martes, 31 de octubre de 2017

RIMA VII, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Gustavo Adolfo Bécquer hacia 1864, retratado por J. Laurent

El milagro de la poesía

El genio poético. Del olvido, al despertar del sueño; del polvo, a la resurrección.

Por Fernando Chelle 

Después del estudio introductorio al libro de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, y del análisis literario de la Rima I, continúo mi recorrido analítico, con la número VII.

VII

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!

Esta poesía, que aparece en la primera parte del libro de las “Rimas” de Gustavo Adolfo Bécquer, está vinculada a la reflexión sobre el hecho poético. En cuanto a la estructura externa, está compuesta por tres estrofas de cuatro versos. Las dos primeras estrofas presentan tres versos decasílabos y un cuarto de pie quebrado, que es un hexasílabo, mientras que la tercera estrofa, si bien repite los tres primeros versos decasílabos, se cierra con un eneasílabo. La rima es asonante en los versos pares, mientras que los impares quedan libres. El ritmo es trocaico, ya que el acento estrófico recae siempre en sílaba impar. El tema de la rima aparece explicitado recién en la tercera estrofa. Comienza el texto hablando de un arpa, pero al final, nos enteramos de que ese arpa es la expresión simbólica del genio poético. En este texto está invertido el punto de partida, comienza con la imagen del arpa, la que se va a ir cargando de valor subjetivo y simbólico. Lo que hace aquí Bécquer es lo que T.S Eliot llamó “correlato objetivo” es decir, habla de una cosa, pero está aludiendo a otra. El arpa, es un instrumento musical que por sí solo no cumple ninguna funcionalidad, necesita de alguien que lo ejecute, así como el genio poético necesita de la inspiración del poeta para manifestarse. El genio poético está latente, en silencio como el arpa, sólo le basta el estímulo para poder surgir.  Existe en este poema una correspondencia de la estructura externa con la interna, ya que los tres momentos de esta última coinciden con la división en estrofas. La primera estrofa es de una gran tranquilidad, encontramos la descripción impersonal del instrumento y su ubicación. En la segunda aparece lo subjetivo y se alude a las posibilidades creativas que están dormidas, latentes, esperando ser despertadas. La tercera estrofa es la de la intensificación de la subjetividad, es donde aparece el “yo”.
Toda la primera estrofa es un gran hipérbaton, donde el arpa aparece al final. Hay una larga descripción, que va generando expectativas, porque como lectores no sabemos a qué se está refiriendo el texto, hasta que finalmente aparece el objeto. Primero se refiere la situación y el estado, (olvidada, silenciosa y cubierta de polvo), se anteponen todos los elementos circunstanciales, antes de que aparezca el verbo y el sustantivo. El arpa está arrinconada, sola, en un salón, que es un ámbito que por lo general se utiliza para la comunicación. Ese ángulo oscuro del salón marca el estado del alma del poeta, un estado donde está latente la posibilidad de comunicación. En la expresión “de su dueña tal vez olvidada”, no hay una negación rotunda del olvido. Está sí cubierta de polvo, que es una muestra de que al menos desde hace un buen tiempo nadie se ha ocupado de ella. Lo que sucede con el arpa es lo que pasa con el genio poético cuando está carente de estímulo, se llena de polvo.  Se cierra la estrofa de forma impersonal “veíase el arpa”, todavía el poeta no se involucra en el texto. Pero, de todas maneras, el cierre de la primera estrofa no es completamente negativo, porque si bien el arpa está en un ángulo oscuro, se ve, está abierta a posibilidades, está a la espera de que la toquen.
La segunda estrofa, en su totalidad, es una exclamación. Comienza con una prosopopeya, donde las notas duermen en las cuerdas, y a su vez ese dormir es comparado con el del pájaro en las ramas. Las cuerdas del arpa, al igual que los pájaros dormidos, guardan en potencia el canto, la música, el genio poético. Sólo se necesita la mano del artista, la mano inspirada, que arranque de lo dormido, de lo quieto, de lo que está en reposo, la creación, la poesía. 
Dije, cuando hablé de la estructura, que en la tercera estrofa es donde se intensifica la subjetividad, porque es donde aparece el “yo”. Aquí sí se alude directamente al genio poético y se repite nuevamente el verbo dormir, que es un verbo esperanzador, porque implica un posible despertar. Finalmente, la inspiración es para el poeta, lo que es Jesucristo para Lázaro. Es muy significativo el ejemplo, porque lo de Lázaro no es un simple despertar, es una resurrección, con lo que podríamos llegar a pensar, que la inspiración en el poeta tiene un carácter divino, milagroso.

Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Noviembre de 2017.   

miércoles, 18 de octubre de 2017

LAK-BERNA

A continuación, les dejo el enlace a la página de “LAK-BERNA”, donde se han publicado dos de mis obras inéditas “Reflejo” y “La madeja”.



Fernando Chelle



viernes, 13 de octubre de 2017

Entrevista a Fernando Chelle en la revista de literatura "Marcapiel"

A continuación, les comparto la entrevista que me realizó la revista mexicana de literatura “Marcapiel”.



Presentamos una entrevista acompañada de unos poemas  al poeta uruguayo Fernando Chelle.
Apenas publicado Muelles de la palabra (Colombia, 2015), el segundo poemario del escritor uruguayo Fernando Chelle, el poeta, narrador y ensayista argentino Luis Benítez, en un artículo de la revista francesa resonancias.org, titulado Fernando Chelle: lo intensamente humano, dijo:
Una de las importantes características de la poética del uruguayo Fernando Chelle es la intensa cercanía que el lector siente, apenas incursiona en sus versos, acerca de los postulados y la forma misma en la que el poeta se expresa. Esta abolición del límite entre autor y lector no es un logro mediano, sino mucho más que llamativo. A través de sus poemas, Chelle nos acerca no solamente a su universo propio, sino que colabora a que tengamos una visión mucho más nítida del nuestro. Un lenguaje llano, por momentos casi coloquial –donde sin embargo no falta la apelación a la referencia culta- anima estos logros que nos permiten edificar, desde nuestro papel de lectores de sus poemas, el paisaje de nuestra propia memoria sensible, merced a la evocación de estados y percepciones que compartimos con el poeta. Poesía visual y fuertemente corpórea, la de Chelle se apoya en sensaciones conocidas por el lector y que vuelven a su conciencia gracias a la habilidad del autor para devolverles su vigencia inmediata.
Desde esas palabras de Benítez, del 2015, podríamos decir que ha corrido bastante agua de la buena por debajo del puente de la obra de este escritor uruguayo radicado desde el año 2011 en Colombia. En 2016, Chelle recibió tres menciones por su obra, dos por su poesía, una en Colombia y otra en EE. UU, y una en Uruguay, por un libro de cuentos recientemente publicado. En lo que va del 2017, ha obtenido, en Colombia, un premio nacional de ensayo literario, un premio regional de periodismo y acaba de ser galardonado, desde España, con el VIII Premio Internacional de Poesía Caños Dorados.
Hace unos días, tuvimos el gusto de conversar con Fernando, hacerle algunas preguntas. Las respuestas a esas preguntas y una breve selección de su poesía, es lo que hoy comparto con los lectores de MARCAPIEL.
Fernando, hablemos de poesía. Cuéntanos de las Imágenes y de las voces que funcionan como punto de partida para tu escritura
Sin dudas que como todo poeta me nutro de diferentes factores externos, que interiorizo y que de alguna manera funcionan como punto de partida para determinadas obras. Pero soy consciente que el lenguaje poético, no solo es diferente al lenguaje cotidiano, sino que también difiere del lenguaje utilizado por otros géneros que también tienen una finalidad estética, literaria, me refiero al lenguaje que podemos encontrar en las narraciones, en los dramas, en fin, sin dudas que el lenguaje poético es el que hace un uso más radical, revolucionario, libre, del código lingüístico. El lenguaje poético lleva esas imágenes que a uno lo pueden haber impactado y esas voces que forman parte del universo del poeta a otra dimensión, a una dimensión casi mágica.
En poesía, el lenguaje es una herramienta, un objeto o un problema
Las tres cosas, y quizás en ese orden. Sin duda que el lenguaje articulado que tenemos la dicha de poseer los seres humanos es el que posibilita una comunicación infinitamente más compleja que la que poseen los demás animales y también es la herramienta fundamental del hacer literario, no solo del hacer poético. Ninguna disciplina que haga uso del lenguaje, lo ha estudiado, ha reparado y ha creado con él, como la literatura. El lenguaje como objeto es un pilar de la literatura y está directamente relacionado con la tercera acepción, el lenguaje como “problema”, porque como ya lo han dicho tantos poetas, quizá quien fue más claro en este tema fue Gustavo Adolfo Bécquer, nuestro lenguaje es muy mezquino, escaso, y para que el poeta pueda expresarse con él, primero lo tiene que domar. Pero la poesía hace de ese problema su razón de ser, utiliza la herramienta lingüística, para crear asociaciones e imágenes impensadas en un uso utilitario del lenguaje y crea de esta manera un universo particular hecho de palabras. Un universo mágico y fascinante, donde a muchos nos gusta habitar, o al menos visitar, siempre que se puede.
Qué piensas de la trivialidad del género
Bueno, creo que ese es un aspecto que ha venido cargando el género desde hace mucho tiempo, por no decir desde siempre. Lo que sucede hoy en día es que la poesía es más visible que nunca. Esto hace que encontremos mucha poesía trivial, pero a su vez, también hace que entremos en contacto con poetas magníficos, que no necesariamente son publicados por grandes editoriales, es más, ya no importa, esa nueva poesía que se está escribiendo hoy en día la encontramos en los blogs, en las revistas digitales, y hasta en Facebook, aunque el establishment cultural se resista a reconocerlo. Que hay poesía trivial, sí, es cierto, pero también hay un gran nivel poético, que gracias a la democratización que suponen los medios digitales, hoy podemos conocer.
Cómo ves el discurso crítico, o la crítica literaria en torno a la poesía
No encuentro un discurso crítico serio, en la actualidad, para la poesía, sí lo hay en el género narrativo, ya sea que hablemos de cuentos o de novelas, y también en el teatro, que es un género donde de por sí la crítica especializada siempre ha estado muy atenta. En el terreno poético lo que veo son amiguismos, entre ciertos poetas y ciertos medios, que se dedican a exaltarse mutuamente sin ningún tipo de rigurosidad en el abordaje de los textos. El mundo digital ha cambiado hasta este aspecto, que, si bien siempre existió, hoy es más visible. De todas maneras, las cosas siempre tienden a decantarse y el río suele encontrar su cauce, y no basta para que una obra trascienda, la recomendación de alguien, una obra se sostiene por sí misma, o no se sostiene. Hay muchos medios de difusión de poesía, pero no de crítica, y esa difusión en ocasiones suele estar viciada por intereses vinculados a la colaboración mutua. Veremos qué es lo que sucede en el futuro en este sentido, hoy lo que noto es una carencia en lo que respecta a la crítica literaria del género lírico.
De niño ya pensabas que ibas a ser escritor
Yo antes que escritor, siempre he sido un gran lector. No es que le quiera copiar a Borges, quien dijo: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído”, pero es que creo que en mi caso siempre fue así. Yo comencé a leer desde niño, primero con las clásicas revistas de historietas con que nos convertíamos en lectores los niños uruguayos de mi generación y luego sí con autores literarios. Tuve la suerte de tener una bisabuela muy lectora, quien me fue facilitando los primeros libros y un abuelo con una gran cultura popular, que me fue nutriendo de esa otra vertiente literaria, que también está presente en algunas de mis obras. De manera que la escritura en mi caso deriva de mi pasión por la lectura y hasta el día de hoy, con siete libros publicados, me considero antes que nada lector.
Háblanos de tus influencias
Son muy diversas. Siempre que se me pregunta por las influencias yo opto por contestar lo mismo. Hago una selección de los autores que más me gustan, si estos son los que más me han influenciado o no, no lo sé, quizá no sea yo el que tenga que responder en este sentido. Pero bueno, aclarando también, que esto implica cierto grado de injusticia, nombro solamente tres autores de cada género literario, para que se tenga una idea de las posibles principales influencias, porque seguramente estas son muchas y a veces uno mismo no es consciente hasta donde llegan. Hecha esta aclaración, mis autores elegidos son: poetas, Charles Baudelaire, Cesar Vallejo y Jorge Luis Borges; novelistas, Fiódor Dostoyevski, Mario Vargas Llosa y Patrick Süskind; cuentistas, Edgar Allan Poe, Julio Cortázar y Felisberto Hernández; dramaturgos, William Shakespeare, Bertolt Brecht y Tennessee Williams. En cuanto a la parte ensayística de mi obra (la más amplia de mi producción), está influida por el estudio de los trabajos del filólogo y profesor español Fernando Lázaro Carreter, aquí sí, soy más consciente del influjo.
¿Qué otras artes influyeron en tu trabajo?
Dejando de lado la literatura, la principal ha sido la música. Quiero aclarar que me estoy refiriendo a la parte instrumental, a la música como tal, no a las letras cantadas por los músicos, que sin duda también me han influenciado, pero ahí ya estaríamos entrando nuevamente en el terreno literario, sirva el ejemplo del último Premio Nobel, para que se entienda a lo que me estoy refiriendo. Y es indudable la carga musical que uno debe llevar consigo, porque si bien se mira la poesía también es música, aunque hoy se escriba sin rima y sin métrica, es indudable que los textos tienen un ritmo interno y cada palabra utilizada en un poema tiene una cadencia particular. A la hora de elegir las palabras, de ubicarlas en los versos, los poetas estamos componiendo de forma similar, supongo, a como lo hacen los músicos. La poesía tiene esta característica musical y también es imagen, con lo que tendríamos que hablar también de una indudable influencia de la pintura. Las herramientas con las que trabaja el poeta son diferentes a las del pintor, pero hay algo en el tratamiento de las imágenes que los aproxima. De hecho, diferentes movimientos y escuelas tienen representantes tanto en la pintura como en la poesía, pensemos en el naturalismo, en el realismo, en las diferentes vanguardias, entre otros movimientos, para no extendernos tanto en este punto. Hay una gran similitud, unas intenciones comunes, en la pintura y en la poesía que se hizo desde el surrealismo, por nombrar un solo ejemplo. Y bien, yo como poeta no estoy exento de este tipo de influencias y soy totalmente consciente de ellas, aunque sin duda, mis principales influencias provienen del terreno literario.
Qué viene ahora
Seguir escribiendo y concretar algunas publicaciones. Antes de que finalice el 2017, quiero tener publicado el tercer poemario y un libro de ensayos sobre el Romanticismo. Acabo de publicar un libro de cuentos, titulado SPAM, así que lo que viene ahora es hablar un poco de este último trabajo para promocionarlo, para darlo a conocer.

Siete poemas de Fernando Chelle


Reflejo

Algunas veces veo en el estanque
sobre un tapete de luz infinita
temblar de frío a la luna.
Pienso que el agua,
no la culpo por eso,
al sentirse presa y sola
en las noches heladas,
sueña y se cobija
con historias de apariencias.


Oda a la página en blanco

La página en blanco es generalmente blanca
y el blanco alude a su vacío
a la nada que contiene
a la posibilidad infinita de discursos
a la ausencia de letras, de palabras.

La página en blanco
es una invitación a la fiesta del lenguaje
quiere que la violen
pide que la transgredan
que la irrespeten
para dejar definitivamente de ser
ese vacío infinito del universo
ese material poroso sin corazón
ese desdichado fragmento de la nada.


Muelles de la palabra

La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido,
las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,
son muelles del verbo eterno
que nos roza en la garganta,
en los pulmones.
El himno gigante sigue anunciando
y corre, se ramifica y como siempre
se dilata en nuevas sombras.
Las páginas brillan,
ahora resplandecen y se modifican,
pero son páginas,
no humo, perfume, sonido o viento.
La palabra
cabalga sus nuevos corceles,
compañeros del poeta
que sigue cantando, gritando, viviendo,
ahora despojado del métrico corsé
y de la rima represora,
ahora lejos del mármol y las escalinatas
camina por las calles con todo el pecho al viento.
La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,
quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,
enamorada de los guantes, las calles,
la sopa y las colmenas.
Preferí beber tus ismos,
zurcirte, engarzarte y presentarte
pura, directa y palpitante,
con un verbo libre que viaje
hacia asideros que lo terminen de nacer,
donde habitan mis cómplices,
mis hermanos


Polvo es, mas polvo de una plaza

Como inmensas sombrillas
los tres castaños cabecean en la plaza
rodeada de faroles apagados.
Los bancos tristes, cansados
de esperar visitantes,
dejan pasar el fuerte viento
entre sus listones de madera.
Una enredadera, se descuelga
como una cabellera agitada
sobre un muro de ladrillos.
Todo ha sido invadido por el polvo,
Impregnado por el polvo,
los castaños
los faroles
la enredadera
los bancos cansados de esperar.


Cosmos, 1984

Una luz dulce de mandarina en otoño
calienta el viejo patio de mi niñez,
la fantasía es un colchón de hojas en el suelo
murmurando con un viento de lenguas invisibles,
lo poético ya está allí
es el silencio de ese patio a plena luz
ese niño amando su soledad
absorto en el diamante
que deja al pasar un caracol,
lo mágico es ese lugar sin mar
sin pantalones blancos
sin perfumes corrompidos,
la felicidad,
es la sombra de un árbol
donde viven los pájaros
la sombra que se arrastra en silencio
con olor a mandarinas
para comunicarse
con el viento
las hojas
y las ramas de diamante.


El cuchillero

Un esquivo pez de luz
como un tajo de plata en la noche
desató la tormenta.
En la esquina del triste farol
calló la sangre negra
y se arrastró en la sombra
como una serpiente
de mil cabezas
moribunda
agónica de borbotones.
La luz de luna
derramada en los viejos adoquines
lustró, todavía más, los mocasines en fuga.
Después, todo fue silencio
quedó sola la esquina
el farol, los adoquines
y hasta la luna en el cielo.


Égloga que no fue

El dulce lamentar de un pastor…
¡cómo me hubiera gustado comenzar de esa manera!
pero no puedo.
Lejos estoy del llanto de Salicio
y del bucólico verso de Garcilaso,
el campo para mí es algo ajeno
donde apenas disfruté de algún caballo
de un cielo con estrellas,
lo demás, salvo el viento, no me pertenece.
La tierra apuñalada…
poste y cultivo
poste y ganado
poste, poste y alambrado.
¿Qué poesía hay allí?,
apenas humo de monte
sombra de árbol en el llano
silencio,
nada.

Fernando Chelle (Mercedes, Uruguay, 1976). Poesía de los pájaros pintados (2013); Curso general de lectoescritura y corrección de estilo (2014); El cuento fantástico en el Río de la Plata (2015); Muelles de la palabra (2015); Las otras realidades de la ficción (2016); El cuento latinoamericano en el siglo XX (2016) y SPAM (2017).
Blog del autor PALABRA ESCRITA



domingo, 8 de octubre de 2017

Awttar

A continuación, les dejo el enlace a la página de “Awttar”, donde se ha publicado, del libro “Muelles de la palabra” (Colombia 2015), la poesía “Oda a la página en blanco”.




Fernando Chelle

viernes, 6 de octubre de 2017

PALABRA ESCRITA 34

A continuación, les dejo el enlace al programa número 34 de “Diáspora” (jueves 5 de octubre de 2017). Tema central, análisis literario de la "Rima I", de Gustavo Adolfo Bécquer. 


Fernando Chelle

martes, 3 de octubre de 2017

RIMA I, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


Un himno gigante que lucha por existir

De lo cierto a lo posible, de lo singular a lo plural, de lo propio a lo genérico. La poesía, el lenguaje y el amor como salida, son algunos de los aspectos presentes en esta rima capital del poeta sevillano.

Por Fernando Chelle 

Después de haber presentado en el número anterior de vadenuevo un estudio introductorio a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, comenzaré a analizar literariamente algunas de las composiciones más representativas de la obra referida. Abordaré en primer lugar la Rima I.

I

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idïoma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas ¡oh, hermosa!,
si teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Si reparamos en la estructura externa del poema, veremos que está compuesto por tres estrofas de cuatro versos cada una, con rima asonante. Son versos de arte mayor, decasílabos los impares y dodecasílabos los pares, lo que le permite al poeta explayarse y exponer el tema que le interesa con claridad. Es un texto que tiene un carácter metapoético, que reflexiona sobre la dificultad de la expresión poética.
Comienza el poema con un tono exaltado, parecido al de un himno, con una afirmación contundente: “Yo sé un himno…”. El verbo saber en primera persona muestra la seguridad que siente el yo lírico, no tiene ninguna duda al respecto. Ese himno, esa composición solemne, elevada, que además de contener letras también es música, es la poesía que está configurada adentro suyo. Esto es algo que precede a la composición poética y que tiene que ver con la concepción que el poeta sevillano tenía de la poesía, para Bécquer la poesía existe con independencia de los poetas. Quizá donde más claro se expone este concepto es en la Rima IV:

IV

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

El poeta es quien dispone del himno y esto es algo que lo diferencia del común de la gente. Todos los hombres son capaces de sentir, pero, para Bécquer, el poeta es el que, además de sentir, tiene la capacidad de recordar lo sentido y elaborarlo.
El himno es calificado con dos adjetivos muy significativos: “gigante y extraño”. El hecho de que sea gigante trasciende la posibilidad de ser expresado, es algo inabarcable. A esta característica se le suma la extrañeza. El adjetivo “extraño” parece contraponerse a la utilización del verbo saber en primera persona, pero es que el yo lírico es consciente de que el himno es algo ajeno a él y lo que no comprende es cómo esa composición sublime llegó a existir en su interior. En los dos adjetivos que caracterizan al himno, se encuentra la raíz del fracaso al que se enfrentará el poeta, porque a eso gigante y extraño, tendrá que expresarlo con un lenguaje rebelde y mezquino. Esta imposibilidad a la que se enfrenta no es otra cosa que la imposibilidad de llegar a expresar el ideal, y este es un tema romántico por excelencia.
Los primeros versos del poema parecieran ser una expresión impulsiva de un entusiasmo contenido. Son los versos más arrebatados de todo el texto, no encontramos ningún tipo de pausa, ningún hipérbaton o alteración, todo es lineal y fluido. La certeza del yo, hace que se exprese de forma incontenible. Comienza con monosílabos, luego sigue con bisílabos y luego vienen los trisílabos, cada vez se va expandiendo más. Nos dice que el himno “anuncia en la noche del alma una aurora”. Se utiliza un lenguaje místico, se habla de la noche del alma para hacer referencia a lo no expresado. Dentro de la oscuridad del alma del poeta, el himno es anuncio de algo distinto, no de la luz, no del día, sino de una aurora. Si ese himno pudiera expresarse totalmente, si se pudiera llegar al ideal, el yo lírico seguramente hablaría del día, pero como eso no es posible nos habla de la aurora, que es una luz difusa, una luz intermedia entre el día y la noche.
No es extraño que la primera pausa del poema se encuentre después de la palabra aurora, porque los dos versos siguientes, tienen un matiz de desencanto, de fracaso. Esto lo vemos en primer lugar por la utilización de la palabra páginas. Al usar una metonimia, y no hablar de poema sino de páginas, se hace referencia a lo material y esto implicaría una pérdida con respecto a lo espiritual, además se pasa de algo unitario como el himno a la pluralidad de las páginas, lo que también implica una degradación. El himno aparece referido como “ese himno”, pareciera como si al ser nombrado por el poeta se alejara de él y al pasar por las páginas no quedara más que un mero reflejo degradado. Hay una identificación sorprendente, las páginas son “cadencias”. El himno se ha perdido, de la composición solemne, elevada y unitaria, en las páginas, no quedan más que cadencias, sonidos tenues. Como si fuera poco, esas cadencias se enfrentan a otro agravante, el aire las dilata en la sombra. Los mínimos vestigios que podían llegar a quedar del himno se expanden, se pierden en la sombra, en el olvido. El poeta partió de la noche del alma y termina en la sombra. La aurora era una esperanza, una ilusión, a la que se le opuso, de forma antitética, la realidad de la sombra, que es el fracaso de la expresión. De aquí en más, la palabra himno desaparecerá del poema.
La segunda estrofa comienza nuevamente con la referencia a la primera persona, pero ahora con el pretérito imperfecto de subjuntivo (quisiera), lo que implica claramente un deseo, no una certeza. El himno ha desaparecido, lo único que queda de él es la desinencia verbal en “escribirle, sólo esa pequeña partícula nominal es la que lo alude, pero indiscutiblemente ya no tiene la misma importancia que en la primera estrofa. En los dos primeros versos de la segunda estrofa hay un hipérbaton bien marcado que nos hace sentir a los lectores la dificultad a la que se enfrenta el poeta al querer expresar, con el idioma, ese himno gigante y extraño que vive en su interior. El hipérbaton se abre con el deseo del yo y se cierra con la referencia al idioma, que es algo genérico. Existe una dificultad para el poeta al tener que expresar ese himno, que es algo íntimo y personal, con algo genérico como es el lenguaje de los hombres. El himno es algo que le pertenece al poeta, pero el idioma no, por eso es por lo que tiene que domarlo, que domesticarlo. El verbo domar alude a una lucha física, y la del poeta es una lucha espiritual. Aparte del hipérbaton, hay un encabalgamiento entre el primer y el segundo verso que nos hace sentir ese esfuerzo, esa dificultad que implica tener que plasmar lo individual en lo genérico. El yo lírico usa el gerundio “domando”, lo que muestra una continuidad en la lucha, con eso vivo que es el idioma. Este es calificado además con dos adjetivos antepuestos: “rebelde y mezquino”, que muestran lo que le es esencial. Es rebelde, porque no responde a lo que el poeta quiere expresar y a su vez es mezquino, porque es escaso, insuficiente.
En los dos últimos versos de la segunda estrofa, el poeta le pide al lenguaje, algo que de por sí es lineal, que sea simultaneo. Hay un esfuerzo en el uso del polisíndeton por superar la linealidad, pero nosotros como lectores sabemos que eso no es posible y percibimos el fracaso. El yo lírico quisiera que el lenguaje fuera una especie de quintaescencia de los sentidos, pero cuando se refiere a eso no tiene otra alternativa que enumerar linealmente cuáles son sus pretensiones. Esta búsqueda de lo sensorial, esta importancia que Bécquer le da a los diferentes sentidos, de alguna manera está anticipando algunos aspectos que se desarrollarán luego en el simbolismo y en el modernismo.
La última estrofa es la del desencanto, aquí termina una gradación descendente con esa frase de derrota: “Pero en vano es luchar, …”. El pronombre “Yo”, con que se abrían las dos estrofas anteriores ha desaparecido. El poeta ya no tiene nada que afirmar, es como si se sintiera derrotado y se rindiera. Hay una explicación de por qué considera inútil la lucha por expresar el himno: “no hay cifra capaz de encerrarle”. Dice que no hay, no que no encuentra, no hay código que permita cifrar, ni palabra precisa o exacta que pueda expresar el himno, del que sigue quedando en esta última estrofa, únicamente la partícula nominal “le”. Es significativo el uso del verbo encerrar, que podríamos asimilarlo como plasmar, expresar. Después de esta frase de derrota con que se abre la última estrofa, encontramos una pausa importante marcada con un punto y coma. Después de la pausa, encontramos una posible salida, no se cierra el poema con una derrota total. La presencia de la amada, en un clima de intimidad y comunicación afectiva, quizá sea un factor que posibilite la expresión del himno. Es una posibilidad, el poeta dice “apenas” y luego “pudiera”, pero bueno, si se dieran esas condiciones, tal vez el himno pudiera ser expresado.

XXI

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Como para Bécquer la mujer es la poesía, esto lo deja claro en la Rima XXI, y también en las Cartas literarias a una mujer, como la mujer es sentimiento, tal vez ella sea la única que pueda captar el himno. Quizá con la ayuda de la mujer el poeta pueda expresar el himno, o quizá la mujer con sus sentimientos pueda suplir lo que el lenguaje rebelde y mezquino no puede decir. El himno, que es algo que asociamos a lo colectivo, aquí tiene una sola receptora, la mujer hermosa, su amor. La poesía, esa que vive de forma independiente del poeta, como vimos en la Rima IV, esa que es un himno gigante y extraño, es posible que se plasme gracias al amor.
El poema termina de forma bastante cortante si pensamos en el arrebato expresivo con que comenzó, pero al menos no termina en derrota, se brinda una salida consoladora, no triunfal, pero sí consoladora.    

 Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Octubre de 2017.