jueves, 7 de septiembre de 2017

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, EL POETA DE LA PENUMBRA



Entre una exaltación sentimental propia del Romanticismo y elementos precursores del Simbolismo 

Gustavo Adolfo Bécquer, el escritor que ha sido visto por algunos como el prototipo del poeta romántico, presenta en su poesía elementos característicos de diferentes movimientos literarios. En este artículo, una especie de prólogo al estudio que vendrá de algunas de sus Rimas se repara en las principales características de su trabajo lírico.

Por Fernando Chelle  

En el presente artículo, que será el primero de una serie que dedicaré a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, me detendré en el estudio de algunas de las principales características de estos textos del poeta sevillano.
El estilo de Gustavo Adolfo Bécquer en las Rimas
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
Otro aspecto que los simbolistas van a privilegiar y que está presente en la poesía de Bécquer, es la importancia de lo rítmico. El idealismo en Bécquer, ese que privilegia lo espiritual y está asociado a la belleza, sí es un elemento que comparte con el Romanticismo. Para este poeta el amor es “la suprema ley del universo” y aspira a fundirse con el amor, hay algo de misticismo en él, donde el amor vendría a ocupar la figura divina del misticismo religioso. Pero, claro, a lo ideal se opone la realidad material y esto genera en el poeta un estado de decepción, también muy romántico, por cierto. Porque el poeta místico, pensemos en San Juan de la Cruz, avanza en su estado espiritual hasta que finalmente logra la fusión con Dios, pero Bécquer, se eleva sí, pero no logra esa fusión anhelada con el ideal.
El hecho de que las esencias no puedan ser plenamente expresadas genera en el poeta una sensación de frustración. Bécquer fue uno de los primeros en plantear en sus poemas el problema de la poesía. El lenguaje, en cuanto elemento de la realidad, es quién se opone a la concreción de la poesía en el poema. El lenguaje es el material que utiliza, pero éste es rebelde, mezquino, y la poesía es un himno gigante, inalcanzable. El lenguaje es lenguaje de todo, se usa para cosas prácticas, es genérico y por lo tanto es muy difícil expresar lo particular. El lenguaje es sucesivo, por eso él le pedirá en la Rima I la simultaneidad “suspiros y risas colores y notas”.
Rima I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Otro elemento que aleja a Bécquer de las concepciones románticas es la gran importancia que le da a las sensaciones, en este sentido también podríamos decir que es un precursor de la poesía simbolista, pues esta se caracteriza por darle mucho valor a lo sensorial.
Si aplicáramos la teoría romántica de que la poesía es una acción espontánea, inmediatamente después del sentimiento tendría que venir el poema, y Bécquer dice: “Cuando siento no escribo”, esta es una frase lapidaria, que desmiente toda la teoría romántica. Él le da mucha importancia a la misión de la memoria para la creación poética. Antes de llegar al poema hay un filtro, una deconstrucción, que es la memoria, esta ayuda a desmaterializar el sentimiento, dejar pasar lo anecdótico, para llegar a la esencia, así se llega al poema. Para Bécquer la poesía no es una creación espontánea, el poeta tiene que calcular lo que va a decir y los medios por los cuales lo va a hacer.
El hecho de que Bécquer haya reflexionado tanto sobre la poesía muestra una visión bastante moderna. El conflicto con el lenguaje explica algunos de los recursos preferidos de este poeta, entre ellos la anáfora. Esta figura retórica, aparte de resaltar lo conceptual, tiene una finalidad rítmica. Bécquer pretende superar la linealidad de lenguaje y paradójicamente lo intenta hacer con la anáfora que es un recurso lineal. Es una poesía que busca crear una sensación de simultaneidad y sobre todo busca crear una verdadera tensión lírica. Generalmente la anáfora va vinculada con otro recurso, por ejemplo, con la postergación de algún elemento para el final, de esta manera el final tiene más fuerza.
Rima LII
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego encienden las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!

Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Combinada ya sea con anáfora o con estribillo, la postergación es uno de los recursos más usados en Bécquer.
El paralelismo entre estrofas cumple una función intensificadora. Versos de la misma estructura, que además están expresando vivencias similares tienen más fuerza. En la Rima LII, las tres primeras estrofas tienen una estructura idéntica. Empieza cada una de las estrofas con una invocación, por lo tanto, comienzan con un mismo tono, muy intenso, muy elevado. Las tres están acentuadas en la primera sílaba y el acento en primera sílaba es muy enfático. Aquí lo que hace Bécquer es combinar un aspecto retórico con un aspecto rítmico. El desarrollo es idéntico, luego viene una subordinada, que muestra el objeto invocado en acción. Los elementos están caracterizados por la violencia y son mostrados en acción. Se invocan elementos distintos, pero que comparten la violencia y tienen una misma estructura. El tercer verso de cada una de las estrofas dice cómo quiere ser llevado, todavía aquí tenemos un paralelismo. Reserva el pedido para el final, sino quedaría diluido. Lo coloca en un verso corto, en una estrofa de pie quebrado.
-          Invocación
-          Concentración de la súplica
-          Pie quebrado
El sentimiento de desesperación y angustia está creado y Bécquer no necesitó nombrarlo. Al final de la cuarta estrofa viene el motivo por el cual suplicó (tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas). A veces en un poema puede vincularse todo, anáfora, postergación, a veces no. A esto hay que sumarle que Bécquer prefiere la asonancia, que no era la rima usada por los románticos españoles. La rima asonante es mucho más tenue, menos previsible y Bécquer busca precisamente eso, evitar lo previsible. Hay un gusto por la estrofa de pie quebrado que le permite hacer una serie de juegos rítmicos, que le posibilita destacar lo que quiere en los versos cortos. El estilo de Bécquer en las Rimas es muy conciso, muy sobrio. Si lo comparamos con otros románticos, vemos como Bécquer en sus Rimas adjetiva muy poco. Es también un poeta poco metafórico, en él importa más el ritmo que la metáfora.

Luego de esta breve introducción al tema, en el próximo número de vadenuevo comenzaré a estudiar en profundidad alguna de las principales Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Septiembre de 2017.

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