DISCURSO DE RECEPCIÓN
Importancia de la escritura
(Fragmento
del prólogo del libro: “Curso general de lectoescritura y corrección de estilo”,
Colombia, 2014)
La
Real Academia de la Lengua Española nos dice que escribir: es “representar las
palabras o las ideas con letras u otros signos trazados en papel u otra
superficie”.
Las
técnicas de escritura han tenido características particulares en las distintas
épocas históricas y en las diferentes culturas, pero independientemente de las
diferencias que han presentado, lo que las caracteriza es que son una
herramienta de comunicación.
A lo
largo de la historia el hombre tuvo la necesidad de darse a entender, de
expresar sus sentimientos, su imaginación y de transmitir conocimientos a las
generaciones venideras.
En un
principio, dominar las técnicas de escritura fue privilegio exclusivo de unos
pocos, hubo que esperar al Renacimiento y con él a la llegada de la imprenta,
para que la escritura comenzara a masificarse y empezara a jugar un rol
fundamental en el desarrollo social, estableciéndose como un vehículo
imprescindible de expresión humana.
Hoy en
día (y desde hace ya un buen tiempo) estamos viviendo el establecimiento masivo
de la escritura, basta mirar a nuestro alrededor para ver la gran cantidad de publicaciones
que podemos encontrar, a esto debemos sumar toda la prensa y textos escritos
presentes en Internet que, si bien es un medio de comunicación completamente
híbrido donde encontramos las más diversas manifestaciones comunicativas, la
escritura sigue teniendo una importancia capital.
En la
inmensa mayoría de los ámbitos laborales, no solo los profesionales, un buen
manejo de la escritura resulta ser imprescindible. Dominar las técnicas de
escritura, además de ayudarnos a desenvolvernos con idoneidad en nuestras
tareas, funciona como un valor agregado a las aptitudes que podamos tener.
El
aprendizaje de la escritura, no se produce de forma tan natural, como sucede
con la palabra hablada. Para escribir correctamente el individuo debe adquirir
las normas que comprende el código escrito, como también poseer un cierto grado
de desarrollo intelectual. Escribir supone estructurar el razonamiento, ordenar
la temática que queremos expresar para hacerlo de forma adecuada, todo esto implica
procesos mentales más complejos que el del habla, pero eso nos permite dejar un
registro documental del desarrollo de nuestro pensamiento.
Dominar
el código escrito supone manejar correctamente reglas de redacción, de gramática,
pero resulta que en la actualidad estos dominios están en posesión de una
minoría de personas, aquellas que son lectoras de libros y los que suelen
escribir con frecuencia, el ciudadano común parece no reparar en el valor de
esta herramienta que le permitirá expresar sus ideas, analizar y argumentar su
saber y su cultura.
En las
sociedades que muestran poco interés por la lectura, la escritura suele ser
deficiente, mientras que aquellas personas que suelen ser lectoras habituales generalmente
no presentan problemas para escribir. Pero, lamentablemente, resulta que no es
precisamente el hábito de la lectura lo que prevalece hoy en la sociedad. Sobre
todo, los sectores más jóvenes, se han visto seducidos por la tecnología
aplicada a la comunicación, y en la gran mayoría de los nuevos sistemas comunicativos,
que se caracterizan por ser utilitarios y pragmáticos, suelen economizar la
parte lingüística.
La
expresión adecuada, la redacción correcta, ha dejado paso a este tipo de manejo
fragmentario y empobrecedor del código lingüístico, ya sea oral como escrito.
Podemos ver en la actualidad como la lengua escrita se utiliza en forma
corriente en los mensajes de textos, en los correos electrónicos y en otro tipo
de comunicaciones vía internet, pero observamos como la expresión que se
utiliza en estos formatos digitales no se condice con el código escrito y es un
pasaje a la escritura del lenguaje oral. La oralidad y la escritura son dos
códigos diferentes que el redactor debe saber diferenciar, de manera que el
escrito no peque de incoherencias lógicas y sintácticas y que el vocabulario
utilizado no resulte pobre y poco reflexivo.
Hasta
aquí el fragmento
Quiero
finalizar diciendo que, como discurso de recepción, a la honrosa distinción que
hoy me confiere esta academia, que tanto propende a la preservación y
enriquecimiento de nuestra lengua castellana, me pareció oportuno, en lugar de
centrar mis palabras en la literatura, que es en definitiva lo que me apasiona
y a lo que me dedico, extraer este pequeño fragmento del prólogo del libro
“Curso general de lectoescritura y corrección de estilo”, porque se trata
justamente de una obra que pretende, lo que en definitiva y a su modo pretenden
las academias de la lengua, que es brindar las herramientas necesarias para que
los hombres y mujeres hablantes de nuestra lengua, puedan dominar sus técnicas,
y lleguen a expresarse de forma correcta, haciendo uso, tanto del lenguaje oral,
como del lenguaje escrito.
Fernando Chelle
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