Fernando Chelle
lunes, 27 de abril de 2020
Conferencia: Gabriel García Márquez y el cuento, esa mágica forma de contar
El martes 21 de abril, en el marco de la "Semana del Idioma" de la Universidad de Pamplona, a las 3 de la tarde, a través de f LIVE, brindé una conferencia sobre la obra cuentística de Gabriel García Márquez. Si bien se trató de una transmisión abierta, estuvo dirigida, fundamentalomente, a los estudiantes de la Licenciatura en Lengua Castellana y Comunicación , de dicha universidad.
Lectura del poema "Arrepentimiento", por María Laura Duque Gómez
El poema "Arrepentimiento", texto ganador del PREMIO SACRA LEAL DE POESÍA, organizado por Cuentamontes, de Alicante, España (febrero de 2019), es leído por María Laura Duque Gómez, del Semillero de Declamadores Rosita Santos, de Chinú, Córdoba, Colombia.
Fernando Chelle
domingo, 26 de abril de 2020
POETAS DE ALLENDE LOS MARES (Josep Lleixà Fernández), textos de Fernando Chelle
La obra titulada POETAS DE ALLENDE LOS MARES, del poeta y traductor Josep Lleixà Fernández, comprende la traducción al catalán de sesenta y dos poetas de catorse países latinoamericanos.
Poemas de Fernando Chelle, traducidos al Catalán por Josep Lleixà Fernández
RESSORTS DE LA PARAULA - MUELLES DE LA PALABRA
RESSORTS DE LA PARAULA
La
evanescència de la paraula em salva del mundanal soroll,
n'hi
ha de sentimentals, impressionistes, pintores,
són espirals del
verb etern
que ens frega a la gola,
als pulmons.
L'himne gegant segueix anunciant i corre,
es ramifica i com sempre es dilata en noves ombres.
Les pàgines brillen,
ara resplendeixen i es modifiquen,
però són pàgines,
no fum, perfum, so o vent.
La paraula cavalca
sobre el nous corsers,
companys del poeta que segueix cantant,
cridant, vivint,
ara despullat de la mètrica encotillada i de la rima
repressora,
ara lluny del marbre i les escalinates
camina pels carrers amb tot el pit al vent.
La paraula ja no vol ser el formatge de les rates,
vol ser, immediata i quotidiana,
enamorada dels guants,
carrers, la sopa i les arnes.
Vaig preferir beure els teus ismes,
sargir-te, encastar-te i presentar-te pura,
directa i palpitant,
amb un verb lliure que viatja
cap agafadors que l’acabin de fer néixer,
on habiten els meus col·laboradors
els meus germans.
MUELLES
DE LA PALABRA
La evanescencia de la palabra
me salva del mundanal ruido,
las hay sentimentales,
impresionistas, pintoras,
son muelles del verbo eterno
que nos roza en la garganta,
en los pulmones.
El himno gigante sigue
anunciando
y corre, se ramifica y como
siempre
se dilata en nuevas
sombras.
Las páginas brillan,
ahora resplandecen y se
modifican,
pero son páginas,
no humo, perfume, sonido o
viento.
La palabra
cabalga sus nuevos corceles,
compañeros del poeta
que sigue cantando, gritando,
viviendo,
ahora despojado del métrico
corsé
y de la rima represora,
ahora lejos del mármol y las
escalinatas
camina por las calles con todo
el pecho al viento.
La palabra ya no quiere ser el
queso de las ratas,
quiere estar ahí, inmediata y
cotidiana,
enamorada de los guantes, las
calles,
la sopa y las colmenas.
Preferí beber tus ismos,
zurcirte, engarzarte y
presentarte
pura, directa y palpitante,
con un verbo libre que viaje
hacia asideros que lo terminen
de nacer,
donde habitan mis cómplices,
mis hermanos.
PENEDIMENT - ARREPENTIMIENTO
PENEDIMENT
Ho confesso,
he assassinat papallones.
he assassinat papallones.
Sovint sortia amb el meu germà
quan el sol calcinava la migdiada
armat d'una branca,
com més frondosa millor.
quan el sol calcinava la migdiada
armat d'una branca,
com més frondosa millor.
El dia, que queia
costa avall
a morir al riu
es fragmentava en papallones
n’hi havia de grogues
taronges majoritàriament
i altres
que semblaven tenir un rellotge entre les ales.
costa avall
a morir al riu
es fragmentava en papallones
n’hi havia de grogues
taronges majoritàriament
i altres
que semblaven tenir un rellotge entre les ales.
Venien volant per la claredat
esquivant invisibles
com si sabessin
de l'existència del gegant
que les esperava.
esquivant invisibles
com si sabessin
de l'existència del gegant
que les esperava.
Venien zigzaguejant
el seu temps de serpentina
regalant la seva fràgil bellesa
sense preveure
la precipitació de la branca
de naturalesa violentada.
el seu temps de serpentina
regalant la seva fràgil bellesa
sense preveure
la precipitació de la branca
de naturalesa violentada.
Venien amb el sol de les cigales
en el seu ball arítmic i silenciós
a morir a plena llum
en lúdic assassinat.
en el seu ball arítmic i silenciós
a morir a plena llum
en lúdic assassinat.
Quina pena dóna confessar!
he assassinat papallones
he estat un vil soldat
que va aixecar les seves armes
contra la bellesa.
he assassinat papallones
he estat un vil soldat
que va aixecar les seves armes
contra la bellesa.
ARREPENTIMIENTO
Lo
confieso,
he
asesinado mariposas.
Solía
salir junto a mi hermano
cuando
el sol calcinaba la siesta
armado
de una rama,
cuanto
más frondosa mejor.
El
día, que caía
cuesta
abajo
a
morir en el río
se
fragmentaba en mariposas
las
había amarillas
naranjas
en su mayoría
y
otras
que
parecían tener un reloj entre las alas.
Venían
volando por la claridad
esquivando
invisibles
como
si supieran
de la
existencia del gigante
que
las esperaba.
Venían
zigzagueando
su
tiempo de serpentina
regalando
su frágil belleza
sin
prever
la
precipitación de rama
de
naturaleza violentada.
Venían
con el sol de las chicharras
en su
baile arrítmico y silencioso
a
morir a plena luz
en
lúdico asesinato.
¡Qué
pena da confesarlo!
he
asesinado mariposas
he
sido un vil soldado
que
levantó sus armas
contra
la belleza.
Fernando Chelle
viernes, 24 de abril de 2020
Prólogo del libro "Asepsia", de José Ignacio Cáceres Serna
Prólogo
Un asomo a la esterilización lingüística
“Bello como el
encuentro fortuito, en una mesa de disección,
de una máquina de
coser y un paraguas”
Isidore Ducasse,
Conde de Lautréamont
Siempre es
interesante entrar en contacto con una producción artística de José Ignacio
Cáceres Serna. Y hablo de producción artística, así en general, porque tratándose
de su persona, podría estar refiriéndome a artes plásticas, escénicas,
producciones en formato acústico, o a una obra literaria, como es el caso que
nos ocupa. Es algo atrayente, porque se trata de un artista integral, sensible
ante las diferentes manifestaciones estéticas, alguien que en ocasiones hasta
nos sorprende con artefactos híbridos, y sirva como ejemplo su poemario de 2016
Color inn color hado, un claro producto donde parecen fusionarse el
pintor con el poeta. Pero quizás ese poemario de los colores no sea el texto
más indicado para comenzar a decir algunas palabras sobre Asepsia. Este
nuevo trabajo, si bien comparte con Color inn color hado el hecho de que
se trata de un libro de poemas, técnicamente está mucho más próximo a otras
obras poéticas del autor, como por ejemplo La poesía y el apotegma de
2015, como Oraciones y poblaciones de 2017, o incluso, como su último
poemario, publicado el año pasado, titulado En silencio. Si reparamos en
estas últimas tres obras, veremos que tienen en común que los textos comienzan
con una misma palabra. En la obra de 2015, los poemas se abren con la palabra
“ajenos”, en la de 2017 con la palabra “explosión” y en la de 2018, los textos
se abren con las palabras que dan nombre a la obra “en silencio”. Esto es justamente
lo que sucede con el poemario Asepsia, donde los diferentes poemas comienzan
con el término que da título a la obra. Se trata de un conjunto de más de
setenta textos breves (entre cinco y diez versos libres cada uno de ellos), en
donde Cáceres desarrolla un universo literario muy diverso. Lo que hace
justamente es diversificar el término “Asepsia” connotarlo de las formas más
inimaginables, para que le permita referir múltiples temáticas. Conceptos
trascendentales como el tiempo y el espacio, comentarios sobre el
comportamiento del hombre en la sociedad y frente a la naturaleza, las
pasiones, los sentimientos, el arte, la espiritualidad, en fin, todos los temas
parecen ser abordados por el poeta, partiendo de un término que, en principio,
parecería incluso poco relacionable con los numerosos aspectos que hacen a la
vida del hombre, porque ese es, en definitiva, el pilar sobre el que se
sostiene toda la obra. La voz lírica que encontramos en Asepsia es mucho
más reflexiva y lúdica que anecdótica. No conocemos a través de estos poemas la
vida de un hombre en particular, pero sí nos asomamos a aquello que trasciende
cualquier tipo de cotidianeidad. Pero bueno, parece como si yo quisiera
referirme a todo y me olvidara que usted, amable lector, todavía no ha leído el
libro, así que lo mejor será que me vaya retirando para que usted se asome a la
obra que tiene en las manos, la de un artista polifacético, además de muy
querido. Hágalo, asómese, se lo recomiendo.
Fernando Chelle
San José de
Cúcuta, 25 de julio de 2019
lunes, 13 de abril de 2020
VII PREMIO INTERGENERACIONAL DE ENSAYO Y RELATO BREVE
Finalista del VII PREMIO INTERGENERACIONAL DE
ENSAYO Y RELATO BREVE, organizado por la Fundación para el Progreso UNIR, Zaragoza, España
(noviembre, 2019).
Fernando Chelle
miércoles, 1 de abril de 2020
ESTUDIO CRÍTICO Y ANALÍTICO DE LA POESÍA DE FEDERICO GARCÍA LORCA I
Romance de la luna, luna
Primer análisis literario, del poeta español más
conocido y leído de todos los tiempos.
Por Fernando Chelle
Después
de haber allanado el camino, primero con un artículo sobre la generación del 27
y luego con otro sobre las características de la poesía de Federico García
Lorca, hoy me enfrentaré, sin más rodeos, al análisis literario de uno de los
textos más conocidos del poeta andaluz. Romance
de la luna, luna, el poema con el que se abre el Romancero gitano (publicado
en 1928), será el primero, de una serie de textos poéticos, del que ofreceré
una lectura particular. Porque los estudios críticos y analíticos de la
literatura que suelo realizar no son otra cosa que eso, una lectura personal de
los textos.
Romance de la luna, luna
La
luna vino a la fragua
con su
polisón de nardos.
El
niño la mira, mira.
El
niño la está mirando.
En el
aire conmovido
mueve
la luna sus brazos
y
enseña, lúbrica y pura,
sus
senos de duro estaño.
Huye
luna, luna, luna.
Si
vinieran los gitanos,
harían
con tu corazón
collares
y anillos blancos.
Niño,
déjame que baile.
Cuando
vengan los gitanos,
te
encontrarán sobre el yunque
con
los ojillos cerrados.
Huye
luna, luna, luna,
que ya
siento sus caballos.
Niño,
déjame, no pises
mi
blancor almidonado.
El
jinete se acercaba
tocando
el tambor del llano.
Dentro
de la fragua el niño,
tiene
los ojos cerrados.
Por el
olivar venían,
bronce
y sueño, los gitanos.
Las
cabezas levantadas
y los
ojos entornados.
Cómo
canta la zumaya,
¡ay,
cómo canta en el árbol!
Por el
cielo va la luna
con un
niño de la mano.
Dentro
de la fragua lloran,
dando
gritos, los gitanos.
El
aire la vela, vela.
El
aire la está velando.
El
tema central de este poema, primer romance escrito por Federico García Lorca y
texto con el cual precisamente se abre el Romancero Gitano, es la
dramática muerte en soledad de un niño dentro de una fragua. Se trata de un
romance mítico, de profunda belleza poética, donde las fuerzas de la naturaleza
cobran vida. Con él comienza el clima, la atmósfera que caracterizará a toda la
obra, que es la de un mundo mítico-poético alejado de lo racional y de lo verosímil,
un mundo que funciona como un tejido unitario, donde todo es solidario y donde
no se establecen distinciones entre lo real y lo imaginario, ni entre lo
natural y lo sobrenatural.
En
este primer poema del libro, también, ya podemos apreciar otro aspecto que se
repetirá en los demás textos, la síntesis entre la tradición poética popular
española con la poesía culta, a través de la utilización del romance de verso
octosílabo con rima asonante en los versos pares. Este es un romance
de treinta y seis versos divididos en cuatro estrofas donde encontramos
aspectos que son propios del Romancero viejo (tradicional), como el fuerte
componente narrativo, lo dialógico y, si se quiere, hasta lo dramático, y
también aspectos que pertenecen al romance nuevo, moderno o culto, ese que se
originó en el Siglo de Oro, como por ejemplo, el estilo lingüístico depurado,
enriquecido estéticamente. Otro aspecto del poema que presenta características
tanto del romancero tradicional como del nuevo es la forma de estructurar la
versificación. Del romancero tradicional, Lorca toma la clásica tirada de
versos, mientras que de los cultores más modernos toma la cuarteta, o estrofa
de cuatro versos. Sirva esta aclaración para decir que el Romance de la
luna, luna está estructurado en cuatro estrofas, las dos primeras dignas
herederas del Romancero viejo y las dos finales del nuevo: la primera (verso 1
al 20) es una tirada de veinte versos, la segunda (verso 21 al 28), es otra
tirada de ocho versos, mientras que las dos últimas estrofas (verso 29 al 32) y
(verso 33 al 36) son dos cuartetas. A su vez, esta estructuración externa del
poema está directamente relacionada con la estructura narrativa interna que
presenta, ya que podemos establecer en su construcción, a partir de los
espacios en que transcurre la acción y la participación de los personajes
intervinientes, cuatro momentos, cada uno coincidente con cada una de las
estrofas. Por ejemplo, en la primera estrofa (tirada del verso 1 al 20) la
acción transcurre en el interior de la fragua y participan la luna, el niño y
el aire; en la segunda estrofa (tirada del verso 21 al 28) la acción continúa
en la fragua, pero también está presente en el llano y en el olivar y se suman el
jinete y los gitanos; en la tercera estrofa (cuarteta del verso 29 al 32) la
acción se traslada a un árbol y al cielo y aparece la zumaya; finalmente, en la
cuarta estrofa (cuarteta del verso 33 al 36) la acción regresa a la fragua,
donde vuelve a aparecer el aire, aunque ahora con una actividad diferente a la desempeñada
en la primera estrofa.
La
luna vino a la fragua
con su
polisón de nardos.
El
niño la mira, mira.
El
niño la está mirando.
El
inicio del poema responde, en todas sus líneas, a las características propias
del romancero tradicional. No sólo porque comienza con una estrofa que es una
tirada, sino porque además el material narrativo es presentado de forma
abrupta. Hay un yo lírico (que a su vez es un yo narrador) con un punto de
vista interno. La historia se nos contará desde adentro de la fragua, que es en
donde se encuentra la voz lírica-narrativa, de ahí la utilización del “vino”
(pretérito perfecto simple del verbo venir). Esa voz poética, es la de un
testigo ocular de los acontecimientos, que presencia la llegada súbita,
abrupta, de la luna a la fragua. Nos enfrentamos en este poema, desde el
comienzo, con una personificación, una prosopopeya, donde el bello astro,
satélite natural de la tierra, en la forma de una mujer elegante, se hace
presente en el ámbito natural de trabajo del pueblo gitano, en la fragua.
Estamos aquí en un mundo donde el plano de lo real o verosímil aparece
fusionado con lo irreal o sobrehumano. El empleo del artículo determinado “la”
utilizado por la voz poética para referirse a la fragua contribuye a darle ese
carácter mítico también al lugar donde transcurrirá la acción, porque esta no
es cualquier fragua, es “la “fragua”, un lugar al parecer conocido, familiar,
para la voz, un lugar mítico-poético por excelencia.
En los
cuatro primeros versos, con gran poder de síntesis, la voz lírica-narrativa nos
muestra el panorama inicial, de lo que podríamos llamar la escena dramática, y
nos presenta a los dos principales personajes, la luna (que representa de
manera simbólica la presencia de la muerte), y el niño, la víctima de esa
visita siniestra. A su vez, son versos que dividen la atención a los personajes
de forma equilibrada, los dos primeros se ocupan de la luna y el tercero y el
cuarto, del niño. La llegada a la fragua de la luna-mujer, ataviada de forma
elegante y anacrónica establece, en principio, un contraste estético con el
rústico lugar de trabajo de los gitanos. La joven víctima, que ya se encontraba
en el lugar, parece quedar absorta ante la presencia de la luna, lo que el
poeta ilustra muy bien con un recurso típico de los romances tradicionales, la
repetición. Los dos versos que describen al niño, además de ser anafóricos,
establecen un paralelismo sinonímico, donde la repetición del verbo mirar (en
tercera persona del presente del indicativo) y la perífrasis verbal, (también
en presente) donde el gerundio del verbo mirar parece alargar la acción, son
muestras claras de la fascinación en la que se encuentra inmerso el niño. Y me
detengo en las formas verbales y sus tiempos, porque este también es otro
recurso que Federico García Lorca heredó del romancero tradicional, la
alternancia del pasado de las narraciones con el presente del narrador. Aquí
vemos que la luna “vino” (pasado), pero sin embargo el niño “la mira”
(presente), este es un recurso que ayuda a renovar la acción y que le da un
carácter dramático al discurso, es como si nosotros (lectores o escuchas)
estuviéramos contemplando la escena que se está desarrollando en la fragua.
En el
aire conmovido
mueve
la luna sus brazos
y
enseña, lúbrica y pura,
sus
senos de duro estaño.
El
aire es otro elemento de la naturaleza que aparece personificado (prosopopeya).
El impacto que produce la presencia de la luna en la fragua no sólo deslumbra
al niño, sino que otros elementos de la naturaleza también se ven afectados.
Este es un recurso literario muy bien utilizado por Federico García Lorca, que
se encuentra en numerosos textos del Romancero gitano. Es un encanto de
la poesía de todos los tiempos dotar a la naturaleza de personalidad, de
lenguaje, para que el hombre pueda entrar en una comunicación directa con ella.
El poeta elige estructurar el discurso de esta micro unidad temática, que
suponen los cuatro versos, en forma de hipérbaton, donde justamente se resalta
la conmoción del aire que, a diferencia del niño, parece saber cuál será el
final de los acontecimientos. Parece saber que, tras esa misteriosa danza
ritual, casta, pero a su vez lujuriosa, como se expresa en la antítesis
“lúbrica y pura”, se esconde una finalidad funesta, la de seducir al niño para
llevárselo con ella, para llevarlo a la muerte. Es muy significativo que los
senos de la luna sean de “duro estaño”, porque se trata de un metal, de una
materia prima del trabajo de los gitanos, y si bien el atuendo elegante de la
luna contrasta con ese lugar de trabajo que supone la fragua, también, de
alguna manera, es como si ella estuviera mimetizada con el mundo de los gitanos
a través de los metales.
Huye
luna, luna, luna.
Si
vinieran los gitanos,
harían
con tu corazón
collares
y anillos blancos.
Niño,
déjame que baile.
Cuando
vengan los gitanos,
te
encontrarán sobre el yunque
con
los ojillos cerrados.
Huye
luna, luna, luna,
que ya
siento sus caballos.
Niño,
déjame, no pises
mi
blancor almidonado.
En
estos doce versos, con los que se cierra la primera tirada y el primer momento
del poema, encontramos otro procedimiento típico de los romances, el diálogo.
El poeta elige pasar al estilo directo, con lo que el texto se dramatiza y nos
permite a los lectores (o a los escuchas llegado el caso) entrar en contacto
con el sentir de los personajes. El diálogo, incluido en el texto sin ningún
verbo introductorio, ya que entramos directamente en contacto con la voz del
niño, está repartido entre los dos personajes principales de forma equilibrada,
a cada uno de ellos se les otorgan seis versos, divididos en dos
intervenciones, una de cuatro versos y otra de dos. Es importante reparar que
los verbos en ambas intervenciones están en imperativo, porque esto nos sirve
para descubrir el contraste que se establece entre las actitudes de los actores
involucrados, ya que mientras el niño con su imperativo “Huye”, muestra
afectividad, e intenta proteger a la luna, ésta, con su imperativo “déjame”
está mostrándole al niño, su superioridad, su desprecio. El pedido, casi
suplicante del niño, tiene la intención de proteger a la luna de la inminente
llegada de los gitanos, muy próximos a la fragua, ya que se escuchan sus
caballos. El pequeño protagonista, si bien se encuentra seducido por la luna y
su baile misterioso, es consciente de que la naturaleza del astro es de metal y
bien podría ser utilizada como material de trabajo por los gitanos. Esto hace
que yo no vea a este niño como a un representante de la colectividad gitana
(que es la lectura más generalizada que tiene este poema), sino que para mí
este es un niño inocente, puro, que seguramente ha crecido mamando la opinión
de que los gitanos, además de trabajar con metales, suelen ser gente peligrosa,
con un estilo de vida al margen de lo convencional. Esto lleva a que el niño
advierta a la luna del peligro que corre, ya que los gitanos, más que admirar
su belleza, verán en ella una finalidad utilitaria. Pero poco le importan a la
elegante, distante y aristocrática dama de la noche las advertencias del niño,
ella lo que quiere es seguir bailando, continuar con su danza ritual. No
permite ni siquiera que el niño se le acerque, sabe a lo que vino y también lo
que sucederá, por eso lanza una profecía que finalmente se cumplirá, y a
diferencia de los peligros profetizados por el niño, que no se concretan, el
pequeño sí terminará con los ojillos cerrados.
El
jinete se acercaba
tocando
el tambor del llano.
Dentro
de la fragua el niño,
tiene
los ojos cerrados.
Por el
olivar venían,
bronce
y sueño, los gitanos.
Las
cabezas levantadas
y los
ojos entornados.
En
esta segunda tirada, correspondiente al segundo momento del romance, el poema
retoma el tono narrativo con el que comenzó, se introducen nuevos personajes
(el jinete y los gitanos) y también dos nuevos escenarios, el llano y el
olivar. Este es un jinete, que al igual que la luna, es símbolo de la muerte.
Mientras él se acerca, el niño yace muerto en la fragua, tal como lo profetizó
la luna. El poema pasa a narrar los acontecimientos que se están dando en dos escenarios
de forma paralela. La magnífica metáfora que alude al galope del caballo
“tocando el tambor del llano”, muestra la proximidad a la fragua de este
personaje y es como un anuncio siniestro de lo que ha sucedido con el niño. Se
ha cumplido la profecía de la luna, el niño ha muerto, aunque el narrador elija
para decírnoslo el eufemismo utilizado anteriormente por la luna “tiene los
ojos cerrados”. Los gitanos aparecen por vez primera en el poema, ya habían
sido aludidos por el niño, en el olivar, símbolo inequívoco de la geografía
andaluza. Se los ve imponentes, altivos, poderosos, el yo lírico-narrativo, que
deja ver su admiración hacia el pueblo gitano, los describe metafóricamente
como estatuarios e idealistas “bronce y sueño”.
Cómo
canta la zumaya,
¡ay,
cómo canta en el árbol!
Por el
cielo va la luna
con un
niño de la mano.
Esta
tercera estrofa, igual que la última, es una cuarteta, como dije cuando me
referí a la estructura externa del poema, una estructura expresiva que se
corresponde con los romances más modernos. Aquí encontramos otro personaje, la
zumaya, y otros escenarios diferentes a los vistos, ya que la acción tendrá
lugar en un árbol y en el cielo, y se desarrollará de forma paralela. Los dos
primeros versos, los que abarcan el canto agorero y lastimero de la zumaya y el
lamento del narrador, responden a lo que se nos describe en los dos versos
finales de la estrofa. Esta estrofa encierra el desenlace de la historia, donde
vemos como la luna, símbolo de la muerte en el poema, ha logrado su cometido y
ahora sí toca al niño, lo lleva de la mano, pero claro, el pequeño va con los
ojos cerrados.
Dentro
de la fragua lloran,
dando
gritos, los gitanos.
El
aire la vela, vela.
El
aire la está velando.
Quizás
esos gritos desgarrados de los gitanos en este final, por la muerte del niño,
hayan llevado a la interpretación, casi de forma generalizada, de que se trata
de la muerte de un niño perteneciente a la colectividad gitana. Si esto fuera
así, el niño no se hubiera referido a los gitanos como gente ajena a su
persona, y en cambio los gitanos sí podrían estar llorando la muerte de un niño
sin que obligatoriamente pertenezca a los suyos. Pero bueno, esto no es lo
importante y quizá sea un misterio hasta para el propio poeta. Lo cierto es que
en el cierre del romance predominan los llantos lastimeros de los gitanos. La
acción regresa a la fragua y culmina con la presencia del aire, fiel testigo de
los acontecimientos, que vuelve a aparecer, para velarla.
Artículo publicado en la Revista digital Vadenuevo https://new.vadenuevo.com.uy. Montevideo, Uruguay.
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