En el Teatro
Adolfo Mejía de la ciudad de Cartagena de Indias (miércoles 22 de agosto de
2018). De izquierda a derecha, los escritores: Sandra Pinzón, Fernando Chelle,
José Luis Díaz Granados y Delfín Sierra Tejada.
Desde el Mar Caribe, hasta una orilla del Río
de la Plata
Conferencia brindada en la Corporación
Universitaria Autónoma de Nariño, de Cartagena de Indias, el miércoles 22 de
agosto de 2018, en el marco del XVI Parlamento Internacional de Escritores [1]
Por Fernando Chelle
Muy
buenas tardes para todos, para mí siempre es un gusto poder saludarlos y
también poder compartir parte de mi trabajo literario aquí en el Parlamento
Internacional de Escritores de Cartagena.
Tuve
el gusto de conocer al escritor José Luis Díaz Granados a finales de septiembre
del año pasado en el municipio de Chiquinquirá. Allí tuvo lugar el XXXVIII
Encuentro Internacional de Escritores, ese gran evento literario que año a año
organiza nuestro común amigo el periodista y escritor Raúl Ospina Ospina. La
primera ocasión en la que tuvimos oportunidad de intercambiar algunas palabras
con José Luis, fue en un café que se encuentra justo enfrente del parque
principal de Chiquinquirá, donde está esa iglesia tan importante para los
católicos colombianos. En esa mesa de Café también nos acompañó el escritor
Efraín Vergel Alarcón, presidente actual de la Academia Tolimense de la Lengua.
Como era algo de esperarse, nuestra conversación enseguida tomó el rumbo de la
literatura. Uno de los temas al que hizo referencia José Luis, al enterarse de
que yo era un escritor uruguayo, fue al de la poesía femenina uruguaya. Me
comentó que siempre le había llamado la atención la cantidad de mujeres poetas,
y de buenas poetas, que había dado un país tan pequeño como el Uruguay. Y me
contó que tanto le había llamado la atención ese tema, que en una oportunidad
había escrito un artículo titulado “El país de las mujeres poetas”, y que sí me
interesaba, fácilmente lo podía encontrar en Internet.
Por
supuesto que una vez que retorné a Cúcuta, luego de que finalizara el evento
literario de Chiquinquirá, me puse a buscar, y encontré, el escrito al cual
José Luis se había referido en esa charla, aquella tarde fría y gris de septiembre.
Y es precisamente de ese artículo literario de José Luis Díaz Granados, del
cual les voy a hablar la tarde de hoy. Porque se trata de un escrito que me va
a permitir como conferencista, desarrollar una doble intencionalidad, por un
lado, exaltar la figura de José Luis Díaz Granados como un escritor que no
solamente ha escrito poesía y ficciones narrativas sino que además ha sido un
gran estudioso de la literatura latinoamericana; y por otro, lado me va a
permitir poder compartir con todos ustedes una serie de referencias que el
autor hace a lo largo de ese texto, que yo estoy convencido de que son
fundamentales, no sólo para la literatura uruguaya sino para la gran literatura
que se ha escrito desde este continente.
En
el artículo, publicado por la revista mexicana “Círculo de poesía” el 16 de junio de 2012, antes de centrarse en
las figuras más representativas de la poesía femenina uruguaya, Díaz Granados,
hace referencia a tres aspectos destacables de la literatura del país. En
primer lugar, menciona a los escritores uruguayos más conocidos
internacionalmente, luego, a los que de alguna manera marcaron la historia de
la literatura uruguaya y, finalmente, se refiere al extraño aporte que Uruguay
hizo a la historia de la literatura francesa. Dentro de los escritores más
conocidos internacionalmente nombra, en primer lugar, a Juan Carlos Onetti, el
novelista más grande que ha dado Uruguay a lo largo de toda su historia, autor
de El pozo, La vida breve, Los adioses,
El Astillero, Juntacadáveres, entre tantas otras obras, el creador de Santa
María, esa ciudad imaginaria donde habitan tantos magníficos personajes.
Continúa
con Felisberto Hernández, el cuentista más original que ha dado el país, esa
originalidad, ese no parecerse a nadie, en un principio llevó a que este autor
haya sido infravalorado por aquellos que, como dijo Ángel Rama, se creen los
dueños de la cultura, los que sin que nadie sepa con qué autoridad o
conocimiento decretan lo que es buena o mala literatura. Lo cierto es que luego,
para reivindicar a este autor, llegaron voces como la de Italo Calvino,
diciendo que Felisberto era un especialista dentro de la cuentística
latinoamericana, Julio Cortázar, quien dijo que todo lo maravilloso y oscuro
del mundo se encuentra en la obra de Felisberto, y entre otras muchas, voces
como la de Gabriel García Márquez, quien expresó que, de no haber leído a
Felisberto, nunca hubiese llegado a ser el escritor que fue.
Luego
menciona a Mario Benedetti, un hombre de letras que incursionó en todos los
géneros literarios, conocido fundamentalmente por su poesía, en sus dos grandes
líneas temáticas, la poesía amorosa y la social, pero que también nos dejó
novelas como La tregua, El cumpleaños de Juan Ángel y libros de
cuentos como Montevideanos y esa obra
de teatro, imprescindible, titulada Pedro
y el Capitán.
El
último escritor referido, dentro de los escritores uruguayos más conocidos
internacionalmente es Eduardo Galeano, otro gran intelectual latinoamericano
que influyó como pocos en los diferentes movimientos políticos y sociales que
se han dado a lo largo de América Latina y el mundo, con obras trascendentales
como Las venas abiertas de América Latina
y Memoria del fuego, entre otras.
Dentro
de los escritores que de alguna manera marcaron la historia de la literatura
uruguaya, Díaz Granados comienza refiriéndose a Juan Zorrilla de San Martín,
conocido como el poeta de la patria, creador, entre otras muchas obras, de esa
epopeya nacional llamada a Tabaré,
obra que cuenta la historia de amor entre un indígena y una mujer blanca y que
tiene como telón de fondo la guerra entre charrúas y españoles a finales del
siglo XVI. Continúa con José Enrique Rodó, el máximo representante del
modernismo en Uruguay, escritor de varias obras entre las que se destacan
fundamentalmente, Ariel y Motivos de Proteo. Se refiere también a
Florencio Sánchez, padre del teatro moderno rioplatense, creador de obras como M'hijo el dotor, Barranca abajo, El desalojo,
entre otras tantas. Se cierra la referencia a escritores históricos, con el más
grande de los cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, el señor
Horacio Quiroga. Muchos serían los libros que podría recomendar de él, pero
bueno, creo que, haciendo referencia a Cuentos
de Amor de locura y de muerte, ya sería suficiente.
De
los poetas uruguayos que influenciaron la literatura francesa, por cuestiones
de tiempo, haré referencia únicamente a Isidore Ducasse, más conocido como El
conde de Lautréamont, el creador de los famosos Cantos de Maldoror, que tanta importancia tuvieron dentro del
movimiento surrealista. Recordemos aquí el manifiesto de André Bretón de 1942,
donde se cita la famosa frase del canto VI de Los cantos de Maldoror, esa que dice: “Bello como el encuentro
fortuito, en una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”.
Pero
no todo termina aquí, dice José Luis Díaz Granados, y ahora citó textualmente
el artículo del escritor colombiano: “Uruguay se destaca por poseer un extraño
y hermoso privilegio, es el país que más mujeres poetas ha producido en el
planeta con respecto a su tamaño geográfico y demográfico, y teniendo en cuenta
la alta calidad de sus obras”.
Se
nombran, a lo largo del artículo que me ha servido como base para esta
conferencia, más de veinte poetas mujeres de enorme calidad. Con la injusticia
que implica cualquier tipo de selección, yo voy a elegir las tres que creo son
las voces femeninas más importantes de la literatura uruguaya, y las elegiré no
para comentarlas o referenciarlas como he hecho con los demás autores, sino que
voy a elegirlas para leerlas y precisamente con la lectura de un poema de cada
una de estas tres grandes poetas, culminare mi conferencia.
María Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924)
Invocación
Oh
noche embriagadora
hecha
de soledad y de desesperanza,
que
brindas en tu copa de azabache y de estrellas
sobre
la tierra ardiente en quietud derramada.
Noche
de las delicias mudas y negativas
de
que gozan los muertos vivos como fantasmas,
abrochando
en la sombra su carnal vestidura
marchita
de enflorar la fiesta meridiana.
Noche,
noche infinita, rincón de los olvidos,
perdón
de penitentes que nunca hicieron nada
más
que cargar a solas el pesado madero
sobre
la ligereza cautiva de sus alas...
Te
espero día a día
para
esconder mis horas en la paz de tu lápida,
cuando
las ondas vivas su vibración aquietan
bajo
la fuerza ignota de atávicos nirvanas,
y en
invisibles soplos
el
numen secular su inspiración levanta
del
fondo de los tiempos para siempre extinguidos,
aunque
la rueda cósmica traiga sus añoranzas.
Yo
no sé lo que dice tu boca abierta y muda
al
que doró su tienda con oro de esperanza,
pero
yo sé que sabes con amorosa ciencia
tenderte
suavemente sobre el alma cansada.
Tu
voz dice en silencio tu eternidad futura;
la
rúbrica del "Fin" está en tu obscura mancha,
aunque
a besarte vengan en sus carros sonoros
con
sus aureolas rubias las doncellas del alba.
Todavía
los mundos
relucen
en la bóveda de tu urna sagrada;
un
viejo tesorero se ha dormido en los tiempos
y ha
olvidado en tu fondo sus últimas alhajas...
Dale
a los benditos que todavía sueñan,
tus
áureas lentejuelas y tu hostia de plata,
y a
mí, que te deseo inextinguible y única,
dame
la eternidad de tu silencio, oh Hermana.
Delmira Agustini (1886-1914)
Explosión
¡Si
la vida es amor, bendita sea!
¡Quiero
más vida para amar! Hoy siento
que
no valen mil años de la idea
lo
que un minuto azul de sentimiento.
Mi
corazón moría triste y lento...
Hoy
abre en luz como una flor febea.
¡La
vida brota como un mar violento
donde
la mano del amor golpea!
Hoy
partió hacia la noche, triste, fría...
rotas
las alas, mi melancolía;
como
una vieja mancha de dolor
en
la sombra lejana se deslíe...
¡Mi
vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi
vida toda es una boca en flor!
Juana de Ibarbourou (1892-1979)
Vida garfio
Amante:
no me lleves, si muero al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna
fuente”
A flor de tierra, amante. Casi sobre la
tierra,
donde
el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados
en tallos, suban a ver de nuevo
la
lámpara salvaje de los ocasos rojos.
A flor de tierra, amante. Que el tránsito así
sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del
viento.
Yo
sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán
estarse quietas.
Que
siempre como topos arañarán la tierra
en
medio de las sombras estrujadas y prietas.
Arrójame
semillas. Yo quiero que se enraícen
en
la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por
la parda escalera de las raíces vivas
yo
subiré a mirarte en los lirios morados!
Dice
José Luis Díaz Granados al final de su artículo “El país de las mujeres
poetas”: “Estoy seguro de que en las antologías de la novísima poesía del
Uruguay abundan las mujeres con textos maravillosos. En fin, algo muy especial
debe tener un territorio tan pequeño para que en él habiten quienes a un mismo
tiempo son poetas y poemas”.
Muchas
gracias, José Luis, y muchísimas gracias también a todos ustedes.
Cartagena de Indias, 22 de agosto de
2018
[1] El Parlamento Internacional
de Escritores de Cartagena de Indias, desde el año 2014, viene exaltando la
vida y la obra de diferentes escritores colombianos. En el año 2018, uno de los
escritores homenajeados fue, precisamente, José Luis Díaz Granados, hecho que
motivó la escritura del presente artículo.
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