Pasos previos al encuentro con el gran poeta
de la generación del 98
Antonio
Machado, el gran poeta del tiempo. En este primer artículo, comienzo de un
camino que nos conducirá al estudio de algunas de sus poesías más
representativas, se revisa el concepto de generación y también se repara en
algunos aspectos fundamentales de la generación del 98.
Por Fernando Chelle
Revisión del concepto de generación
Parece
inevitable el hecho de que, si alguien se va a referir a la figura de Antonio
Machado, antes tenga que hacerlo a la generación del 98, ese grupo de
escritores rotulado con el número del año en el que España perdió sus últimas
colonias. Yo lo haré de forma muy breve, porque creo que lo más representativo
de Antonio Machado, los poemas del comienzo de su carrera, los de Soledades galerías y otros poemas, son
textos que responden más a una estética modernista que noventayochista, aunque
paradójicamente el modernismo haya sido una corriente con la que no simpatizó la generación del 98. Pero aparte de este aspecto discutible,
porque en diversos textos del autor podemos encontrar elementos comunes a los
atribuidos a los hombres del 98, me referiré brevemente a este grupo de
escritores que constituyeron la primera generación de la literatura española, fundamentalmente
porque lo cuestionable es el propio concepto de “generación”, que los nuclea.
El problema con la generación del 98, y luego con la del 27 y las que le
siguieron, es que se la reduce a posturas muy arbitrarias y también estáticas.
Parece como si únicamente cuatro o cinco rasgos la definieran, cuando los
procesos artísticos suelen ser más complejos y menos simplificadores. En primer
lugar, se vincula al grupo de escritores con una fecha representativa de la
historia nacional, la pérdida de las colonias en el caso de los del 98, el
homenaje a Góngora en el caso de los del 27 y esto es algo que tiende a
inmovilizar un proceso que de por sí es dinámico. Es como si quisieran hacernos
ver que todo lo que respecta a una generación estuviera vinculado a una fecha y
no es así. Por el contrario, el concepto de generación es a-histórico y
a-cultural porque tiende a separar a la generación de todos los procesos
culturales que aparecen a su alrededor. Como las generaciones son propias de un
solo país, se dejan de lado procesos
culturales más amplios, por ejemplo, lo que pasa en otros lugares. Esta postura
aislacionista no hizo más que favorecer al nacionalismo, y sirva como ejemplo
para corroborarlo las posturas de defensa de la generación del 98 que tuvo el
franquismo. A estos elementos tendríamos que sumarle que el concepto de
generación no toma en cuenta la evolución del grupo, ni de cada uno de los
autores que integran el grupo, porque indudablemente cada uno de ellos continuó
con su propia producción. Además, si únicamente vinculamos autores por lo que
sucedió en determinada fecha, tendríamos que detenernos sólo en los aspectos de
las obras de esos autores que están influenciados o se refieren al hecho
histórico, lo que termina siendo empobrecedor, porque no se repara en la
totalidad de la producción. También el hecho de incluir a los autores dentro de
una generación por la presencia de determinados rasgos en sus obras es un
juicio, no sólo reductor, sino que lleva a valoraciones erróneas, porque se
tiende a infravalorar a las producciones que no se condicen con los rasgos que
se supone tienen que tener las obras de la generación. Pero quizás uno de los
criterios más ilógicos para incluir a los autores dentro de una generación, si
es que esta se define por las obras surgidas en torno a un hecho histórico
concreto, es el de la fecha de nacimiento. Si los autores escriben
influenciados por el clima intelectual que supuso la pérdida de las colonias
españolas, para usar el ejemplo de la generación del 98, qué importancia puede
tener el hecho de que existan menos o más de quince años de diferencia entre el
nacimiento de uno y otro. Además de que la temática de una obra no tiene por
qué estar relacionada con la fecha de nacimiento del autor, este último
criterio extraliterario es el que deja afuera de las generaciones a autores
como Juan Ramón Jiménez, porque no nació dentro de determinadas fechas. Finalmente,
volviendo a lo literario, las generaciones se han caracterizado por encerrar
dentro de ellas a autores que cultivan determinado género literario. Por
ejemplo, los hombres de la generación del 27 son poetas, cabe preguntarse,
entonces, qué pasó con los novelistas que nacieron por esos años. En fin,
parece que los que sí han estado de acuerdo con el término “generación”, y con
la creación de numerosas generaciones, han sido los marketineros de las
editoriales. A partir de los años 60, las editoriales comenzaron a formar
generaciones de forma indiscriminada, por supuesto que con un criterio
comercial, no académico. Sólo bastaba juntar un grupo de poetas, que como
sabemos son los que menos venden, hacer una antología, publicarlos con el
nombre de generación y no correr riesgos económicos.
La generación del 98
Lo
curioso es que el acontecimiento al cual quedó atada la generación del 98, la
pérdida española de las colonias, si bien tuvo un impacto importante dentro de
los intelectuales, pasó casi inadvertido para el común de la población. Fue un
hecho que sólo vino a confirmar la decadencia de una España que se seguía
creyendo una potencia imperial, cuando incluso internamente tenía unas
carencias tremendas. El país, junto con Portugal y con Rusia, era uno de los
más atrasados de Europa, en todos los planos. El campo, atado al latifundio,
estaba sumido en una crisis tremenda. Los terratenientes no invertían en el
país y lógicamente tenían un buen pasar con el solo hecho de vivir de sus
rentas, pero el grueso del campesinado trabajaba en condiciones muy duras, en
una situación casi feudal. A esto hay que sumarle dos aspectos fundamentales,
por un lado, el atraso educativo, porque recordemos que al comienzo del siglo
XX España tenía el 52% de su población analfabeta y, por otro lado, también
tenemos que considerar el desastroso papel que jugaba la conservadora y
corrupta iglesia española en esa época. Estos aspectos no estaban separados,
porque era precisamente la iglesia, apoyada por la clase política, la que
controlaba la educación; indudablemente esto llevó a que existieran numerosos
choques ideológicos con los pensadores liberales entre los que se encontraban
algunos de los hombres del 98. Ellos no fueron antirreligiosos, pero sí
anticlericales, porque no podían dejar de vincular a la iglesia con aspectos
como la ignorancia, el atraso y el fanatismo. Entre los intelectuales, con
Joaquín Costa a la cabeza, surgió un movimiento llamado regeneracionismo, que
de alguna manera pretendía una regeneración de España en lo educativo, en lo
económico y en lo social. Muchos de los autores del 98 coincidieron con el
regeneracionismo. La generación del 98 básicamente estuvo compuesta por hombres
de clase media con una fuerte formación literaria, que veían la solución a los
problemas del país en el terreno de la educación. Pertenecían a una burguesía
que no encontraba su lugar en esa España de finales del siglo XIX y comienzos
del siglo XX, y por ende eran hombres que estaban deseosos de cambios. Se
oponían firmemente al caciquismo y a la corrupción política de la España de la
restauración. Criticaban a una clase política dividida en partidos sólo
diferentes en apariencia que, desde Madrid, divorciada de la realidad del país
profundo, digitaba los candidatos. Es que esa España era una gran farsa, nada
era auténtico, todo era un gran fingimiento, Antonio Machado se referirá a ella
como “La España de charanga y pandereta, …”. Los hombres de la generación del
98 criticaron también a ciertas figuras literarias consagradas en la España de
la época, al poeta Ramón de Campoamor, por hacer una poesía pretenciosa y a su
vez anticuada y también al dramaturgo y premio nobel José Echegaray a quien
denostaron por encarnar una España, según ellos, corroída por los prejuicios y
la superchería. La generación del 98 se caracterizó por un marcado
individualismo que fácilmente se puede apreciar en algunos personajes de
diferentes novelas y obras de teatro. El propio Antonio Machado escribió, junto
con su hermano, algunas obras de teatro, pero podríamos decir que fue, junto
con Unamuno el gran poeta de la generación del 98. Precisamente de eso, de la
poesía de Antonio Machado y de su estilo poético, me ocuparé en el siguiente
artículo.
Artículo publicado en la Revista digital Vadenuevo https://new.vadenuevo.com.uy Año 10 Nº 120. Miércoles 05 de setiembre de 2018. Montevideo, Uruguay
Artículo publicado en la Revista digital Vadenuevo https://new.vadenuevo.com.uy Año 10 Nº 120. Miércoles 05 de setiembre de 2018. Montevideo, Uruguay
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