viernes, 11 de junio de 2021

Poemas de Fernando Chelle en ÆREA 15, Revista HISPANOAMERICANA de poesía




Fernando Chelle

 

Una de las importantes características de la poética del uruguayo Fernando Chelle es la intensa cercanía que el lector siente, apenas incursiona en sus versos, acerca de los postulados y la forma misma en la que el poeta se expresa. Esta abolición del límite entre autor y lector no es un logro mediano, sino mucho más que llamativo. A través de sus poemas, Chelle nos acerca no solamente a su universo propio, sino que colabora a que tengamos una visión mucho más nítida del nuestro. Un lenguaje llano, por momentos casi coloquial –donde sin embargo no falta la apelación a la referencia culta– anima estos logros que nos permiten edificar, desde nuestro papel de lectores de sus poemas, el paisaje de nuestra propia memoria sensible, merced a la evocación de estados y percepciones que compartimos con el poeta. Poesía visual y fuertemente corpórea, la de Chelle se apoya en sensaciones conocidas por el lector y que vuelven a su conciencia gracias a la habilidad del autor para devolverles su vigencia inmediata.  

Luis Benítez

(Poeta, narrador y ensayista argentino)

 

 

El tiempo es el ahora

 

Este es el tiempo de mi poesía

voz de todos los tiempos que me habitan

y a su vez

palabra cómplice de todos mis hermanos.

A lo lejos, suena dulce una guitarra

y me trae el recuerdo de ese oboe

verde como pradera

como el silencio de los campos.

Este es el tiempo de Homero y también el de Bécquer

porque el himno gigante y extraño

siempre es presente

ya que todas las voces se vuelven un ahora.

 

 

Continuidad de los patios

 

¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio

basto como la noche y más largo que la vida?

En mi verde infancia,

los patios de la memoria se continúan

y llegan hasta esta página

como los robles de la cabaña del monte

hasta el terciopelo de aquel alto sillón.

Son largas extensiones de flores y conejos

con horizontes de perros y

sombras que picotean la tierra

hasta perderse en un pino inclinado donde viven los pájaros.

Todos los patios de mi niño son un gran patio

soy testigo de enredaderas, de enanos de jardín

de naranjos que al evocarlos adquieren color y movimiento.

¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio

basto como la noche y más largo que la vida?

 

 

El jazmín

 

Esperanza blanca de los patios

vertida en una gloria perfumada

que asombra los viejos paredones.

 Eres el cándido silencio matutino de la brisa

y la nocturna fragancia de las sombras.

Quien pudiera con justicia cantar tu blanco destino

tu frescura antigua de manso río en los salones

y alzar temblando una corona alba de palabras

para nombrarte a ti fragante melodía del silencio

el rey de los jardines.

 

 

Oda a la página en blanco

 

La página en blanco es generalmente blanca

y el blanco alude a su vacío

a la nada que contiene

a la posibilidad infinita de discursos

a la ausencia de letras, de palabras.

 

La página en blanco

es una invitación a la fiesta del lenguaje

quiere que la violen

pide que la transgredan

que la irrespeten

para dejar definitivamente de ser

ese vacío infinito del universo

ese material poroso sin corazón

ese desdichado fragmento de la nada.

 

 

Pedazo de papel que me regaló el viento

 

Todavía en el patio las hojas murmuran con el viento

algunas, al desprenderse de las ramas,

caen arrítmicas y silenciosas, esquivando invisibles,

como esas mariposas que entregan al río su tiempo de serpentina.

Todavía en la falda del cerro mi abuelo toma mate silencioso como una sombra

bajo el árbol donde viven los pájaros

donde sus manos viejas de animal manso, rugosas como los troncos,

se encaprichan en componer las mañanas.

Todavía remonto las casas del barrio en esa cometa que construyó mi padre

desde donde veo el lomo brillante y sin ramas del tiempo

disiparse lleno de luz, lleno de ojos, lleno de gritos.

Todavía al invierno lo bebo con el vino de la amistad

alrededor de una mesa con pan, humo y carcajadas

donde la belleza natural de lo trivial y de lo corriente hace su imperio.

Todavía los plátanos cabecean en la plaza

cubren el banco donde me miro en sus ojos

donde escribo esta página,

 amarilla.

 

 

Carne asada

 

La nave en llamas del horizonte

con su hoguera de pájaros y de peces 

es un réquiem por la luz en la isla,

espejo celestial de los fuegos mortales

que los hombres levantan en la arena

como alto tributo a la amistad.

El sueño de la temprana noche 

crece entre los eucaliptus

que danzantes sombrean

en el altar de hierro

la carne colocada.

Lejos, la ciudad con sus perros

ajena al noctámbulo culto

 de vinos y de estrellas

comienza a descansar.

 

 

Arrepentimiento

 

Lo confieso,

he asesinado mariposas.

Solía salir junto a mi hermano

cuando el sol calcinaba la siesta

armado de una rama,

cuanto más frondosa mejor.

El día, que caía

cuesta abajo

a morir en el río

se fragmentaba en mariposas

las había amarillas

naranjas en su mayoría

y otras

que parecían tener un reloj entre las alas.

Venían volando por la claridad

esquivando invisibles

como si supieran

de la existencia del gigante

que las esperaba.

Venían zigzagueando

su tiempo de serpentina

regalando su frágil belleza

sin prever

la precipitación de rama

de naturaleza violentada.

Venían con el sol de las chicharras

en su baile arrítmico y silencioso

a morir a plena luz

en lúdico asesinato.

¡Qué pena da confesarlo!

he asesinado mariposas

he sido un vil soldado

que levantó sus armas

contra la belleza.

 

 

Cosmos, 1984

 

Una luz dulce de mandarina en otoño

calienta el viejo patio de mi niñez,

la fantasía es un colchón de hojas en el suelo

murmurando con un viento de lenguas invisibles,

lo poético ya está allí

es el silencio de ese patio a plena luz

ese niño amando su soledad

absorto en el diamante

que deja al pasar un caracol,

lo mágico es ese lugar sin mar

sin pantalones blancos

sin perfumes corrompidos,

la felicidad,

es la sombra de un árbol

donde viven los pájaros

la sombra que se arrastra en silencio

con olor a mandarinas

para comunicarse

con el viento

las hojas

y las ramas de diamante.

 

 

Variaciones del instante

 

Eres tú; te conozco

porque es igual la tarde

 

José García Nieto

 

Aunque no sepa de este llamado de palabras,

de esta resurrección apócrifa de roídas imágenes

con la que reconstruyo la vida que más quiero

¡Qué fácil has venido

a mi voz, y en qué instante!

Me recuerdas, verso mío,

que todo es lo mismo y no,

que estas madreselvas del jardín,

en flor, como en el tango, y

tupidas, como en las rimas,

son, en cambio, las de la vida.

Son otras y las mismas,

porque es igual y otra la pared

y yo también soy otro siendo el mismo.

Están bajo ese eterno cielo

con su luna, su estrella y su misterio.

¡Qué fácil has venido a recordarme, verso mío,

Que todo es lo mismo y no…

 

 

Muelles de la palabra

 

La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido,

las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,

son muelles del verbo eterno

que nos roza en la garganta,

en los pulmones.

El himno gigante sigue anunciando

y corre, se ramifica y como siempre

se dilata en nuevas sombras.  

Las páginas brillan,

ahora resplandecen y se modifican,

pero son páginas,

no humo, perfume, sonido o viento.

La palabra

cabalga sus nuevos corceles,

compañeros del poeta

que sigue cantando, gritando, viviendo,

ahora despojado del métrico corsé

y de la rima represora,

ahora lejos del mármol y las escalinatas

camina por las calles con todo el pecho al viento.

La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,

quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,

enamorada de los guantes, las calles,

la sopa y las colmenas.

Preferí beber tus ismos,

zurcirte, engarzarte y presentarte

pura, directa y palpitante,

con un verbo libre que viaje

hacia asideros que lo terminen de nacer,

donde habitan mis cómplices,

mis hermanos.    

 

 

Las entrañas y el tiempo

 

Bajo el lomo de brillante pez nocturno

más allá del pecho líquido y sin ramas

tiembla el espejo del tiempo.

Sumergido en un devenir de ondulante luz

renace como dama de la noche ante mis ojos

y allí permanece, en su intermitente presencia

de panóptico eterno.

Cada noche, el brillante pez nocturno

serpentea el tiempo y se disipa

con un embrión de la luz en las entrañas.

 

 

En estos días

 

En el antiguo andamio de la lengua

en el aire, sonando sola, se soporta la palabra

lo demás es el encierro

del hombre el necesario yugo

que la somete

el imperioso triunfo a la memoria

donde descansa la literatura.

Más allá del papel y la anquilosada tradición

de las pantallas y las conservadoras resistencias

lo inaprensible de esta vida canta.

Así que, nada de perros del hortelano

ni de volver con la frente marchita,

porque, cual la generación de los hombres

así las de las hojas,

en estos días

digitales.

 

 

ÆREA. Revista Hispanoamericana de Poesía es una publicación independiente, en formato impreso y electrónico, que aborda la difusión de la poesía en todas sus manifestaciones, con ensayos, creación, traducciones, entrevistas, manifiestos, registros históricos y actuales, voces críticas, muestras antológicas, etc.

Propone a los lectores un espacio de encuentro entre poetas, investigadores y traductores, cuyos trabajos son remitidos al comité editorial por dos prestigiosos consejos internacionales. Tiene su redacción principal en Santiago de Chile y es de frecuencia anual. Está indexada en MLA Modern Language Association Database con el ISSN 0717-3504.

 

 

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