jueves, 25 de septiembre de 2014

Al Gran Sol

Presentación y comentario del poema que forma parte de la antología poética
Versos en el aire III (septiembre 2014)





El pasado lunes 17 de febrero, publiqué una entrada titulada Nervios, en la que presentaba y comentaba el poema que forma parte de la antología poética Versos en el aire II. En esa oportunidad hice referencia a las características del concurso, organizado por el portal literario español Diversidad Literaria, donde apareció el poema. Hoy les quiero presentar y comentar el poema que ha sido seleccionado para formar parte de la selección poética Versos en el aire III, organizada por el mismo portal literario. Se trata del poema titulado Al Gran Sol.
Las bases del concurso permitían un solo poema por participante que tuviera como máximo diez versos. El poema Al Gran Sol, que yo ya tenía escrito, aunque inédito, excedía esa cantidad de versos por lo que tuve que modificarlo. Para este escrito he decidido abordar el poema original, en su totalidad, porque más que referenciar la noticia lo que me interesa es hacer un ejercicio literario y comentar una de mis obras, que de no haber sucedido esto quizá nunca lo hubiera hecho. Algo similar sucedió con el poema Nervios, aunque ahí sí la obra que aparece en la antología y la comentada es la misma. 

La siguiente es la poesía que forma parte de la antología poética
Versos en el aire III:

Al Gran Sol

Ilumina el templo con el poncho
que hasta los ricos se verán deleitados.

Pon tus hebras de fuego extendidas
sobre la tenebrosa y profunda unidad.

Haz arder los rostros de los suicidas
para que con tu humo no se esfumen
y años de albañilería no sucumban
en un momento de derrumbamiento.

Entibia la guarida de la esperanza
que como un lagarto se dejará a-dorar
ante tu imperio de luz.

Infunde en mi tu poder,
haz que yo haga amanecer
encendiendo palabras y sonidos
colores y notas.

Algunas apreciaciones sobre el poema:

Antes de comenzar el análisis del poema me parece imprescindible referirme a las influencias literarias que tiene. El texto es una suerte de juego literario donde la intertextualidad está presente de comienzo a fin. Es así que nombraré tres obras en las cuales el poema se ha nutrido para existir, ellas son: el poema “Correspondencias” de Charles Baudelaire; el poema “El instrumento” de Washington Benavides y la Rima I de Gustavo Adolfo Bécquer.
La poesía en su totalidad es un gran pedido al Sol, quién funciona en el texto como una divinidad. La estructura del poema es muy similar a la de algunos rezos y si bien aquí no hay un ruego a una entidad superior es indudable la cercanía que tiene el texto al de ciertas oraciones religiosas.
Es importante destacar que la palabra “Sol” no aparece en todo el texto, por lo cual el título es de capital importancia ya que ahí está presente el destinatario de esos pedidos que se encuentran a lo largo del poema.
La obra tiene una totalidad de 15 versos libres, divididos de la siguiente manera: 2, 2, 4, 3, 4.


Ilumina el templo con el poncho
que hasta los ricos se verán deleitados.

Pon tus hebras de fuego extendidas
sobre la tenebrosa y profunda unidad.

Estos cuatro primeros versos, con que se abre el poema son los que muestran la influencia del poeta francés Charles Baudelaire y específicamente de su poesía Correspondencias. Recordemos el primer verso del poema de Las flores del mal:

La Nature est un temple où de vivants piliers
(La Naturaleza es un templo donde vivos pilares)

 El verso que abre correspondencias  muestra claramente la  concepción religiosa panteísta de Charles Boudelaire. Como es sabido, los panteístas no creen en un Dios creador separado de la naturaleza humana, sino que ven al creador en todas las cosas del universo, Dios está en todo, de ahí el adjetivo en su forma neutra pan (todo) y el sustantivo teísmo (Dios).
El poema dice que la naturaleza es un templo. Si reparamos en el significado primario de la palabra templo como edificio de carácter religioso, como lugar donde se adora a Dios, como la casa de Dios, no es de extrañar que Baudelaire en su carácter de panteísta nos diga que la naturaleza es un templo, Dios está en todo y por ende la casa de Dios es la naturaleza misma.
Esta idea de ver a la naturaleza como un templo es la que está presente al comienzo del poema Al gran Sol. Claro que en el primer pedido “Ilumina el templo con el poncho”, el astro rey aparece separado de la naturaleza misma, no forma parte del templo, de manera que más que una concepción panteísta de la creación lo que hay aquí es una concepción deísta, donde el Sol parece estar por encima de los demás objetos naturales. Concebir al sol de esa forma me permitía comenzar  a desarrollar una serie de pedidos que son el hilo conductor del texto, lo que no se podría haber hecho con el sol de los panteístas.  Por otro lado, el poema no pretende cuestionar o entrar en una discusión teológica con el texto baudeleriano, nada más lejos, todo aquí es literatura y no pretendo expresar ningún tipo de concepción religiosa, solo juego con la intertextualidad y con los símbolos.
Una vez explicada la utilización de la palabra “templo” dentro del texto, pasaré a referirme a otro tipo de influencias, como son los dichos populares que también están presentes en el comienzo del poema. Hay un dicho popular que reza “el sol es el poncho de los pobres” y otro que dice “el sol sale para todos”. Bien, estos dos dichos están presentes de forma intertextual en el primer verso del texto.
Las hebras de fuego, que metafóricamente aluden a los rayos solares, se extienden sobre la tenebrosa y profunda unidad, palabras que repiten textualmente el sexto verso de Correspondencias. El poeta de Las flores del mal, utilizó ese verso para mostrar lo difícil e intrincada que es la conjunción de los diversos lenguajes de la naturaleza; aquí la tenebrosa y profunda unidad estaría compuesta por todas las manifestaciones de la naturaleza que, como ya dije, estarían separadas del sol.

Haz arder los rostros de los suicidas
para que con tu humo no se esfumen
y años de albañilería no sucumban
en un momento de derrumbamiento.

Comienza el cuarteto con otro pedido “Haz arder los rostros de los suicidas”. En alguna oportunidad leí que el sol ayuda mucho a las personas que están depresivas, que incide en ciertas actividades del cerebro que tienen que ver con el humor. Esto es, porque los rayos UV aumentan la producción de un neurotransmisor, llamado serotonina, que está relacionado con la sensación de bienestar. Pues bien, en esto se fundamenta todo el cuarteto. Un suicida es alguien que se esfuma, se va. El sol sería el encargado de cargar de serotonina a ese individuo para que no se suicide no se esfume. Los dos últimos versos de este cuarteto son los que muestran la influencia del poeta uruguayo Washington Benavides. Al comienzo  del poema El instrumento, Benavidez dice:

Conocerse, claro está que necesita su tiempo
con años que albañilean y años de derrumbamiento

Cuando comenté la influencia de Baudelaire, dije que Al gran Sol no cuestiona los versos de Correspondencias sino que juega con la intertextualidad y los símbolos. Con el texto de Benavidez me sucede algo diferente, por lo cual mi poema de alguna manera pone en cuestión el comienzo de El instrumento. No puedo dejar de ver como el poeta uruguayo ubica en un mismo lapso de tiempo la construcción y la destrucción del individuo, “años que albañilean y años de derrumbamiento”, pensamiento con el cual no estoy de acuerdo. La construcción, el albañileo, para usar las palabras del poeta, implica mucho más tiempo, esfuerzo y sacrificio que la destrucción, el derrumbamiento, de manera que no podemos ponerlos en un mismo nivel. Claro que Benavidez está hablando del conocimiento propio, por lo que pueden llegar a haber otras lecturas. De todas formas me resultaron interesantes los versos para expresar lo que yo quería, mostrar como el suicidio era un momento de derrumbamiento que viene a terminar con años de albañilería. 

Entibia la guarida de la esperanza
que como un lagarto se dejará a-dorar
ante tu imperio de luz.

En el mito de Pandora, la caja, dejada por Mercurio a Epimeteo, guardaba la familia completa de los males. Recordemos como la niña Pandora, llevada por la confusión primero y la curiosidad después, decide abrir la caja donde se escapan todos los males, pero queda  la esperanza. La esperanza, parece decirnos el mito, es la que queda con nosotros, la que conservamos  frente a los males, la que poseemos guardada en nuestros corazones. 
En el poema, la esperanza parece estar refugiada en un lugar frío y oscuro, de ahí el pedido. Se utiliza una prosopopeya, donde a este estado de ánimo, que se basa en expectativas favorables, se lo compara con un lagarto, es decir se le atribuye a la esperanza características propias de un ser animado.
La elección del lagarto responde  a que a este tipo de reptiles les gusta pasar largo tiempo al sol. De ahí también la expresión “a-dorar” que juega con una doble posibilidad semántica, ya sea dorarse, tostarse, darse color al sol, como también, si unimos la “a” (que deja de funcionar como una preposición) al sustantivo “dorar”, estaríamos frente a la palabra adorar lo que implicaría una  reverencia y una honra al sol como la divinidad responsable de un  imperio de luz.

Infunde en mi tu poder,
haz que yo haga amanecer
encendiendo palabras y sonidos
colores y notas.

Vemos como en este último cuarteto, el pedido que realiza el yo lírico se refiere a él mismo. El hacer amanecer es la creación, en el caso del poeta, a través de la palabra. Expresando la dificultad y a su vez la belleza de la creación es que se cierra el poema con dos versos de clara impronta becqueriana. Lo que deseaba Becquer en su Rima I, con respecto a la expresión, es lo que el yo lírico le pide al sol. 

Fernando Chelle




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