sábado, 8 de enero de 2022

El escritor letrado


(Una mirada de artista y amigo a la obra de Fernando Chelle)

 

Por: José Ignacio Cáceres Cerna

 

Conocí al poeta Fernando Chelle en el año 2015. Fue en el 2° Campamento de Cine que organizó la fundación CINERAMA junto con la Secretaría de Cultura de la Gobernación de Norte de Santander. Ni él ni yo veníamos del mundo del cine, él lo hacía desde la literatura y yo desde las artes plásticas, pero a ambos nos unía, y eso es algo que lo fui descubriendo con el tiempo, una sensibilidad especial para diferentes manifestaciones artísticas, y el cine, por supuesto, es una de ellas. Pasaron algunos meses y nos volvimos a encontrar en una celebración organizada por la Asociación de Escritores de Norte de Santander. Fernando no pertenecía todavía a la asociación, esa noche nos fue presentado a los diferentes miembros, por parte de Ciro Pérez, el presidente que, a su vez, también lo conocía, porque habían sido compañeros de trabajo en la Universidad Simón Bolívar. Esa misma noche, mientras tomábamos unas cervezas en una tienda ubicada enfrente de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, le propuse que me acompañara con un bloque literario, o con una sección sobre literatura, en Diáspora, un programa estrictamente musical que por más de diez años yo venía desarrollando en la 95.2 FM, la radio de la Universidad Francisco de Paula Santander. Hasta ese momento no conocía nada de la obra del maestro Fernando, que ya tenía en ese entonces publicado su primer poemario, Poesía de los pájaros pintados, un libro sobre lenguaje, Curso general de lectoescritura y corrección de estilo, y acababa de publicar El cuento fantástico en el Río de la Plata. Pero, si bien es cierto que por esa época yo desconocía su obra, hoy, casi cuatro años después, gracias a que Fernando aceptó ser parte de Diáspora, puedo decir con el mayor de los gustos que, salvo Palabra en el tiempo (2019), el último libro sobre Antonio Machado que acaba de publicar, he podido conocer de primera mano todas sus publicaciones literarias. Lo primero que pude disfrutar fue El cuento fantástico en el Río de la Plata, porque fue precisamente el libro que comenzó a desarrollar en PALABRA ESCRITA, uno de sus dos bloques en Diáspora. Esta obra, que luego resultaría ganadora en Argentina del PREMIO INTERNACIONAL A LA INVESTIGACIÓN ANA MARÍA AGÜERO MELNYCZUK, estudia en profundidad los textos más representativos del género y los autores principales de ambas márgenes del Río de la Plata. Allí encontramos, por ejemplo, análisis literarios de obras de autores como Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Felisberto Hernández y Julio Cortázar. El otro bloque que Fernando desarrollo en DIÁSPORA fue el titulado “Voces de hoy”, donde se dedicó a difundir la obra de los principales poetas contemporáneos latinoamericanos, y entre ellos, también difundió su propia obra poética. Fue justamente en ese bloque donde pude conocer con mayor profundidad su poesía, desde Poesía de los pájaros pintados (2013), una obra estilística y temáticamente muy rica y diversa, pasando por Muelles de la palabra (2015), un libro también diverso en el estilo, pero a su vez más técnico y maduro que el anterior, hasta llegar a Las flores del tiempo (2018), quizá su poemario mejor logrado hasta el momento, una obra que resultó ganadora en España del PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CAÑOS DORADOS. De finales de 2016 es la publicación del libro El cuento Latinoamericano en el siglo XX, con el que Fernando Chelle ganó el PREMIO NACIONAL DE ENSAYO LITERARIO en el 2017, una obra fundamental para la crítica literaria latinoamericana. Se suman en este trabajo, a los análisis literarios de los escritores rioplatenses, estudios magistrales de cuentistas latinoamericanos, como Roberto Bolaño, Clarice Lispector, Augusto Roa Bastos, Augusto Céspedes, Mario Vargas Llosa, Pablo Palacio, Francisco Massiani, Juan José Arreola, y por supuesto, nuestro querido Gabriel García Márquez. Y ya que me estoy refiriendo a la obra crítica de mi amigo Fernando Chelle, no puedo dejar de citar dos libros fundamentales en ese sentido, Las otras realidades de la ficción (2016) y Cadencias que el aire dilata en la sombra (2018). La primera de estas obras es un extenso paseo por la literatura utópica, distópica y ucrónica. En cuatro artículos que comprende el libro se estudian diferentes obras de autores como Tomas Moro, Jonathan Swift, Voltaire, Aldous Huxley, George Orwell, Ray Bradbury, Philip K. Dick, Alan Moore, entre otros. La segunda de estas obras referidas Cadencias que el aire dilata en la sombra, la que hasta este año era la última obra ensayística de este amigo uruguayo radicado en nuestro país, es un conjunto de once estudios críticos y analíticos, sobre obras de cuatro autores representantes del Romanticismo literario europeo: Las cuitas del Joven Werther (1774) del alemán, Johann Wolfgang von Goethe; Oda a una urna griega (1819) del británico, John Keats; Correspondencias (1857) del francés Charles Baudelaire y Rimas (1871) del español Gustavo Adolfo Bécquer. Un capítulo aparte merecería SPAM, su único libro de cuentos publicado hasta el momento, ganador en Uruguay de la primera mención en narrativa, en el V CONCURSO LITERARIO DE POESÍA Y NARRATIVA organizado por el ESPACIO MIXTURA en 2016. Y así podría seguir refiriéndome a otros premios y reconocimientos que ha merecido la obra de Fernando Chelle, como el haber sido nombrado MIEMBRO DE HONOR, tanto de la Academia Tolimense de la Lengua como de la Academia de Historia de Norte de Santander, o el haber recibido en España el PREMIO INTERNACIONAL SACRA LEAL DE POESÍA, pero me gustaría referirme para finalizar, únicamente a dos premios que son los más significativos para mí, porque tengo el orgullo de compartirlos con él y porque son reconocimientos al trabajo colectivo, me refiero al PREMIO REGIONAL DE PERIODISMO y al PREMIO A LA EXCELENCIA EN PERIODISMO CULTURAL, que nos fueron otorgados por el Circulo de Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, en los años 2017 y 2018 respectivamente, por Diáspora, nuestro programa cultural, de carácter musical y literario.

Fercho significa, no solo para mí, sino para la región, la nación y el continente, un soplo de aliento sureño en las letras, la crítica literaria y  la comunicación social.

Su amable presencia, su aguzado intelecto, su visión intuitiva y bien cultivada, así como la lealtad de amigo, compañero y hermano cómplice de confidencias personales e intelectuales son solo alguno de sus atributos.

He tenido la suerte de haber podido compartir momentos con él y con su bella e inseparable esposa Pricila (amor nacido en las entrañas de la tecnología), responsable de que hoy lo tengamos entre nosotros. Quiero saludar, para finalizar, a sus padres, a quienes acabo de conocer aquí en Cartagena, al señor Nelson Ariel Chelle y a la señora Julia Cristina Pujolar, y expresarles mi incondicional amor y respeto hermanado por concebir un ser alegre, sensible, carismático, ético y estético.

Hoy el Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena de Indias y la Asociación de Escritores de la Costa han decidido homenajear a mi amigo y compañero de andanzas culturales con el Libro de Oro de la Literatura Colombiana. Desde mi lugar de artista, desde la plástica, desde la literatura, desde la difusión y dispersión cultural, desde esa Diáspora que tanto lo quiere, levanto la copa y brindo por su triunfo, porque también lo siento como mío.

Fernando, con personas universales como su merced, el planeta se torna más placentero, intercambiar siempre será un verdadero placer y orgullo.

Muchas gracias. 

 

Cartagena de Indias, agosto de 2019




 

sábado, 1 de enero de 2022

“Tríptico de los jardines del Sur” (Poesía ganadora del IV CONCURSO DE POESÍA de Litteratura, 2021)

Queridos amigos, para mí es un gusto compartirles la poesía “Tríptico de los jardines del Sur”, texto que resultó ganador del IV CONCURSO DE POESÍA de Litteratura, 2021. 




Tríptico de los jardines del Sur

(Ganador del IV Concurso Litteratura de Poesía)

 

                                                  I

 

Este canto apócrifo y antiguo

es la existencia de un niño en soledad,

la voz de un patio soleado

lleno de plantas y árboles frutales,

donde palpita gozoso el universo

y hace danzar las flores con su brisa lejana.

Hay tanto silencio en el suspenso,

en este asombro aristotélico ante las cosas,

que el amor se reduce al cobijo de los árboles

y al diamante que deja al pasar un caracol.

Yo soy el niño que está vivo y se canta

con esta lengua amada de mis antepasados,

que no fueron raíz de este sueño de versos,

pero sí el justo barro donde sopla la vida.

Poeta de un Río Negro, donde pintados pájaros

nacidos para volar hasta la muerte

se detienen, a veces, en muelles de palabras

y en las flores del tiempo de un patio interminable.

La soledad buscada, necesaria, del niño a plena luz,

la del lenguaje cósmico donde lee el poeta

vive conmigo, incluso, en medio de la noche

y lleva por el mundo sus perfumes de siesta

cuando ya nadie duerme y tiemblan las estrellas.

Soy un poeta con los sueños intactos

y con la certeza de que su canto apócrifo y antiguo

es la existencia de un niño en soledad.

 

                                                 II

 

¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio

vasto como la noche y más largo que la vida?

En mi verde infancia,

los patios de la memoria se continúan

y llegan hasta esta página,

como los robles de la cabaña del monte

hasta el terciopelo de aquel alto sillón.

Son largas extensiones de flores y conejos

con horizontes de perros y

sombras que picotean la tierra

hasta perderse en un pino inclinado donde viven los pájaros.

Todos los patios de mi niño son un gran patio,

soy testigo de enredaderas, de enanos de jardín,

de naranjos que al evocarlos adquieren color y movimiento.

¿Será que todas las infancias son recuerdos de un patio

vasto como la noche y más largo que la vida?

 

                                                III

 

La tarde con su imperio de luz y de silencio

en el eterno patio de la infancia,

los cipreses danzantes de ese vecino

que era sordo y pintaba,

el palo borracho de mi abuela

la socialista, la costurera,

todos los paraísos del cerro y

hasta los sauces que lloran a la orilla del río.

El pino inclinado donde viven los pájaros,

el de las sombras y los picos,

El naranjo que ha visto pasar al caracol

con su diamante y su espiral,

el limonero melancólico y

hasta la higuera que da a la vieja escuela.

 

La tarde con su imperio de luz y de silencio

bajo el reinado albo del fragante jazmín

y de la roja rosa de todos los poetas,

el estallido de pétalos que supone la dalia

en los canteros del fondo,

las hojas en el suelo de los otoños

y la nobleza de todos los perros que me han visto pasar.

 

La tarde con su imperio de luz y de silencio,

las bibliotecas, los escritores queridos y admirados

y hasta los altos hombres que sé me precedieron,

viven en estos versos.