En apenas unos meses se estarán cumpliendo cien años de la publicación de La Metamorfosis (Die Verwandlung), una de las obras más revolucionarias de la historia de la literatura. Fue escrita por Franz Kafka (Praga, Imperio austrohúngaro, 3 de julio de 1883 ‑ Kierling, Austria, 3 de junio de 1924) a finales de 1912, pero se publicó recién en octubre de 1915 en la revista que dirigía el escritor René Schickele, “Die weissen Blätter” (Las páginas blancas). En el mes de noviembre de ese mismo año, en la ciudad de Leipzig, la editorial Kurt Wolff publica la obra como libro independiente, dentro de la colección titulada "Der Jüngste Tag” (Día del juicio). Franz Kafka, quien no tenía una visión positiva de sí mismo como escritor, y llegó incluso a pedir que sus manuscritos fueran destruidos, nunca se hubiera imaginado que su corta novela sería considerada en el futuro uno de los libros fundamentales en la historia de la literatura.
El tema central de la obra gira en torno a la incomprensión de la que es víctima el personaje protagonista, Gregorio Samsa, quien sufre una completa metamorfosis y amanece transformado en un insecto. Junto a este tema principal, encontramos otros similares o derivados, como es el caso del rechazo, el egoísmo, la indiferencia, el aislamiento y la soledad.
En lo que respecta a la estructura interna del relato, podemos encontrar tres momentos. El primer momento abarca los sucesos que acontecen en la narración, desde el inicio, cuando Gregorio se despierta convertido en un monstruoso insecto, y se extiende hasta la escena en que el padre lo devuelve a la habitación tras darle un empujón. El segundo momento estará marcado por el aislamiento y la soledad a la que es sometido el protagonista. Se ve la vida del personaje viviendo como un insecto, modificando sus costumbres, que cada vez se alejan más de las de un ser humano. Al igual que el primer momento, el segundo culmina cuando Gregorio es regresado nuevamente a su habitación, tras otro ataque violento de su padre. Finalmente el tercer momento estará marcado por el agravamiento de la enfermedad de Gregorio y su posterior muerte. Concluye la obra con la familia del protagonista proyectando una nueva vida.
Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto…
Quizá, junto al “Nel mezzo del cammin di nostra vita”, y al “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”, el comienzo de la metamorfosis sea uno de los que más se han impreso en la mente de los lectores de diferentes épocas.
Se trata de un comienzo in media res (en mitad del asunto) que nos mete de lleno en la transformación de carácter inexplicable que sufre el protagonista de la narración. La anécdota es presentada por la voz del narrador, en las primeras palabras del texto, de forma directa, descarnada, sin ningún tipo de introducción. A Kafka no le interesa jugar con la verosimilitud de su relato, es consciente que lo que ocurre en la novela no se condice con acontecimientos realistas, pero los presenta de ese modo y basta. Los lectores no tenemos más alternativa que aceptar esa otra realidad sobrenatural del relato, como una verdad absurda, pero irrefutable. Simplemente se nos dice que el sueño fue intranquilo, por lo que suponemos que en su transcurrir fue donde se gestó el cambio extraordinario, pero no se nos dice más que eso. Esa verdad, esa nueva realidad, es la misma que al despertar tuvo que aceptar el propio Gregorio Samsa, al ver su vientre convexo y oscuro y sus numerosas patas agitándose sin concierto. La primera actitud que encontramos del asombrado Gregorio, está vinculada a la reflexión, se pregunta:
– ¿Qué me ha ocurrido?
El personaje toma consciencia de que no se trata de un sueño, sino de una transformación real. Su habitación es la misma de siempre, y allí están todos los objetos conocidos, utilizados por aquel viajante de comercio que él había sido hasta el día anterior. Se establece una especie de paralelismo psicocósmico, entre esa mañana gris y lluviosa y la melancolía que invade al protagonista. De todas maneras, Gregorio se rehúsa a aceptar lo que la realidad le está mostrando, no se quiere dejar vencer y pretende actuar como si fuera el mismo de la noche anterior. Lo vemos reflexionar en su monólogo interior, sobre su existencia. Es un hombre solitario, absorbido por un trabajo que no le agrada, y por un jefe que tiene que soportar, cosa que no haría si no fuera porque él es el único sustento de su familia.
En este primer momento de la narración, Gregorio sigue pensando como hombre, sigue sufriendo por la responsabilidad que ha cargado sobre sus hombros, después sí, poco a poco irá cambiando y sus costumbres se parecerán más a las de un insecto.
En esa familia, no solo ha cumplido la función de hijo y hermano, sino también la de padre, es por eso que le preocupa tanto el futuro de los suyos, al ver que no se encuentra en las condiciones necesarias para emprender las tareas que le eran cotidianas. Pero se resiste a la realidad, quiere continuar con sus funciones laborales como si nada hubiera pasado y hasta se siente culpable por el retraso de ese día.
La metamorfosis de Gregorio no será la única en esa casa, hay una mutación, no estética, pero sí psicológica, en todos los miembros de la familia. Y hay una evolución en los comportamientos, que irá desde una aceptación resignada hasta el rechazo más terrible.
La primera en hablar por parte de la familia es la madre:
– Gregorio –dijo la voz de su madre–, son las siete menos cuarto. ¿No ibas a salir de viaje?
Desde la primera aparición la madre de Gregorio muestra preocupación por su hijo e interés en ayudarlo. Pero ese interés nunca se transformará en una ayuda concreta. La señora Samsa, caracterizada como débil y enfermiza, siempre estará subordinada a las opiniones de su marido y de su hija. En esa primera intervención Gregorio prácticamente no le reconoce la voz:
¡Qué voz tan dulce! Gregorio se horrorizó al oír en cambio la suya propia, que era la de siempre, pero mezclada con un penoso y estridente silbido, en el cual las palabras, al principio claras, se confundían luego y sonaban de forma tal que uno no estaba seguro de haberlas oído.
El padre de Gregorio, que se caracterizará por ser un hombre autoritario y hasta violento, en este primer momento, si bien se muestra desconfiado, a su vez manifiesta interés y preocupación por su hijo:
– ¡Gregorio! ¡Gregorio! ¿Qué pasa?
La que tiene una actitud más amigable de los miembros de la familia es su hermana Grete, aunque ella también es otro de los personajes que modificará su comportamiento a lo largo del relato. Por el momento se muestra preocupada, y desde atrás de otra puerta, lo interroga de forma afectuosa:
– Gregorio, ¿no estás bien? ¿Necesitas algo?
Mientras Gregorio se encuentra en medio de dificultades, intentando abandonar la cama, llega a la casa el gerente de la compañía para la que trabaja. Había comprobado que Gregorio no había tomado el tren y por eso se presentó en su domicilio, y hubiera entrado hasta en su habitación si no fuera porque esta estaba con llave. Vemos un abuso de poder desmedido por parte de este personaje, quien en principio indaga firmemente a Gregorio y luego lo termina irrespetando. De todas maneras Gregorio ha decidido enfrentar la situación y finalmente logra abrir la puerta de su habitación y se presenta ante el gerente, el padre y la madre. Cuando logra abrir la puerta queda oculto tras una de las hojas:
Este modo de abrir la puerta fue la causa de que no le viesen inmediatamente. Gregorio tuvo que girar lentamente contra una de las hojas de la puerta, con gran cuidado para no caer de espaldas.
El primero en verlo es el gerente:
Y aún estaba ocupado en llevar a cabo tan difícil operación, sin tiempo para pensar otra cosa, cuando oyó una exclamación del gerente que sonó como el aullido del viento, y le vio, junto a la puerta, taparse la boca con la mano y retroceder lentamente, como empujado por una fuerza invisible.
La reacción del gerente es totalmente lógica, sin necesidad de hacer una lectura simbólica de los hechos. Es entendible que una persona actúe de esa forma, cuando espera encontrarse un hombre y lo que ve es un enorme y monstruoso insecto. La actitud de la madre también es entendible, es lógico que se olvide de la presencia del gerente y que no se preocupe por el hecho de estar despeinada:
…miró a Gregorio, juntando las manos, avanzó luego dos pasos hacia él, y se desplomó por fin, en medio de sus faldas desplegadas a su alrededor, con la cabeza caída sobre su pecho.
Esta mujer de carácter débil y sumiso se trastornó con la visión de Gregorio. Si bien lo mira de frente y avanza hasta su hijo, llevada por ese instinto maternal que nunca pierde, la repulsión que siente es tanta, que no la soporta y se termina desmayando.
Al padre lo vemos desesperado, primero reacciona de forma violenta y luego se pone a llorar:
El padre amenazó con el puño, con expresión hostil, como si quisiera empujar a Gregorio hacia el interior de la habitación; se volvió luego, saliendo con paso inseguro al recibidor y, cubriéndose los ojos con las manos, rompió a llorar de tal modo, que el llanto sacudía su robusto pecho.
A diferencia de la primera intervención, donde se lo veía preocupado por Gregorio, el padre actúa ahora de forma violenta. Es su forma de reaccionar frente a la impotencia que le da ver a su hijo transformado en un insecto. Quizá sienta vergüenza por la presencia del gerente, lo cierto es que su actitud es de un contundente rechazo, lo único que quiere en ese momento es que Gregorio regrese a su habitación de una vez por todas. Su desesperación la vemos también en su actitud de no quedarse en el sitio y alejarse hasta el recibidor, y sobre todo, en ese llanto sacudiendo su pecho, que tanto contrasta con el hombre autoritario que es.
El absurdo que hemos venido viendo llega a su pico máximo cuando Gregorio se dirige al gerente como si nada hubiera pasado, tomando aquello como un simple contratiempo completamente solucionable. Continuando con su actitud de entendible asombro, el gerente retrocede hasta llegar a la escalera. La madre que estaba desmayada, de pronto vuelve a recobrar el juicio, pero lo primero que ve cuando abre los ojos es la metamorfosis de su hijo. Esto hace que se desespere, que grite pidiendo ayuda, no puede dar crédito a lo que sus sentidos le están mostrando. Se cae sobre la mesa derramando el café y finalmente corre a refugiarse en los brazos del señor Samsa. Gregorio, si bien observa esto, sigue pensando que su atención la tiene que poner en el gerente, pero éste, al ver que el insecto trata de acercársele, en medio de gritos abandona la casa. Podríamos pensar que el padre de Gregorio estaba esperando el momento en que se fuera el gerente para actuar de forma violenta. Porque si bien antes había amenazado a Gregorio con el puño, después se tranquilizó. Ahora, en lugar de ir a buscar al gerente, decide tomar el bastón que este había olvidado en su apurada salida y obligar a Gregorio a entrar nuevamente en su habitación. Finalmente, tras pasar algunas dificultades lo logra. La primera parte de la estructura interna en la que podemos dividir este relato se cierra con la voz del narrador diciendo:
Luego cerró la puerta con el bastón, y por fin volvió a la calma.
En esta primera parte del relato se estableció claramente el tema central de la obra, la incomprensión. Al principio de este análisis se dijo, que junto al tema principal encontrábamos otros temas similares o derivados. Algunos de los mencionados ya los pudimos apreciar, por ejemplo, el rechazo, el egoísmo y la indiferencia ante el dolor del otro, de aquí en más apreciaremos otros dos, el aislamiento y la soledad.
Los hechos que se sucederán de aquí en más, los correspondientes a la segunda parte de la estructura interna de esta novela breve, estarán marcados por el aislamiento y la soledad a la que es sometido el protagonista. La familia decide mantener a Gregorio aislado en su cuarto, alejado de la sociedad. Solamente su hermana Grete es quien entra en la habitación. Es quien se encarga de brindarle los alimentos a Gregorio y mantener el aseo, aunque luego este aspecto lo deja de lado. La familia no quiere que la enfermiza señora Samsa entre en la habitación para evitarle impresiones fuertes, en tanto el padre se mantiene alejado de Gregorio y cada vez lo odia más. La preocupación familiar empieza a girar en torno al dinero, ya no pueden contar con quien hasta ayer era el proveedor, desde que el padre tuvo que dejar su negocio. No tienen otra alternativa que ponerse a trabajar y así lo hacen, mientras tanto, las costumbres de Gregorio, se van modificando y se parecen cada vez más a las de un insecto. La metamorfosis avanza de lo puramente físico a lo mental, vemos como Gregorio comienza a sentirse más cómodo durmiendo debajo del sofá, empieza a preferir la comida en mal estado y comienza a trepar por las paredes y el techo. En un momento determinado, la hermana, con la intención de lograr más espacio en la habitación, decide quitar los muebles. Luego de mirar, y cerciorarse de que Gregorio no estuviera a la vista, hace pasar a su madre a la habitación y comienzan con la tarea que se habían propuesto:
Gregorio oyó a las dos frágiles mujeres mover el viejo y pesado baúl; la hermana, animosa como siempre, hacía la mayor parte del esfuerzo, sin hacer caso de las advertencias de la madre, que tenía miedo de que se fatigara excesivamente.
La hermana no tiene mala intención al retirar los muebles, piensa que eso ayudará a que su hermano se mueva con mayor libertad dentro de la habitación. Pero este hecho contribuirá a acelerar la animalización mental de Gregorio. Hasta el momento, el cuarto se había mantenido como siempre, pero el quitar los muebles significaría un cambio irreversible con respecto a la realidad pasada. A Gregorio en principio no le parece mala idea, porque ya estaba comenzando a pensar como insecto y no como hombre. Luego, al escuchar las palabras de su madre, cae en la cuenta de que se está definitivamente deshumanizando y que lo mejor sería que dejaran todo como siempre. Mientras su madre y su hermana se encuentran vaciando la habitación, él está oculto bajo el sofá. Comienza a invadirlo la nostalgia cuando comprueba que las mujeres están retirando todo lo que el ama, esto lo lleva a reaccionar. El cuadro, al cual Gregorio se aferra, protegiéndolo, funciona como un símbolo, de un pasado que no quiere que le arrebaten y está dispuesto a defender.
Cuando la madre regresa a la habitación, después de haber sacado el escritorio, ve a Gregorio trepado en la pared y se desmaya cayendo sobre el sofá. Al ver lo sucedido, la hermana reprende violentamente a Gregorio:
– Gregorio –exclamó la hermana con el puño en alto y la mirada de reprobación.
Como se dijo al principio de este análisis, Grete es un personaje que va modificando su comportamiento a lo largo del relato. A esta altura de la narración ya hemos percibido ese cambio de actitud, pero quizá sea a partir de este momento que el desprecio hacia su hermano se hace evidente. Ese desprecio culminará poco más adelante, cuando no dude en expresar que ese insecto repugnante no puede ser su hermano.
Tras el desmayo de la madre, Grete corrió a su habitación en busca de algo para reanimarla. Esto llevó a que Gregorio tuviera la oportunidad de abandonar su cuarto. Cuando Grete ve que Gregorio se encuentra atrás de ella corre aterrada hasta la habitación de su hermano, donde estaba su madre y cierra tras de sí la puerta, de manera que Gregorio quedará por fuera de su habitación. Este es el momento cuando llega el padre a la casa y Grete tiene que abandonar la habitación de Gregorio, donde se encontraba con su madre, para ir a atender la puerta. Le dice a su padre que su madre está desmayada y que Gregorio se ha escapado de su habitación.
En cuanto Gregorio ve a su padre se sorprende. No parecía el mismo de antes, las nuevas funciones laborales que había tenido que asumir para sustentar la casa, lo habían transformado. Ya no era un hombre débil y cansado, sino firme, enérgico, restablecido. Gregorio siente temor, sabe que el padre es un hombre violento. El padre trata de que Gregorio regrese a su habitación. Al principio, el enfrentamiento se dio en forma de pequeñas corridas, pero luego comenzó a caer sobre Gregorio una lluvia de manzanas. Una de ellas, finalmente alcanza el cuerpo del insecto, donde permanecerá incrustada, descomponiéndose, hasta el final. Finalmente esta grotesca escena termina con la súplica que hace la madre de Gregorio al padre, de que por favor no mate a su hijo.
De aquí en más ingresamos al último momento de la estructura interna de la obra. Este momento tendrá como centro de interés, el agravamiento de la enfermedad que padece Gregorio, la que finalmente lo llevará a la muerte.
La familia, para poder solventar los gastos, decide alquilar parte de la casa a tres huéspedes. Gregorio queda relegado en su habitación, la que ahora sirve como trastero. En una ocasión Grete estaba tocando el violín, los huéspedes al escucharla, pidieron el favor de que tocara para ellos. Cuando Grete está tocando, de repente irrumpe en la sala Gregorio, quien había sido atraído por la música y quería decirle a su hermana que le hubiera gustado pagarle las clases del conservatorio. Cuando estos tres señores ven a Gregorio, se alteran profundamente con su presencia y deciden irse de la casa sin pagar. Llegado este punto límite, Grete propone decididamente deshacerse de lo que llama el monstruo. Si bien no saben cómo hacerlo, es algo en lo que todos están de acuerdo, ya que piensan que han hecho todo lo que han podido para poder convivir con ese insecto que ni siquiera están seguros de que sea Gregorio. Esa misma noche, en la habitación, solo y débil, permaneció Gregorio meditando hasta las tres de la madrugada:
Luego, a pesar suyo, dejó caer la cabeza y de su hocico surgió débilmente su último suspiro.
Al otro día, la sirvienta descubre el cadáver y se dirige a la habitación de los señores Samsa y les grita en la oscuridad:
– ¡Ha estirado la pata!
La familia, si bien sufre una leve conmoción, recibe la noticia como un verdadero alivio, como una verdadera liberación. Se alegran por el hecho de poder comenzar una nueva vida y resuelven dedicar ese día a dar un paseo. Los señores Samsa, parecen olvidarse de la pérdida de ese hijo que en un tiempo fue el sostén de la familia y esperanzarse en la hija que les ha quedado, que por otra parte, se está convirtiendo en una joven agraciada a la que pronto podrán casar.
[1] El artículo pretende ser un análisis literario de La Metamorfosis, abordada únicamente desde el punto de vista textual. Mucho se ha escrito sobre el vínculo que podemos establecer entre la figura del personaje Gregorio Samsa y la del autor de la obra, el escritor Franz Kafka. No rechazo ese tipo de análisis y comparto que algunos aspectos biográficos de Kafka coinciden con algunos de los temas o personajes que aparecen en la obra. El propio Kafka reconoció la relación entre La Metamorfosis y su vida, dijo textualmente: “La metamorfosis no es una confesión, aunque sea, en cierto sentido, una indiscreción". De manera que ese tipo de lectura es totalmente válido, pero mi trabajo siguió otra línea de estudio. De la misma forma, considero también muy válidas las lecturas expresionistas y simbólicas que se han hecho de la obra, aunque tampoco haya sido esa mi forma de abordarla.