muestran, porque aun
siendo análisis lingüísticos-filológicos, son divulgativos, pedagógicos y de
comprensión colectiva para cualquier lector.
Algo así como un misterio
llega acompañado de un prólogo del escritor Jorge Meléndez Sánchez (Ocaña,
Colombia, 1945) Licenciado por la Universidad Nacional de Colombia con
especialización en Historia y que fue profesor del Departamento de Ciencias
Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente está jubilado.
Tiene, desde 1979 hasta la fecha, unos cincuenta títulos publicados. Jorge
Meléndez, como buen historiador, ha escrito un magnifico prólogo sobre este
nuevo libro de Fernando Chelle y lo sitúa en un contexto sociopolítico,
sociocultural y al tiempo lingüístico estableciendo analogías con el nobel
Gabriel García Márquez.
Algo así como un misterio es
un libro para tener en casa, para leerlo con atención y con deleite, un libro
en fin para aprender más de y sobre la poesía de Federico García Lorca de la
mano de Fernando Chelle con una escritura precisa, perfecta, clara, al mismo
tiempo rigurosa y es especialmente recomendable para todos.
*Manuel
López Azorín . Moratalla (Murcia)
1946. Se traslada a Madrid en 1954. En 1978 se matricula en la Facultad de
Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Reside desde 1982 en Sanse,
donde fundó el Colectivo Helicón de Poesía, dirigió y presentó Tertulias de
Autor a través de CNTV, puso en marcha y dirigió el Centro de Estudios de la
Poesía (CEP) en la Universidad Popular "José Hierro" de esta
localidad, creó la revista "Poesía en la diana", ha escrito guiones
sobre Claudio Rodríguez, José Hierro, Rafael Morales y Rafael Montesinos. Ha
colaborado en revistas de ámbito nacional e internacional. Ha publicado los
siguientes poemarios: Marasmo (1986).
Vértigo, Premio Zenobia (1993). Amar es mi ejercicio, Accésit del Premio
Joaquín Benito de Lucas (1997), Versos
para después de una película (1998). Libro
del desconcierto, Premio de Poesía Rafael Morales (2000). Azul de los afectos (2001) Crónica de Babel, Premio Almedina
(2002). De la vida y otros ríos
(2003), La ceniza y la espuma (2008).
Sólo la luz alumbra - Poesía 1986-2010
(2011). Otros Premios: “Alcobendas” (1999); "Ramón Rubial" (2000);
Difusión Cultural Nacional de Poesía "Viriato" (1999); Albaricoque de
oro (2007).
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