Fernando Chelle
miércoles, 31 de octubre de 2018
Apartes: II FESTIVAL DE POESÍA EN MANAURE CESAR
A continuación, les dejo un video con algunos apartes de lo que fue el II FESTIVAL DE POESÍA EN MANAURE CESAR. Manaure, 25 y 26 de octubre de 2018.
lunes, 29 de octubre de 2018
Poesía: Ausencia de ti
(Poema tomado del libro Las flores del tiempo)
Ausencia de ti
Un desierto con objetos
que dejan caer su sombra muerta
por la falta de tu aliento.
Un brillo tenue y triste de cristales
incomparable al resplandor de tus ojos
permanece inmóvil tras una luz
polvorienta.
Un vacío de gotas repetidas
una ausencia de sonidos blancos
de gustos verdes y olores naranjas
han despoblado este refugio,
pero todo pasará,
llegará la vida, y tendrá tus ojos.
Fernando Chelle
· Editorial: CreateSpace
Plataforma Independent Publishing; 1 edición (20 de febrero de 2018)
· ISBN-10: 1985749335
· ISBN-13: 978-1985749337
Las flores del tiempo (Colombia
2018).
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Pintura: La
Gioconda, de Leonardo da Vinci.
lunes, 22 de octubre de 2018
Poesía: Emilio y Gabriel, o la libertad del Hum
(Poema tomado del libro Las flores del tiempo)
Emilio y Gabriel, o
la libertad del Hum
Había que llegar a la casa de Emilio en
medio de la helada,
traspasar el portón del garaje y entrar
allí estaba la sala
el living-comedor
el sitio de reuniones
la sala de fumadores y no fumadores,
allí estaba toda la casa.
Mis recuerdos siempre son de un
invierno
de vino Mauá y tabaco Cerrito
de largas conversaciones con el Fachi,
de encuentros y desencuentros.
Siempre los recuerdo en invierno,
alrededor de una mesa rústica
con platos humeantes
vasos rojos, carcajadas
y migas de pan.
¡Qué buenos amigos!
se parecían tanto a la libertad,
no sé con certeza que ha sido de ellos,
no tengo Mauá y ya no fumo
pero tomaré este vino celebrando sus
vidas
agradeciendo a la mía, habérmelos
puesto en el camino.
Salud.
Fernando Chelle
· Editorial: CreateSpace
Plataforma Independent Publishing; 1 edición (20 de febrero de 2018)
· ISBN-10: 1985749335
· ISBN-13: 978-1985749337
Las flores del tiempo (Colombia
2018).
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Pintura: GESELLIGE
RUNDE, de Fritz Wagner.
viernes, 19 de octubre de 2018
Poesía: Instante III
(Poema tomado del libro Las flores del tiempo)
Instante III
El patio ha sido invadido por los rayos
del sol
son los primeros, pero vendrán más,
irán pintando con su pincel de luz
las pequeñas plantas, el viejo árbol
y finalmente
me pintarán a mí.
El pasto parece gozarse de la tibia
llegada
le resplandece el rostro
y hace saltar una langosta
en señal de alegría.
El palo de mango comienza a vestirse
con nuevas ropas luminosas y extiende
en tormo suyo, una extensa falda de
sombra
donde se han refugiado a picotear
las primeras palomas.
Fernando Chelle
· Editorial: CreateSpace
Plataforma Independent Publishing; 1 edición (20 de febrero de 2018)
· ISBN-10: 1985749335
· ISBN-13: 978-1985749337
Las flores del tiempo (Colombia
2018).
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Pintura: Flores de Joaquín
Soralla
sábado, 13 de octubre de 2018
Discurso de recepción. MIEMBRO DE HONOR, Academia Tolimense de la Lengua
A continuación, les dejo un video con lo que fue mi discurso de recepción, como "Miembro de Honor" de la Academia Tolimense de la Lengua. Biblioteca Darío Echandía, Ibagué, 5 de octubre de 2018.
DISCURSO DE RECEPCIÓN
Importancia de la escritura
(Fragmento
del prólogo del libro: “Curso general de lectoescritura y corrección de estilo”,
Colombia, 2014)
La
Real Academia de la Lengua Española nos dice que escribir: es “representar las
palabras o las ideas con letras u otros signos trazados en papel u otra
superficie”.
Las
técnicas de escritura han tenido características particulares en las distintas
épocas históricas y en las diferentes culturas, pero independientemente de las
diferencias que han presentado, lo que las caracteriza es que son una
herramienta de comunicación.
A lo
largo de la historia el hombre tuvo la necesidad de darse a entender, de
expresar sus sentimientos, su imaginación y de transmitir conocimientos a las
generaciones venideras.
En un
principio, dominar las técnicas de escritura fue privilegio exclusivo de unos
pocos, hubo que esperar al Renacimiento y con él a la llegada de la imprenta,
para que la escritura comenzara a masificarse y empezara a jugar un rol
fundamental en el desarrollo social, estableciéndose como un vehículo
imprescindible de expresión humana.
Hoy en
día (y desde hace ya un buen tiempo) estamos viviendo el establecimiento masivo
de la escritura, basta mirar a nuestro alrededor para ver la gran cantidad de publicaciones
que podemos encontrar, a esto debemos sumar toda la prensa y textos escritos
presentes en Internet que, si bien es un medio de comunicación completamente
híbrido donde encontramos las más diversas manifestaciones comunicativas, la
escritura sigue teniendo una importancia capital.
En la
inmensa mayoría de los ámbitos laborales, no solo los profesionales, un buen
manejo de la escritura resulta ser imprescindible. Dominar las técnicas de
escritura, además de ayudarnos a desenvolvernos con idoneidad en nuestras
tareas, funciona como un valor agregado a las aptitudes que podamos tener.
El
aprendizaje de la escritura, no se produce de forma tan natural, como sucede
con la palabra hablada. Para escribir correctamente el individuo debe adquirir
las normas que comprende el código escrito, como también poseer un cierto grado
de desarrollo intelectual. Escribir supone estructurar el razonamiento, ordenar
la temática que queremos expresar para hacerlo de forma adecuada, todo esto implica
procesos mentales más complejos que el del habla, pero eso nos permite dejar un
registro documental del desarrollo de nuestro pensamiento.
Dominar
el código escrito supone manejar correctamente reglas de redacción, de gramática,
pero resulta que en la actualidad estos dominios están en posesión de una
minoría de personas, aquellas que son lectoras de libros y los que suelen
escribir con frecuencia, el ciudadano común parece no reparar en el valor de
esta herramienta que le permitirá expresar sus ideas, analizar y argumentar su
saber y su cultura.
En las
sociedades que muestran poco interés por la lectura, la escritura suele ser
deficiente, mientras que aquellas personas que suelen ser lectoras habituales generalmente
no presentan problemas para escribir. Pero, lamentablemente, resulta que no es
precisamente el hábito de la lectura lo que prevalece hoy en la sociedad. Sobre
todo, los sectores más jóvenes, se han visto seducidos por la tecnología
aplicada a la comunicación, y en la gran mayoría de los nuevos sistemas comunicativos,
que se caracterizan por ser utilitarios y pragmáticos, suelen economizar la
parte lingüística.
La
expresión adecuada, la redacción correcta, ha dejado paso a este tipo de manejo
fragmentario y empobrecedor del código lingüístico, ya sea oral como escrito.
Podemos ver en la actualidad como la lengua escrita se utiliza en forma
corriente en los mensajes de textos, en los correos electrónicos y en otro tipo
de comunicaciones vía internet, pero observamos como la expresión que se
utiliza en estos formatos digitales no se condice con el código escrito y es un
pasaje a la escritura del lenguaje oral. La oralidad y la escritura son dos
códigos diferentes que el redactor debe saber diferenciar, de manera que el
escrito no peque de incoherencias lógicas y sintácticas y que el vocabulario
utilizado no resulte pobre y poco reflexivo.
Hasta
aquí el fragmento
Quiero
finalizar diciendo que, como discurso de recepción, a la honrosa distinción que
hoy me confiere esta academia, que tanto propende a la preservación y
enriquecimiento de nuestra lengua castellana, me pareció oportuno, en lugar de
centrar mis palabras en la literatura, que es en definitiva lo que me apasiona
y a lo que me dedico, extraer este pequeño fragmento del prólogo del libro
“Curso general de lectoescritura y corrección de estilo”, porque se trata
justamente de una obra que pretende, lo que en definitiva y a su modo pretenden
las academias de la lengua, que es brindar las herramientas necesarias para que
los hombres y mujeres hablantes de nuestra lengua, puedan dominar sus técnicas,
y lleguen a expresarse de forma correcta, haciendo uso, tanto del lenguaje oral,
como del lenguaje escrito.
Fernando Chelle
miércoles, 10 de octubre de 2018
XV CONCURSO LITERARIO GONZALO ROJAS PIZARRO
finalista del XV CONCURSO LITERARIO GONZALO ROJAS PIZARRO (categoría cuento), organizado por la Biblioteca
Municipal de Lebu, el Gobierno Regional y la Municipalidad de Lebu, Chile
(marzo, 2018).
Fernando Chelle
miércoles, 3 de octubre de 2018
POÉTICA DE ANTONIO MACHADO
Encuentro con el gran poeta
de la generación del 98
de la generación del 98
Antonio
Machado, el gran poeta del tiempo. Este segundo artículo, previo al estudio de varias
de sus poesías más representativas, revisa algunas características de su
poética.
Por Fernando Chelle
La
generación del 98 se caracterizó, más que por el individualismo, por una
búsqueda, por un estudio de la individualidad. Pensemos por ejemplo en algunos
personajes de Azorín, de Baroja o de Unamuno, que siempre buscan incesantemente
las respuestas y la interpretación de la realidad dentro de sí mismos. Bien, ese
peregrinar interior, esa búsqueda en las profundidades del propio individuo,
podríamos perfectamente compararlo con la actitud del yo lírico machadiano. La
poesía de Antonio Machado se caracteriza por mirar hacia adentro, por recorrer
las galerías interiores del poeta. Es una poesía en búsqueda constante del yo
esencial, para poder comunicarse con el hombre esencial. El yo lírico de
Machado al expresarse a sí mismo también expresa al otro. Quizá por esto sea
una poesía que trasciende la anécdota personal, porque busca expresar tanto al
“yo” como al “tú”, entonces, más que anécdotas, lo que encontramos en esta
poesía es la expresión elaborada de vivencias del yo, en las que fácilmente se
puede reconocer el tú. Esa búsqueda de la expresión del yo esencial hace que el
poeta se aleje de todo tipo de exhibicionismos, que no busque crear joyas, sino
monedas, pero monedas de oro. Machado es un poeta que intenta llegar a todos,
pero con lo mejor, con una voz propia. Consciente de este aspecto, es que nos
dice en uno de sus Proverbios
y cantares de Nuevas canciones:
XXIX
Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.
Y si
hay un tema que caracteriza la voz de este poeta, la individualidad de este
creador de la palabra es el tema del tiempo. Para Antonio Machado la poesía es
palabra en el tiempo, por esto es por lo que su yo lírico se introduce en el
problema de la temporalidad y desde allí extrae la temática fundamental de su
poesía. Es una poética meditativa, que reflexiona sobre el sentido de la
existencia. “Vivir es devorar tiempo” dirá su heterónimo Juan de Mairena. El
poeta es consciente de la fugacidad del tiempo, y esto le genera angustia
existencial. En la preocupación existencial del poeta por, de alguna manera,
recuperar el tiempo perdido, la memoria juega un papel fundamental. A través de
la memoria, el poeta rescata las vivencias que tuvo, como
lo vemos por ejemplo en el poema XLIX de Soledades,
galerías y otros poemas, en el texto titulado Elegía de un madrigal:
Recuerdo que una tarde de soledad y hastío
¡oh tarde como tantas!, el alma mía era,
bajo el azul monótono, un ancho y terso
río
que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
que borra el misterioso azogue del
cristal!
¡Oh el alma sin amores que el Universo
copia
con un irremediable bostezo universal!
Quiso el poeta recordar a solas;
las ondas bien amadas, la luz de los
cabellos
que él llamaba en sus rimas rubias olas.
Leyó... La letra mata: no se acordaba de
ellos...
Y un día —como tantos— al aspirar un día
aromas de una rosa que en el rosal se
abría,
brotó como una llama la luz de los
cabellos
que él en sus madrigales llamaba rubias
olas,
brotó, porque un aroma igual tuvieron
ellos...
Y se alejó en silencio para llorar a
solas.
Vemos
como en este poema aparece lo perdido, pero un día, al aspirar el perfume de
una rosa, el poeta recupera, por medio de lo sensorial, la vivencia. Otro modo
que tiene Machado para luchar contra el paso inexorable del tiempo es el del
sueño, más específicamente el de la ensoñación (el hecho de soñar despierto).
Allí el yo lírico es capaz de inventar un pasado, lo que el propio Machado
llamó el pasado apócrifo. Se trata de un pasado que en realidad no existió, que
es una invención del poeta, pero que en el fondo resulta siendo el más
auténtico, porque es justamente la posibilidad de soñar la que hace que el
poeta sea libre y pueda expresar lo más auténtico de si mismo. El paso del
tiempo es algo que también afecta a la memoria, borra los recuerdos de lo vivido,
por eso es por lo que es tan importante la creación del pasado apócrifo, porque
es un pasado que está afuera del tiempo de los relojes. Lo esencial entonces,
es lo soñado, no lo vivido, porque en ocasiones el individuo no logra
protagonizar el tiempo, como queda claro en los últimos dos versos del poema
LXXXV de Soledades, galerías y otros
poemas, en el texto titulado La
primavera besaba:
La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
La
memoria le sirve al poeta entonces, tanto para recordar como para evocar los
sueños. El sueño como compensación de lo no vivido, es una temática insistente
en Soledades, galerías y otros poemas.
El tiempo no vivido, como se ve, entre muchas otras obras en el final del texto
anterior, es lo que genera en el poeta el hastío, el tedio. Hay una consciencia
por parte del yo lírico machadiano del paso del tiempo mientras no se hace
nada, esto le genera una sensación de vacío. Veamos como ejemplo el poema LV de
Soledades, galerías y otros poemas,
el que lleva por título, precisamente, Hastío:
Pasan las horas de hastío
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!
En este
poema aparece el reloj, que es un instrumento mecánico, frío, artificial, con
el que Machado simboliza el tiempo no vivido, el hastío. Pero el poeta utiliza
diversos instrumentos para simbolizar el paso del tiempo; además del reloj,
encontramos la noria, que implica un girar permanente, pero sin desarrollo, en
el girar del instrumento está simbolizado el paso del tiempo, pero no hay
progresión. Por otro lado, es evidente que Machado es un poeta de la tarde;
muchos de sus textos transcurren en ese momento del día transitorio entre la
mañana y la noche, de manera que también podríamos decir que la tarde funciona,
dentro de su poética, como un símbolo del tiempo. Otros símbolos vinculados al
tiempo son los que están relacionados con el agua, la que fluye incesantemente,
la de la fuente y finalmente la del mar que, al igual que en la poesía de Jorge
Manrique, es un símbolo de la muerte. Miremos el poema VI de Soledades, galerías y otros poemas,
donde aparece el símbolo de la fuente:
Fue una clara tarde, triste y
soñolienta...
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guía a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano? ... Los mirtos
talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?
..
Fue esta misma lenta tarde de verano.
—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano.
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde, dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.
A este
poema lo analizaré en profundidad en el próximo artículo, pero sirva decir
aquí, en este estudio general y superficial de algunos aspectos de la poética
de Antonio Machado, que lo que encontramos en el texto es la meditación del yo
lírico junto a la fuente y un diálogo con ella. Es un poema atravesado por la
melancolía, en donde el yo lírico le pide a la fuente lo soñado, el pasado
apócrifo. La voz de la fuente es la de la consciencia, la que le hace ver al
poeta que efectivamente el tiempo ha transcurrido, aunque él no lo haya vivido.
Esta preocupación constante que supone la consciencia del paso irremediable del
tiempo, lo lleva al yo lírico machadiano en algunos poemas a reflexionar sobre
la necesidad de accionar, de no dejar que el tiempo transcurra en el vacío, de
ser él mismo el forjador de su destino. Unos versos muy dicientes al respecto son
los siguientes de Proverbios y cantares de
Campos de Castilla:
XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
No hay
un camino prestablecido en la vida, es el individuo el que forja su destino con
su accionar. A su vez, lo construido, no sólo es irrepetible sino también
imborrable. Caminar con la consciencia de que uno es el forjador de la vida,
porque en eso consiste la dignidad del hombre, es lo que parece querernos decir
el símbolo del camino.
Ya
para ir finalizando con la referencia al tema del tiempo en Antonio Machado, es
importante destacar también la consciencia de la muerte que el poeta manifiesta
en algunos textos. También aparece en algunos poemas, justamente por esa
consciencia, por esa angustia, el tema de la divinidad, aunque evidentemente
hay un Dios más buscado que creído. Este es un tema que se puede ver con más
claridad en los poemas que Machado escribe después de la muerte de su esposa,
Leonor. Hay una búsqueda de Dios, una necesidad de encontrar en la divinidad
una garantía de eternidad que le permita reencontrarse con su amada, pero es
una necesidad que nunca pasa a ser seguridad en el poeta.
Elegí
estudiar en este artículo el tema del tiempo en la poesía de Antonio Machado,
porque sin duda se trata del tema fundamental en la obra del poeta. Pero, lógicamente,
hay otras temáticas muy importantes presentes a lo largo de su obra, como por
ejemplo el tema del amor y el del paisaje.
El
amor en este poeta está vinculado fundamentalmente con la ausencia, ya sea
porque se trate de un amor perdido o, como sucede con la conciencia del paso
del tiempo, de un amor nunca vivido. En Soledades,
galerías y otros poemas, es un amor mucho más deseado que vivido. Muchos
son poemas de amor sin amada, motivados por el deseo de plenitud que supone el
amor. Encontramos también dentro de la obra aquellos poemas vinculados con el
recuerdo, poemas que hacen referencia al amor perdido por la muerte, que
indudablemente podemos asociar a la muerte de su esposa. En general Machado es
un poeta del amor más apacible que apasionado, aunque al final de su carrera
poética aparece la presencia de Guiomar y con ella los textos más vinculados a
la pasión amorosa. Este ya es un amor diferente, marcado por el riesgo y la
plenitud.
El
tema del paisaje es muy importante sobre todo en Campos de Castilla. Si bien Machado nunca cae en los extremos del
Romanticismo, el paisaje nunca es visto de forma objetiva y en muchas ocasiones
se lo utiliza para reflejar el estado de ánimo del yo lírico. Por otro lado,
Machado también vio en la dureza y la aspereza del paisaje castellano un
reflejo del alma española.
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