lunes, 17 de febrero de 2014

Nervios

Presentación y comentario del poema que forma parte del libro Poesía de los pájaros pintados (Colombia, 2013), y de la antología poética Versos en el aire II (España, 2014)








Nervios


Del aire el clavel que cae en mis manos

letal asesino del razonamiento

cual bola de mármol rompiendo cristales

cortando las uñas, hiriendo los gestos.

Metálico abrazo de mármol hirviendo

grillos en el alma, y mi pobre cuerpo

clavado en la cruz de mis propios nervios

hoy juega al mikado, con los guantes puestos.



Algunas apreciaciones sobre el poema:

La poesía intenta mostrar la imposibilidad del hombre para actuar con naturalidad en el momento que pasa a ser presa de los nervios. Todavía recuerdo claramente el momento en que la escribí. Es una poesía del año 2000, yo me encontraba cursando Práctica Docente de la asignatura Didáctica de la Literatura en el Liceo N° 4 José Zorrilla de San Martín, de la ciudad de Montevideo. Mi docente de Práctica era la Profesora Gabriela Braselli y el Profesor de Didáctica de la Literatura era el Profesor Enrique Palombo. Había llegado el día de la visita didáctica, los dos profesores se ubicaron al final del salón y yo me dispuse a trabajar en 4° grado con el análisis literario del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega. Si bien en la devolución didáctica no hubo objeciones a como había trabajado literariamente el poema, se podría decir que desde el punto de vista didáctico fue un desastre. Comencé la clase seguro de mis conocimientos pero de un momento a otro pasé a ser presa de los nervios, esto me llevó a apurarme en las preguntas y a no dar tiempo a que los alumnos respondieran, la cosa fue que en menos de media hora, la clase duraba hora y media, yo ya tenía el soneto analizado completamente. La profesora Gabriela, que notó mi nerviosismo y vio como se me había acabado el libreto antes de la mitad de la clase, utilizó su profesionalismo, se paró del fondo del salón de clase y dijo: “Muy bien Fernando, aquí es donde continúo yo”. Los alumnos, por supuesto que no se dieron cuenta de mi tragedia, pero yo me sentí derrotado. Luego de eso, intercambie algunas ideas con el Profesor Palombo, quien se mostró muy amable y comprensivo con mi trágica situación, y salí de inmediato a escribir, el resultado fue este poema.
El poema tiene una estructura libre, que se podría, si se quisiera, dividir en dos cuartetos debido al ritmo interno que presenta y también al desarrollo temático, pero que no es necesario, opté por presentar una serie ininterrumpida de versos con métricas diferentes. Los primeros cuatro versos muestran la llegada intempestiva de los nervios y los cuatro siguientes desarrollan los efectos que estos producen.

Del aire el clavel que cae en mis manos

Comienza el poema con una expresión que, aunque no lo parezca, encierra un hipérbaton ya que con “Del aire el clavel” me estoy refiriendo específicamente a los claveles del aire, esa planta, que al igual que los nervios en las personas, se prende fuertemente de los árboles. Como hace el clavel del aire en los árboles, los nervios se transforman en una acechanza invasiva, no deseada por la persona. El poema muestra como los nervios invaden la tranquilidad del yo lírico, quien dice que el clavel del aire  “cae en mis manos” mostrando una actitud involuntaria frente al hecho. Una vez los nervios se han apoderado de la persona empiezan a afectarla totalmente, no solo psicológicamente sino también en sus manifestaciones físicas. La primera referencia de afectación apunta al raciocinio:

letal asesino del razonamiento

cual bola de mármol rompiendo cristales

La imagen de la bola de mármol rompiendo cristales quiere mostrar la distorsión que generan los nervios en la persona. Es una imagen que me parece grandiosa y que no es enteramente mía, se podría decir que tomé la idea de Isidore Ducasse el gran Conde de Lautréamont, cuando en el segundo canto de sus Cantos de Maldoror, escribía:

“… arranco la máscara de su semblante traidor y lleno de lodo, y hago caer, una a una, como bolas de marfil en una jofaina de plata, las sublimes mentiras con las que se engaña a sí mismo”.

Las bolas aquí no son de marfil sino de mármol, pero son igualmente bellas y al entrar en contacto con los cristales estos se rompen,  generando ruido y distorsión que es lo que se busca mostrar.

cortando las uñas, hiriendo los gestos.

La alteración que sufre una persona que es víctima de los nervios se ve reflejada en sus actitudes. El comerse las uñas, o cortarlas con los dientes,  es una práctica bastante habitual entre las personas que se encuentran nerviosas. Los gestos aparecen aquí como “heridos”, o sea que están dañados, alterados, la gesticulación bajo el influjo de los nervios no es la natural.
Metálico abrazo de mármol hirviendo

Los nervios apresan al individuo, le quitan la libertad, este abrazo no tiene nada de amigable y fraternal es un abrazo metálico, frío, y desconcertante como la carga oximorónica de la frase mármol hirviendo.

grillos en el alma, y mi pobre cuerpo

clavado en la cruz de mis propios nervios

hoy juega al mikado, con los guantes puestos

El presidio en que se encuentra el individuo hace que su alma se encuentre engrillada, sujetada, clavada en una cruz, imposibilitada de manejarse con libertad, con naturalidad. Se cierra el poema con una imagen que muestra la imposibilidad en su máxima expresión, como es, jugar al mikado con guantes puestos. 


Fernando Chelle



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