(Una
mirada de artista y amigo a la obra de Fernando Chelle)
Por:
José Ignacio Cáceres Cerna
Conocí
al poeta Fernando Chelle en el año 2015. Fue en el 2° Campamento de Cine que
organizó la fundación CINERAMA junto con la Secretaría de Cultura de la
Gobernación de Norte de Santander. Ni él ni yo veníamos del mundo del cine, él
lo hacía desde la literatura y yo desde las artes plásticas, pero a ambos nos
unía, y eso es algo que lo fui descubriendo con el tiempo, una sensibilidad
especial para diferentes manifestaciones artísticas, y el cine, por supuesto,
es una de ellas. Pasaron algunos meses y nos volvimos a encontrar en una
celebración organizada por la Asociación de Escritores de Norte de Santander.
Fernando no pertenecía todavía a la asociación, esa noche nos fue presentado a
los diferentes miembros, por parte de Ciro Pérez, el presidente que, a su vez,
también lo conocía, porque habían sido compañeros de trabajo en la Universidad
Simón Bolívar. Esa misma noche, mientras tomábamos unas cervezas en una tienda
ubicada enfrente de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, le propuse que
me acompañara con un bloque literario, o con una sección sobre literatura, en Diáspora, un programa estrictamente
musical que por más de diez años yo venía desarrollando en la 95.2 FM, la radio
de la Universidad Francisco de Paula Santander. Hasta ese momento no conocía
nada de la obra del maestro Fernando, que ya tenía en ese entonces publicado su
primer poemario, Poesía de los pájaros
pintados, un libro sobre lenguaje, Curso
general de lectoescritura y corrección de estilo, y acababa de publicar El cuento fantástico en el Río de la Plata.
Pero, si bien es cierto que por esa época yo desconocía su obra, hoy, casi
cuatro años después, gracias a que Fernando aceptó ser parte de Diáspora, puedo decir con el mayor de
los gustos que, salvo Palabra en el
tiempo (2019), el último libro sobre Antonio Machado que acaba de publicar,
he podido conocer de primera mano todas sus publicaciones literarias. Lo
primero que pude disfrutar fue El cuento
fantástico en el Río de la Plata, porque fue precisamente el libro que
comenzó a desarrollar en PALABRA ESCRITA,
uno de sus dos bloques en Diáspora.
Esta obra, que luego resultaría ganadora en Argentina del PREMIO INTERNACIONAL
A LA INVESTIGACIÓN ANA MARÍA AGÜERO MELNYCZUK, estudia en profundidad los
textos más representativos del género y los autores principales de ambas
márgenes del Río de la Plata. Allí encontramos, por ejemplo, análisis
literarios de obras de autores como Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges,
Felisberto Hernández y Julio Cortázar. El otro bloque que Fernando desarrollo
en DIÁSPORA fue el titulado “Voces de hoy”, donde se dedicó a difundir la obra
de los principales poetas contemporáneos latinoamericanos, y entre ellos,
también difundió su propia obra poética. Fue justamente en ese bloque donde pude
conocer con mayor profundidad su poesía, desde Poesía de los pájaros pintados (2013), una obra estilística y
temáticamente muy rica y diversa, pasando por Muelles de la palabra (2015), un libro también diverso en el
estilo, pero a su vez más técnico y maduro que el anterior, hasta llegar a Las flores del tiempo (2018), quizá su
poemario mejor logrado hasta el momento, una obra que resultó ganadora en
España del PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CAÑOS DORADOS. De finales de 2016 es
la publicación del libro El cuento
Latinoamericano en el siglo XX, con el que Fernando Chelle ganó el PREMIO
NACIONAL DE ENSAYO LITERARIO en el 2017, una obra fundamental para la crítica
literaria latinoamericana. Se suman en este trabajo, a los análisis literarios
de los escritores rioplatenses, estudios magistrales de cuentistas
latinoamericanos, como Roberto Bolaño, Clarice Lispector, Augusto Roa Bastos,
Augusto Céspedes, Mario Vargas Llosa, Pablo Palacio, Francisco Massiani, Juan José
Arreola, y por supuesto, nuestro querido Gabriel García Márquez. Y ya que me
estoy refiriendo a la obra crítica de mi amigo Fernando Chelle, no puedo dejar
de citar dos libros fundamentales en ese sentido, Las otras realidades de la ficción (2016) y Cadencias que el aire dilata en la sombra (2018). La primera de
estas obras es un extenso paseo por la literatura utópica, distópica y ucrónica.
En cuatro artículos que comprende el libro se estudian diferentes obras de
autores como Tomas Moro, Jonathan Swift, Voltaire, Aldous Huxley, George Orwell,
Ray Bradbury, Philip K. Dick, Alan Moore, entre otros. La segunda de estas
obras referidas Cadencias que el aire
dilata en la sombra, la que hasta este año era la última obra ensayística
de este amigo uruguayo radicado en nuestro país, es un conjunto de once
estudios críticos y analíticos, sobre obras de cuatro autores representantes
del Romanticismo literario europeo: Las
cuitas del Joven Werther (1774) del alemán, Johann Wolfgang von Goethe; Oda a una urna griega (1819) del británico,
John Keats; Correspondencias (1857)
del francés Charles Baudelaire y Rimas
(1871) del español Gustavo Adolfo Bécquer. Un capítulo aparte merecería SPAM, su único libro de cuentos
publicado hasta el momento, ganador en Uruguay de la primera mención en
narrativa, en el V CONCURSO LITERARIO DE POESÍA Y NARRATIVA organizado por el
ESPACIO MIXTURA en 2016. Y así podría seguir refiriéndome a otros premios y
reconocimientos que ha merecido la obra de Fernando Chelle, como el haber sido
nombrado MIEMBRO DE HONOR, tanto de la Academia Tolimense de la Lengua como de
la Academia de Historia de Norte de Santander, o el haber recibido en España el
PREMIO INTERNACIONAL SACRA LEAL DE POESÍA, pero me gustaría referirme para
finalizar, únicamente a dos premios que son los más significativos para mí,
porque tengo el orgullo de compartirlos con él y porque son reconocimientos al
trabajo colectivo, me refiero al PREMIO REGIONAL DE PERIODISMO y al PREMIO A LA
EXCELENCIA EN PERIODISMO CULTURAL, que nos fueron otorgados por el Circulo de
Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, en los años 2017 y 2018 respectivamente,
por Diáspora, nuestro programa
cultural, de carácter musical y literario.
Fercho
significa, no solo para mí, sino para la región, la nación y el continente, un
soplo de aliento sureño en las letras, la crítica literaria y la comunicación social.
Su
amable presencia, su aguzado intelecto, su visión intuitiva y bien cultivada,
así como la lealtad de amigo, compañero y hermano cómplice de confidencias personales
e intelectuales son solo alguno de sus atributos.
He
tenido la suerte de haber podido compartir momentos con él y con su bella e
inseparable esposa Pricila (amor nacido en las entrañas de la tecnología),
responsable de que hoy lo tengamos entre nosotros. Quiero saludar, para
finalizar, a sus padres, a quienes acabo de conocer aquí en Cartagena, al señor
Nelson Ariel Chelle y a la señora Julia Cristina Pujolar, y expresarles mi
incondicional amor y respeto hermanado por concebir un ser alegre, sensible,
carismático, ético y estético.
Hoy
el Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena de Indias y la
Asociación de Escritores de la Costa han decidido homenajear a mi amigo y
compañero de andanzas culturales con el Libro de Oro de la Literatura
Colombiana. Desde mi lugar de artista, desde la plástica, desde la literatura,
desde la difusión y dispersión cultural, desde esa Diáspora que tanto lo quiere, levanto la copa y brindo por su
triunfo, porque también lo siento como mío.
Fernando,
con personas universales como su merced, el planeta se torna más placentero,
intercambiar siempre será un verdadero placer y orgullo.
Muchas
gracias.
Cartagena de Indias, agosto de 2019