Presentación y comentario del
poema que forma parte del libro Poesía de los pájaros pintados (Colombia, 2013), y de la antología poética Versos en el aire II (España, 2014)
Nervios
Del
aire el clavel que cae en mis manos
letal
asesino del razonamiento
cual
bola de mármol rompiendo cristales
cortando
las uñas, hiriendo los gestos.
Metálico
abrazo de mármol hirviendo
grillos
en el alma, y mi pobre cuerpo
clavado
en la cruz de mis propios nervios
hoy
juega al mikado, con los guantes puestos.
Algunas
apreciaciones sobre el poema:
La poesía intenta mostrar la
imposibilidad del hombre para actuar con naturalidad en el momento que pasa a
ser presa de los nervios. Todavía recuerdo claramente el momento en que la
escribí. Es una poesía del año 2000, yo me encontraba cursando Práctica Docente
de la asignatura Didáctica de la Literatura en el Liceo N° 4 José Zorrilla de
San Martín, de la ciudad de Montevideo. Mi docente de Práctica era la Profesora
Gabriela Braselli y el Profesor de Didáctica de la Literatura era el Profesor
Enrique Palombo. Había llegado el día de la visita didáctica, los dos
profesores se ubicaron al final del salón y yo me dispuse a trabajar en 4°
grado con el análisis literario del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega. Si
bien en la devolución didáctica no hubo objeciones a como había trabajado
literariamente el poema, se podría decir que desde el punto de vista didáctico
fue un desastre. Comencé la clase seguro de mis conocimientos pero de un
momento a otro pasé a ser presa de los nervios, esto me llevó a apurarme en las
preguntas y a no dar tiempo a que los alumnos respondieran, la cosa fue que en
menos de media hora, la clase duraba hora y media, yo ya tenía el soneto
analizado completamente. La profesora Gabriela, que notó mi nerviosismo y vio como
se me había acabado el libreto antes de la mitad de la clase, utilizó su
profesionalismo, se paró del fondo del salón de clase y dijo: “Muy bien
Fernando, aquí es donde continúo yo”. Los alumnos, por supuesto que no se
dieron cuenta de mi tragedia, pero yo me sentí derrotado. Luego de eso,
intercambie algunas ideas con el Profesor Palombo, quien se mostró muy amable y
comprensivo con mi trágica situación, y salí de inmediato a escribir, el
resultado fue este poema.
El poema tiene una
estructura libre, que se podría, si se quisiera, dividir en dos cuartetos
debido al ritmo interno que presenta y también al desarrollo temático, pero que
no es necesario, opté por presentar una serie ininterrumpida de
versos con métricas diferentes. Los primeros cuatro versos muestran la llegada
intempestiva de los nervios y los cuatro siguientes desarrollan los efectos que
estos producen.
Del
aire el clavel que cae en mis manos
Comienza el poema con una
expresión que, aunque no lo parezca, encierra un hipérbaton ya que con “Del aire el clavel” me estoy refiriendo
específicamente a los claveles del aire, esa planta, que al igual que los
nervios en las personas, se prende fuertemente de los árboles. Como hace el
clavel del aire en los árboles, los nervios se transforman en una acechanza
invasiva, no deseada por la persona. El poema muestra como los nervios invaden
la tranquilidad del yo lírico, quien dice que el clavel del aire “cae en
mis manos” mostrando una actitud involuntaria frente al hecho. Una vez los
nervios se han apoderado de la persona empiezan a afectarla totalmente, no solo
psicológicamente sino también en sus manifestaciones físicas. La primera
referencia de afectación apunta al raciocinio:
letal
asesino del razonamiento
cual
bola de mármol rompiendo cristales
La imagen de la bola de
mármol rompiendo cristales quiere mostrar la distorsión que generan los nervios
en la persona. Es una imagen que me parece grandiosa y que no es enteramente
mía, se podría decir que tomé la idea de Isidore Ducasse el gran Conde de
Lautréamont, cuando en el segundo canto de sus Cantos de Maldoror, escribía:
“… arranco la máscara de su
semblante traidor y lleno de lodo, y hago caer, una a una, como bolas de marfil
en una jofaina de plata, las sublimes mentiras con las que se engaña a sí
mismo”.
Las bolas aquí no son de
marfil sino de mármol, pero son igualmente bellas y al entrar en contacto con
los cristales estos se rompen, generando
ruido y distorsión que es lo que se busca mostrar.
cortando
las uñas, hiriendo los gestos.
La alteración que sufre una
persona que es víctima de los nervios se ve reflejada en sus actitudes. El
comerse las uñas, o cortarlas con los dientes, es una práctica bastante habitual entre las personas que se
encuentran nerviosas. Los gestos aparecen aquí como “heridos”, o sea que están dañados, alterados, la gesticulación
bajo el influjo de los nervios no es la natural.
Metálico
abrazo de mármol hirviendo
Los nervios apresan al
individuo, le quitan la libertad, este abrazo no tiene nada de amigable y
fraternal es un abrazo metálico, frío, y desconcertante como la carga
oximorónica de la frase mármol hirviendo.
grillos
en el alma, y mi pobre cuerpo
clavado
en la cruz de mis propios nervios
hoy
juega al mikado, con los guantes puestos
El presidio en que se
encuentra el individuo hace que su alma se encuentre engrillada, sujetada,
clavada en una cruz, imposibilitada de manejarse con libertad, con naturalidad.
Se cierra el poema con una imagen que muestra la imposibilidad en su máxima expresión,
como es, jugar al mikado con guantes puestos.
Fernando
Chelle
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