Presentación y comentario del poema que forma parte de la
antología poética
Versos en el aire III (septiembre 2014)
El pasado lunes 17 de febrero,
publiqué una entrada titulada Nervios, en la que presentaba y comentaba el
poema que forma parte de la antología poética Versos en el aire II. En esa
oportunidad hice referencia a las características del concurso, organizado por
el portal literario español Diversidad Literaria, donde apareció el poema. Hoy
les quiero presentar y comentar el poema que ha sido seleccionado para formar
parte de la selección poética Versos en el aire III, organizada por el mismo
portal literario. Se trata del poema titulado Al Gran Sol.
Las bases del concurso permitían
un solo poema por participante que tuviera como máximo diez versos. El poema Al Gran Sol, que yo ya tenía escrito,
aunque inédito, excedía esa cantidad de versos por lo que tuve que modificarlo.
Para este escrito he decidido abordar el poema original, en su totalidad,
porque más que referenciar la noticia lo que me interesa es hacer un ejercicio
literario y comentar una de mis obras, que de no haber sucedido esto quizá
nunca lo hubiera hecho. Algo similar sucedió con el poema Nervios, aunque ahí
sí la obra que aparece en la antología y la comentada es la misma.
La siguiente es la
poesía que forma parte de la antología poética
Versos en el aire
III:
Al Gran Sol
Ilumina el templo con el poncho
que hasta los ricos se verán deleitados.
Pon tus hebras de fuego extendidas
sobre la tenebrosa y profunda unidad.
Haz arder los rostros de los suicidas
para que con tu humo no se esfumen
y años de albañilería no sucumban
en un momento de derrumbamiento.
Entibia la guarida de la esperanza
que como un lagarto se dejará a-dorar
ante tu imperio de luz.
Infunde en mi tu poder,
haz que yo haga amanecer
encendiendo palabras y sonidos
colores y notas.
Algunas apreciaciones sobre el poema:
Antes de comenzar el análisis del
poema me parece imprescindible referirme a las influencias literarias que
tiene. El texto es una suerte de juego literario donde la intertextualidad está
presente de comienzo a fin. Es así que nombraré tres obras en las cuales el
poema se ha nutrido para existir, ellas son: el poema “Correspondencias” de
Charles Baudelaire; el poema “El instrumento” de Washington Benavides y la Rima
I de Gustavo Adolfo Bécquer.
La poesía en su totalidad es un
gran pedido al Sol, quién funciona en el texto como una divinidad. La
estructura del poema es muy similar a la de algunos rezos y si bien aquí no hay
un ruego a una entidad superior es indudable la cercanía que tiene el texto al
de ciertas oraciones religiosas.
Es importante destacar que la
palabra “Sol” no aparece en todo el texto, por lo cual el título es de capital
importancia ya que ahí está presente el destinatario de esos pedidos que se
encuentran a lo largo del poema.
La obra tiene una totalidad de 15
versos libres, divididos de la siguiente manera: 2, 2, 4, 3, 4.
Ilumina el templo con el poncho
que hasta los ricos se verán deleitados.
Pon tus hebras de fuego extendidas
sobre la tenebrosa y profunda unidad.
Estos cuatro primeros versos, con
que se abre el poema son los que muestran la influencia del poeta francés
Charles Baudelaire y específicamente de su poesía Correspondencias. Recordemos el primer verso del poema de Las flores del mal:
La Nature est un temple où de vivants piliers
(La Naturaleza es un templo donde vivos pilares)
El verso que abre correspondencias muestra claramente la concepción religiosa panteísta de Charles
Boudelaire. Como es sabido, los panteístas no creen en un Dios creador separado
de la naturaleza humana, sino que ven al creador en todas las cosas del
universo, Dios está en todo, de ahí el adjetivo en su forma neutra pan (todo) y
el sustantivo teísmo (Dios).
El poema dice que la naturaleza
es un templo. Si reparamos en el significado primario de la palabra templo como
edificio de carácter religioso, como lugar donde se adora a Dios, como la casa
de Dios, no es de extrañar que Baudelaire en su carácter de panteísta nos diga
que la naturaleza es un templo, Dios está en todo y por ende la casa de Dios es
la naturaleza misma.
Esta idea de ver a la naturaleza
como un templo es la que está presente al comienzo del poema Al gran Sol. Claro que en el primer pedido
“Ilumina el templo con el poncho”, el astro rey aparece separado de la
naturaleza misma, no forma parte del templo, de manera que más que una
concepción panteísta de la creación lo que hay aquí es una concepción deísta,
donde el Sol parece estar por encima de los demás objetos naturales. Concebir
al sol de esa forma me permitía comenzar
a desarrollar una serie de pedidos que son el hilo conductor del texto,
lo que no se podría haber hecho con el sol de los panteístas. Por otro lado, el poema no pretende cuestionar
o entrar en una discusión teológica con el texto baudeleriano, nada más lejos,
todo aquí es literatura y no pretendo expresar ningún tipo de concepción
religiosa, solo juego con la intertextualidad y con los símbolos.
Una vez explicada la utilización
de la palabra “templo” dentro del texto, pasaré a referirme a otro tipo de
influencias, como son los dichos populares que también están presentes en el
comienzo del poema. Hay un dicho popular que reza “el sol es el poncho de los
pobres” y otro que dice “el sol sale para todos”. Bien, estos dos dichos están
presentes de forma intertextual en el primer verso del texto.
Las hebras de fuego, que
metafóricamente aluden a los rayos solares, se extienden sobre la tenebrosa y profunda unidad, palabras
que repiten textualmente el sexto verso de Correspondencias. El poeta de Las flores del mal, utilizó ese verso
para mostrar lo difícil e intrincada que es la conjunción de los diversos
lenguajes de la naturaleza; aquí la tenebrosa y profunda unidad estaría
compuesta por todas las manifestaciones de la naturaleza que, como ya dije,
estarían separadas del sol.
Haz arder los rostros de los suicidas
para que con tu humo no se esfumen
y años de albañilería no sucumban
en un momento de derrumbamiento.
Comienza el cuarteto con otro
pedido “Haz arder los rostros de los
suicidas”. En alguna oportunidad leí que el sol ayuda mucho a las personas
que están depresivas, que incide en ciertas actividades del cerebro que tienen
que ver con el humor. Esto es, porque los rayos UV aumentan la producción de un
neurotransmisor, llamado serotonina, que está relacionado con la sensación de
bienestar. Pues bien, en esto se fundamenta todo el cuarteto. Un suicida es
alguien que se esfuma, se va. El sol sería el encargado de cargar de serotonina
a ese individuo para que no se suicide no se esfume. Los dos últimos versos de
este cuarteto son los que muestran la influencia del poeta uruguayo Washington
Benavides. Al comienzo del poema El instrumento, Benavidez dice:
Conocerse, claro está que necesita su tiempo
con años que albañilean y años de derrumbamiento
Cuando comenté la influencia de
Baudelaire, dije que Al gran Sol no
cuestiona los versos de Correspondencias
sino que juega con la intertextualidad y los símbolos. Con el texto de Benavidez
me sucede algo diferente, por lo cual mi poema de alguna manera pone en
cuestión el comienzo de El instrumento.
No puedo dejar de ver como el poeta uruguayo ubica en un mismo lapso de tiempo
la construcción y la destrucción del individuo, “años que albañilean y años de
derrumbamiento”, pensamiento con el cual no estoy de acuerdo. La construcción,
el albañileo, para usar las palabras del poeta, implica mucho más tiempo,
esfuerzo y sacrificio que la destrucción, el derrumbamiento, de manera que no
podemos ponerlos en un mismo nivel. Claro que Benavidez está hablando del
conocimiento propio, por lo que pueden llegar a haber otras lecturas. De todas
formas me resultaron interesantes los versos para expresar lo que yo quería,
mostrar como el suicidio era un momento de derrumbamiento que viene a terminar
con años de albañilería.
Entibia la guarida de la esperanza
que como un lagarto se dejará a-dorar
ante tu imperio de luz.
En el mito de Pandora, la caja,
dejada por Mercurio a Epimeteo, guardaba la familia completa de los males.
Recordemos como la niña Pandora, llevada por la confusión primero y la
curiosidad después, decide abrir la caja donde se escapan todos los males, pero
queda la esperanza. La esperanza, parece
decirnos el mito, es la que queda con nosotros, la que conservamos frente a los males, la que poseemos guardada
en nuestros corazones.
En el poema, la esperanza parece
estar refugiada en un lugar frío y oscuro, de ahí el pedido. Se utiliza una
prosopopeya, donde a este estado de ánimo, que se basa en expectativas
favorables, se lo compara con un lagarto, es decir se le atribuye a la
esperanza características propias de un ser animado.
La elección del lagarto responde a que a este tipo de reptiles les gusta pasar
largo tiempo al sol. De ahí también la expresión “a-dorar” que juega con una
doble posibilidad semántica, ya sea dorarse, tostarse, darse color al sol, como
también, si unimos la “a” (que deja de funcionar como una preposición) al
sustantivo “dorar”, estaríamos frente a la palabra adorar lo que implicaría
una reverencia y una honra al sol como
la divinidad responsable de un imperio
de luz.
Infunde en mi tu poder,
haz que yo haga amanecer
encendiendo palabras y sonidos
colores y notas.
Vemos como en este último
cuarteto, el pedido que realiza el yo lírico se refiere a él mismo. El hacer
amanecer es la creación, en el caso del poeta, a través de la palabra.
Expresando la dificultad y a su vez la belleza de la creación es que se cierra
el poema con dos versos de clara impronta becqueriana. Lo que deseaba Becquer
en su Rima I, con respecto a la expresión, es lo que el yo lírico le pide al
sol.
Fernando Chelle