lunes, 26 de octubre de 2020

FERNANDO CHELLE: "Algo así como un misterio"

 Por: Manuel López Azorín

Publicación original





Lunes, 26 de octubre de 2020

FERNANDO CHELLE: "Algo así como un misterio"

 


FERNANDO CHELLEALGO ASÍ COMO UN MISTERIO (Sobre la poesía de Federico García Lorca) Fernando Chelle (Mercedes, Uruguay, 1976). Cursó sus estudios primarios y de bachillerato en su ciudad natal y en el año 1998 se trasladó a Montevideo para estudiar las carreras de Literatura, y la Licenciatura en Letras en la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Fue Profesor de literatura en Uruguay. En el año 2011 se traslada a Colombia, Ese año se casa con Priscila. En el Departamento Norte de Santander, en la ciudad de Cúcuta, se dedica a la docencia como Profesor de Lengua Castellana en bachillerato y como docente universitario al frente de la Cátedra de la asignatura Competencias Comunicativas de la Universidad Simón Bolívar Extensión Cúcuta. Sus ensayos y críticas literarias se han publicado en las revistas Intención de Uruguay y Huellas de Colombia y en los periódicos Centenario y El Libertador de Uruguay y Colombia respectivamente. Su obra poética forma parte de diversas antologías. Parte de su obra ha sido traducida al alemán, árabe, catalán, griego, inglés, italiano, japonés, portugués y uzbeko. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de más de treinta países. Es coordinador, en Cúcuta, del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia y miembro de la Asociación de Escritores de Norte de Santander



Su primer libro fue un poemario titulado Poesía de los pájaros pintados (Colombia, 2013). Reúne poemas escritos a lo largo de varios años, de 1994 a 2012. Ha publicado también los poemarios Muelles de la palabra (2015) y Las flores del tiempo (2018) Fernando Chelle es además de poeta, narrador, ensayista, (como ensayista ha escrito cinco obras de las que destaco el libro Palabra en el tiempo, libro en el que analiza la poesía de Antonio Machado), y es también corrector de estilo, crítico literario y editor. Y como editor creó la Editorial Palabra Escrita donde publica además de sus propios libros, los libros que considera de interés de otros autores. En sus facetas de ensayista y crítico literario en breve, será para el próximo mes de noviembre en Cúcuta (Colombia), presentará su nuevo libro Algo así como un misterio (Editorial Palabra Escrita, Colombia 2020).



Algo así como un misterio es un estudio analítico en ocho artículos sobre la poesía de Federico García Lorca. Análisis literarios, sobre el poeta español más conocido y leído de todos los tiempos. Fernando Chelle nos ofrece su personal visión de algunos poemas de los libros Romancero gitano y Poeta en Nueva York. Dos libros absolutamente diferentes en su estructura, el primero escrito con poesía tradicional, de verso octosilábico, popular y culta, el segundo con poesía vanguardista, versos con libertad con lo que yo llamo surrealismo meditado (no mecánico) y Chelle, y posiblemente sea más acertado, con versos de expresionismo poético (que es la visión interior, frente a la realidad, para mostrar de manera subjetiva, dando primacía a la expresión de los sentimientos.) Ambos libros, en mi opinión, con mucha similitud en su temática de fondo que no es otra que la defensa de las diferencias, en el Romancero gitano de la etnia gitana y en Poeta en Nueva York de la defensa de negros, hispanos , marginados , diferentes …aunque en Poeta en Nueva York el poeta la amplíe a la defensa del ser humano en general y la denuncia que nos ofrece de la gran ciudad, como bien dice Chelle: “como un infierno creado por el hombre, una ciudad apocalíptica, hostil, donde la naturaleza esta aplastada, cercenada, vencida por el mundo industrializado y la sociedad moderna”



Nos habla también de las tres etapas poéticas de García Lorca, además nos ofrece en los apartados sobre las generaciones del 98 y del 27 una más que interesante opinión sobre las, pienso yo, mal llamadas generaciones. Término en el que coincido con Chelle empleado más a manera de mercadotecnia con el propósito de los editores de aumentar ventas. Los estudios que ha escrito Chelle, me han parecido de lo más interesante, por lo didácticos que se muestran, porque aun siendo análisis lingüísticos-filológicos, son divulgativos, pedagógicos y de comprensión colectiva para cualquier lector.



Algo así como un misterio llega acompañado de un prólogo del escritor Jorge Meléndez Sánchez (Ocaña, Colombia, 1945) Licenciado por la Universidad Nacional de Colombia con especialización en Historia y que fue profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente está jubilado. Tiene, desde 1979 hasta la fecha, unos cincuenta títulos publicados. Jorge Meléndez como buen historiador ha escrito un magnifico prólogo sobre este nuevo libro de Fernando Chelle y lo sitúa en un contexto sociopolítico, sociocultural y al tiempo lingüístico estableciendo analogías con el Nobel Gabriel García Márquez.



Dejo aquí algunos fragmentos del prólogo escrito por Jorge Meléndez Sánchez “El nuevo libro de Fernando Chelle, sobre la poesía de Federico García Lorca. Fernando es un disciplinado escritor satisfecho de su estadía en Colombia, no solo por el prestigio que le sirve de presentación, sino también, por haber formado familia con Priscila y, en mucho, cultivar raíces frescas que le permiten dar turismo espiritual y seguir perteneciendo a la comunidad sin fronteras de la ciencia y el arte (…) La revista La Joven Parca, Literatura y Revelación, ha incluido en su edición del trimestre de agosto a octubre de 2020, unos poemas de Fernando Chelle, con un resumen de su producción como crítico y como poeta, destacando los siete idiomas en que lo han traducido.(…) Como conjugando todo con mis temas garciamarquianos, leí en la Gaceta Histórica de la Academia de Historia del Norte de Santander, un ensayo selectivo sobre la cuentística macondiana de Gabo, y Chelle se me hace muy recorrido por las sabanas de la depresión momposina, donde empezó a ensayarse el concepto central de la obra “Cien años de soledad”. Esto quiere decir, que la temática de la cultura anfibia, lo ha compenetrado con la obra del Nobel y en esa anda.(…)



Pero el asunto que deseo tratar hoy, es el estudio de Chelle sobre Federico García Lorca, “muerto legítimo del mundo, bastardo de España”, como lo dijera Jorge Pacheco Quintero en su elegía, en los días del crimen, y que ha sido la oportunidad para mostrar su capacidad analítica. El crítico idóneo muestra la vocación pedagógica para actualizar la valoración del “poeta más leído en lengua castellana”. Inicio la lectura y me remite, de inmediato, por enésima vez, a la obra de Gabo, sin proponérselo, solo por asuntos de imaginación asociativa. Pareciera que Chelle hubiese llegado en el acompañamiento de la tribu de Melquiades en los días gloriosos de Macondo. Sus atuendos básicos y sus instrumentos de trabajo, venían en cuadernos que iban registrando los pasos de los andariegos, para encontrarles su gracia y su proyección.(…) Fernando Chelle tiene la excusa de los gitanos para mostrarnos a Federico García Lorca, el poeta que encontró en los gitanos el acicate de su poesía y de su forma de proyectar la vida.(…) Quiero, eso sí, destacar que Chelle maneja muy bien la didáctica para hablarnos de las generaciones de poetas del 98 y del 27, como se conocen en España, los mejor logrados de la musa que antecedió la vida republicana. Ese país, que de ultramontano pasaba a establecer linderos políticos en momentos claves, frente al avance de envalentonados autoritarios del centro europeo y del Mediterráneo, pronto asustó con las posibilidades democráticas, desafiando tradición y miedo aumentado. La República española, fortalecida con una cosecha de pensadores de todas las tendencias, facilitó la condena de quienes veían amenazados antiguos privilegios conectados con el país de los anti democráticos, que ya no ganaba elecciones; (…) Con la muerte de García Lorca, la revuelta franquista, anunciaba su tétrico telón de fondo para los decenios siguientes. Nadie entendía aquel designio de las cavernas. Contrasta aquel recuerdo con la mención del poeta casi un siglo después, llegando a los núcleos culturales con admiración y solidaridad, que invita a la lectura de su obra.(…) Lo interesante para nosotros, es la debida explicación del genio que nos llega de aporte, en la visión d


el especialista uruguayo que reside en Colombia desde hace unos años. La presente obra sobre García Lorca, renueva el aire del “Romancero Gitano” y establece, de la mano de Fernando Chelle, un puente de evaluación y divulgación para las nuevas generaciones. Quienes quieran encontrar la lectura del poeta, debidamente fundamentada, bien pueden sentirse invitados con esta nueva obra.”. Jorge Meléndez Sánchez NOTA: Os dejo aquí el prólogo completo que se ha publicado en La Opiniom en Cúcuta (Colombia)por si os apetece leerlo.


Algo así como un misterio es un libro para tener en casa, para leerlo con atención y con deleite, un libro en fin para aprender más de y sobre la poesía de Federico García Lorca de la mano de Fernando Chelle con una escritura precisa, perfecta, clara, al mismo tiempo rigurosa y es especialmente recomendable para todos. El libro, que a aunque todavía no ha sido publicado el autor lo ha presentado, como adelanto, el pasado mes de septiembre en la Feria del libro de Cúcuta y en este mes de octubre en el Parlamento Internacional de Escritores 2020 donde ofreció una conferencia sobre Algo más que un misterio Habrá más presentaciones una vez que el libro esté en la calle. De momento tenéis que esperar al mes de noviembre, más o menos en la segunda quincena y los que estén interesados en comprarlo ya os digo que lo podréis hacer a través de la plataforma AMAZON.

 

lunes, 19 de octubre de 2020

Encuentro Internacional de Escritores de Chiquinquirá 2020. Fernando Chelle "Un saludo a la literatura boyacense

 


Un saludo a la literatura boyacense

 

Por Fernando Chelle

 

Queridos amigos de La Fundación Cultural Jetón Ferro (presidente Raúl Ospina Ospina), para mí es un gusto poder participar en esta versión N° 41 del Encuentro Internacional de Escritores, un evento que, históricamente se ha desarrollado en el bello municipio de Chiquinquirá, pero que hoy, por las condiciones de salubridad que todos conocemos, nos reúne en el mundo virtual bajo el eslogan "Porque la palabra nos hace ciudadanos del mundo". Quiero saludar a las organizaciones culturales y literarias que este año, acompañan a la Fundación Cultural Jetón Ferro en la ejecución de este histórico encuentro de las letras: A la Academia Tolimense de la Lengua (presidente Efraín Vergel Alarcón); a la Academia Boyacense de la Lengua (presidente Gilberto Ávila Monguí), a la Corporación Literaria y Artística Escafandra (director Fernando Cely Herrán) y al Grupo Poético Esperanza y Arena (director Guillermo Quijano Rueda).

A todas estas entidades culturales me atan lazos afectivos y también de amistad con muchos de sus integrantes. Pero en esta breve intervención, que busca ser la apertura de un camino por donde transitarán numerosos poetas, me centraré únicamente en el vínculo intelectual que me une con las letras boyacenses. De manera que esta participación en el encuentro, intentará ser, más que un saludo, un reconocimiento a la Academia Boyacense de la Lengua.

Ese vínculo, bien lo podríamos ilustrar con la mención de tres nombres altamente significativos para mí: el gran poeta del Romanticismo colombiano, Julio Flórez (nacido en Chiquinquirá en 1867); el poeta y ensayista piedracielista, Carlos Martín (otro chiquinquireño de 1914); y el filósofo y crítico literario, Rafael Gutiérrez Girardot (que nació en Sogamoso en el año 1928).

No abordaré, críticamente, aquí, la obra de ninguno de estos  escritores, ojalá en el futuro se dé la oportunidad para poder compartir con todos ustedes, un ensayo titulado Huellas literarias más allá de las fronteras, un acercamiento personal que realicé a la vida y a la obra del poeta Carlos Martín; u otro ensayo, que lleva por título Poética del pensamiento, el arte de poetizar la filosofía, que intenta ser una respuesta, desde la crítica literaria, al estudio Lírica y Filosofía en Antonio Machado, de Rafael Gutiérrez Girardot.

Sí les contaré, brevemente, cuál ha sido mi relación con estos tres escritores boyacenses.

Julio Flórez fue uno de los poetas que primero llegó a mi existencia, y lo hizo en la voz del mago Carlos Gardel, el zorzal criollo. Nunca me hubiera imaginado en Uruguay, y en mi tierna infancia, cuando, bajo los árboles de paraíso del cerro, junto a mi abuelo, escuchábamos los tangos de Radio Clarín, que más de  treinta años después yo estaría en Colombia, y en el municipio donde nació el autor de “Mis flores negras”. Después, también la vida me iba a permitir visitar en Usiacurí, la casa donde dio su último suspiro ese gran escritor boyacense, y también conocer poemas memorables, por su factura estética. A veces pienso que si Julio Flórez hubiera escrito, además de Mis flores negras, únicamente; La araña, Abstracción y Todo nos llega tarde, ya tendría bien ganado un lugar de privilegio dentro de la historia de la poesía colombiana. 

A Carlos Martín lo conocí a través de la obra Vivir para contarla, las memorias (lamentablemente inconclusas) de Gabriel García Márquez, publicadas en 2002. Allí el premio Nobel colombiano se refiere a la importancia que tuvo Martín en la consolidación de su vocación de escritor. Nos cuenta que, en el año 1944, Martín ingresó como rector del Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá donde él estudiaba. El tono confesional, claro y ameno de las memorias garciamarquianas, llevó a que me hiciera una imagen bastante clara del poeta, que más que poeta, declara García Márquez, parecía un abogado por su formalidad en el vestir. Lo imaginé caminando, con su bigote esmeradísimamente recortado y su frente despejada, por los pasillos de aquella institución. Contagiando a esos muchachos llenos de sueños literarios, recomendándoles la lectura de Flaubert, de Dumas, de Thomas Mann. Hablándoles, entre otros muchos temas, de los modernistas americanos y de la importancia de la figura de Rubén Darío para la poesía de nuestro continente y de nuestra lengua. Lo cierto es que, más allá de su importantísima obra propia, con su ejemplo, Carlos Martín posibilitó que aquel muchachito flaco y desalineado, que luego llegaría a la cumbre de la literatura mundial, escribiera su primer reportaje y publicara su primera creación literaria con el seudónimo de Javier Garcés, un poema titulado “Canción”.

Por último, me une a la figura del escritor boyacense Rafael Gutiérrez Girardot la pasión por la creación de ensayos de temas literarios. Comparto con él, el interés por algunos autores, sobre los cuales han corrido ríos de tinta por parte de la crítica especializada, como es el caso, por ejemplo, de Antonio Machado, o Jorge Luis Borges. Tanto es así que, luego de leer el ensayo Lírica y Filosofía en Antonio Machado, de Rafael Gutiérrez Girardot, se me ocurrió que sería muy interesante establecer una especie de diálogo, donde yo, desde la crítica literaria, pudiera responder a algunas ideas fundamentales desarrolladas allí por el autor nacido en Sogamoso. Ese fue el origen del ensayo ya referido, ese que lleva por título: Poética del pensamiento, el arte de poetizar la filosofía; donde finalmente pude dialogar un poco, desde la intelectualidad, con uno de los críticos literarios más importantes, no sólo de Colombia sino de Latinoamérica, teniendo como principal invitada, una de las voces poéticas más importantes de todos los tiempos, la de don Antonio Machado.    

Para finalizar, cerraré entonces mi participación de este año, no con un poema propio, sino con la lectura de un texto del gran escritor boyacense Carlos Martín, con la lectura del poema titulado “Otoño”. Un texto profundo, reflexivo y a su vez entusiasta, donde la grandeza del amor, uno de los temas fundamentales de su poesía, se sobrepone a la angustia, a las pequeñas muertes cotidianas.

 

 

Otoño

(De Carlos Martín)

 

Arregla los papeles. Es ya tiempo. No temas

al rigor del invierno. Aún hay fuego. Arde

un rescoldo de amor y al fulgor de la tarde

nacen aún los besos, los poemas.

 

Después de todo, mira, no importa, hemos vivido

al borde cotidiano del asombro,

una mirada basta, la voz con que te nombro

basta para olvidar la muerte y el olvido.

 

¿Para qué regresar en busca de la aldea

natal? El tiempo pasa. Si abres la ventana

de nuevo nace el mundo. Déjame que te vea

a la orilla del alma, real, mía, cercana.

 

Somos hambre, penumbra, testimonio de seres,

nada nos pertenece, somos rumor profundo

del prodigio que pasa. Escúchame, no esperes

nada más. Mira. Ama. Despídete del mundo.

 

Solo me resta desearles una larga vida a las letras boyacenses y también al Encuentro Internacional de Poesía de Chiquinquirá. Muchas gracias. 


Parlamento Internacional de Escritores 2020. Conferencia del escritor Fernando Chelle.


El nuevo libro de Fernando Chelle, sobre la poesía de Federico García Lorca

 

Por Jorge Meléndez Sánchez*

 

Fernando es un disciplinado escritor satisfecho de su estadía en Colombia, no solo por el prestigio que le sirve de presentación, sino también, por haber formado familia con Priscila y, en mucho, cultivar raíces frescas que le permiten dar turismo espiritual y seguir perteneciendo a la comunidad sin fronteras de la ciencia y el arte. Muchos estudiantes y lectores lo “distinguen” en Cúcuta como el poeta uruguayo, con el que intercambian cordialidad. Me uno a la gentileza de todos los avecindados en la frontera colombo venezolana y a todos los amigos que consideran saludable su presencia en eventos académicos y literarios.

La revista La Joven Parca, Literatura y Revelación, ha incluido en su edición del trimestre de agosto a octubre de 2020, unos poemas de Fernando Chelle, con un resumen de su producción como crítico y como poeta, destacando los siete idiomas en que lo han traducido. Respetable presentación en los medios divulgativos de la literatura colombiana. La actividad del director-editor de la revista, Jaime Gómez Nieto, ha cumplido una buena labor de presentación de los exponentes de la literatura nacional e internacional.

Otra persona que dedicó algún escrito de presentación de Fernando Chelle, fue el colega José Miguel Alzate, quien, desde su mirador en Manizales, extiende la mirada a los cuatro puntos cardinales del país, pero con centro en el entorno del nevado del Ruíz. Con su sapiencia adquirida en muchos años de lectura y escritura, ha dado la bienvenida al poeta. Con Alzate, me enteré por su presentación en el suplemento “Imágenes”, del diario La Opinión de Cúcuta. Últimamente, Alzate ha figurado como prolífico escritor por sus cuentos sobre un pueblo encantado, nombre literario a su natal Aránzazu, y para mí, muy especial, su presentación didáctica de una biografía de Gabriel García Márquez.

Como conjugando todo con mis temas garciamarquianos, leí en la Gaceta Histórica de la Academia de Historia del Norte de Santander, un ensayo selectivo sobre la cuentística macondiana de Gabo, y Chelle se me hace muy recorrido por las sabanas de la depresión momposina, donde empezó a ensayarse el concepto central de la obra “Cien años de soledad”. Esto quiere decir, que la temática de la cultura anfibia, lo ha compenetrado con la obra del Nobel y en esa anda. Yo retribuyo con mi memoria, la presencia de Eduardo Galeano, en los años del exilio, en las aulas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, como continuidad de las “Venas Abiertas de América Latina”, donde se mostraron elementos contestatarios de la América Latina tratados en otra dimensión por el observador caribeño.

Pero el asunto que deseo tratar hoy, es el estudio de Chelle sobre Federico García Lorca, “muerto legítimo del mundo, bastardo de España”, como lo dijera Jorge Pacheco Quintero en su elegía, en los días del crimen, y que ha sido la oportunidad para mostrar su capacidad analítica. El crítico idóneo muestra la vocación pedagógica para actualizar la valoración del “poeta más leído en lengua castellana”. Inicio la lectura y me remite, de inmediato, por enésima vez, a la obra de Gabo, sin proponérselo, solo por asuntos de imaginación asociativa.

Pareciera que Chelle hubiese llegado en el acompañamiento de la tribu de Melquiades en los días gloriosos de Macondo. Sus atuendos básicos y sus instrumentos de trabajo, venían en cuadernos que iban registrando los pasos de los andariegos, para encontrarles su gracia y su proyección. Buena labor, aparentemente periodística, decididamente conciliada con los esquemas de la construcción del concepto Macondo; una forma efectiva de llevar el idóneo aporte del compatriota Rodó, con sus lustres metafísicos estampados en la nostalgia colonial, para ser sometido a juicio en los hornos de la mitología.

En el desfile de los gitanos, ingresados a las calles polvorientas del mundo establecido por los desplazados de las tierras disecadas por los alisios ecuatoriales, forjó Chelle su devoción por la creación literaria, observante de los protocolos políticos objetivos que permiten desgranar el manifiesto universal que propuso Gabo. Los gitanos fueron puente y concordia por aquellos años de construcción y dejaron huella imborrable. Representaron el aporte de una tribu negada a la modernidad y dueña de lo indispensable, para actuar en la tierra sin entregar la dote de su cultura, la belleza de su estampa armoniosa en el canto y en la danza, cargados de nostalgias y pletóricos de vitalidad y encanto.

Cuando Macondo quedó en cenizas, la amargura no fue nostalgia sino promesa de construir lo propio. Empresa difícil, pero, al fin, nuestra. Y ahora, volviendo a mi tema de hoy, Fernando Chelle tiene la excusa de los gitanos para mostrarnos a Federico García Lorca, el poeta que encontró en los gitanos el acicate de su poesía y de su forma de proyectar la vida.

Sinceramente, no tengo mucho que agregar, porque ni estoy para debates, ni me siento animado a proponerlos. Quiero, eso sí, destacar que Chelle maneja muy bien la didáctica para hablarnos de las generaciones de poetas del 98 y del 27, como se conocen en España, los mejor logrados de la musa que antecedió la vida republicana. Ese país, que de ultramontano pasaba a establecer linderos políticos en momentos claves, frente al avance de envalentonados autoritarios del centro europeo y del Mediterráneo, pronto asustó con las posibilidades democráticas, desafiando tradición y miedo aumentado. La República española, fortalecida con una cosecha de pensadores de todas las tendencias, facilitó la condena de quienes veían amenazados antiguos privilegios conectados con el país de los anti democráticos, que ya no ganaba elecciones; un desorden fue la clasificación que denunciaron para señalar a los exaltados comunistas, todavía, marcados por el vanguardismo y la impronta que Stalin proponía.

La contienda tomó la polarización insuficiente por la vía electoral y, ante los hechos, desde el aeródromo de Jaca, en los Pirineos españoles, Francisco Franco desafió y venció a los soldados que permanecieron leales a la República. Bien se decía que la guerra civil española fue un símbolo de pasión y de resistencia, pues, a última hora, se peleó con civiles, resueltos a entregar la vida con más tinte de mártires que de héroes. Los pocos sobrevivientes de aquella horrible sangría, en la recepción del siglo XXI, me parecieron almas en pena por sus pecados de memoria, en la gesta que los dejó tendidos.

La guerra que narró André Malraux, como antropólogo y novelista, dejó la sensación de la indispensable autocrítica de los republicanos, que perdieron en medio de la multiplicación de mandos. También, recordaba el escritor las insuficiencias políticas con los extremismos enfrentados a creencias ancestrales donde la alteración de la tranquilidad escamotea los ánimos. Por si fuera poco, los historiadores destacan la batalla de Madrid, donde hasta los intelectuales cargaron carabina como corderos animados, y la batalla de Teruel, como la sangría espeluznante, ganada por quienes, desde la radicalizada derecha, contaban con “la neutralidad” de las empresas petroleras para los suministros oportunos; la confianza en la estrategia del combate, dependía más de adecuados abastecimientos que de argumentos y pasiones.

En los comienzos de la contienda civil española, cuando ya se mostraban los dientes los extremismos de toda Europa, la experiencia en Granada daba para mirar con nervios el desenlace en otras regiones. La voz de la guerra llegaba solapada con su camuflaje básico, que facilitaba la victimización selectiva. Ahí fue, cuando utilizando rumores, llegaron a ultimar al autor que de tanta armonía ganaba fama, consideraba el derecho ciudadano dentro de las libertades del arte y con mucho lustre personal; con el tiempo han dicho que el crimen vino de sus vecinos de la Casa de Alba, pero, nada distrae el cargo que de la intolerancia se desprendía, entre los desafiantes ultras de la tradición.

Con la muerte de García Lorca, la revuelta franquista, anunciaba su tétrico telón de fondo para los decenios siguientes. Nadie entendía aquel designio de las cavernas. Contrasta aquel recuerdo con la mención del poeta casi un siglo después, llegando a los núcleos culturales con admiración y solidaridad, que invita a la lectura de su obra.

Después del retorno de España a la vida democrática, después de la oscura noche, como rezan los agudos críticos de la península, García Lorca retorna a su memoria al símbolo propio de los españoles de todas las condiciones. Quienes antes se incomodaban con sus logros, ahora, celebran la producción poética que alegra la vida. Lo interesante para nosotros, es la debida explicación del genio que nos llega de aporte, en la visión del especialista uruguayo que reside en Colombia desde hace unos años.

La presente obra sobre García Lorca, renueva el aire del “Romancero Gitano” y establece, de la mano de Fernando Chelle, un puente de evaluación y divulgación para las nuevas generaciones. Quienes quieran encontrar la lectura del poeta, debidamente fundamentada, bien pueden sentirse invitados con esta nueva obra. Solo resta desearle los mejores logros con la publicación del trabajo.

 


 

sábado, 10 de octubre de 2020

ALGO ASÍ COMO UN MISTERIO

 


El nuevo libro de Fernando Chelle, sobre la poesía de Federico García Lorca

 

Prólogo del libro “Algo así como un misterio”, de Fernando Chelle, obra que se publicará en el mes de noviembre de 2020, después de que la revista Vadenuevo publique el último artículo de una serie que el escritor uruguayo escribió sobre la poesía del poeta andaluz.

 

Por Jorge Meléndez Sánchez*

 

Fernando es un disciplinado escritor satisfecho de su estadía en Colombia, no solo por el prestigio que le sirve de presentación, sino también, por haber formado familia con Priscila y, en mucho, cultivar raíces frescas que le permiten dar turismo espiritual y seguir perteneciendo a la comunidad sin fronteras de la ciencia y el arte. Muchos estudiantes y lectores lo “distinguen” en Cúcuta como el poeta uruguayo, con el que intercambian cordialidad. Me uno a la gentileza de todos los avecindados en la frontera colombo venezolana y a todos los amigos que consideran saludable su presencia en eventos académicos y literarios.

La revista La Joven Parca, Literatura y Revelación, ha incluido en su edición del trimestre de agosto a octubre de 2020, unos poemas de Fernando Chelle, con un resumen de su producción como crítico y como poeta, destacando los siete idiomas en que lo han traducido. Respetable presentación en los medios divulgativos de la literatura colombiana. La actividad del director-editor de la revista, Jaime Gómez Nieto, ha cumplido una buena labor de presentación de los exponentes de la literatura nacional e internacional.

Otra persona que dedicó algún escrito de presentación de Fernando Chelle, fue el colega José Miguel Alzate, quien, desde su mirador en Manizales, extiende la mirada a los cuatro puntos cardinales del país, pero con centro en el entorno del nevado del Ruíz. Con su sapiencia adquirida en muchos años de lectura y escritura, ha dado la bienvenida al poeta. Con Alzate, me enteré por su presentación en el suplemento “Imágenes”, del diario La Opinión de Cúcuta. Últimamente, Alzate ha figurado como prolífico escritor por sus cuentos sobre un pueblo encantado, nombre literario a su natal Aránzazu, y para mí, muy especial, su presentación didáctica de una biografía de Gabriel García Márquez.

Como conjugando todo con mis temas garciamarquianos, leí en la Gaceta Histórica de la Academia de Historia del Norte de Santander, un ensayo selectivo sobre la cuentística macondiana de Gabo, y Chelle se me hace muy recorrido por las sabanas de la depresión momposina, donde empezó a ensayarse el concepto central de la obra “Cien años de soledad”. Esto quiere decir, que la temática de la cultura anfibia, lo ha compenetrado con la obra del Nobel y en esa anda. Yo retribuyo con mi memoria, la presencia de Eduardo Galeano, en los años del exilio, en las aulas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, como continuidad de las “Venas Abiertas de América Latina”, donde se mostraron elementos contestatarios de la América Latina tratados en otra dimensión por el observador caribeño.

Pero el asunto que deseo tratar hoy, es el estudio de Chelle sobre Federico García Lorca, “muerto legítimo del mundo, bastardo de España”, como lo dijera Jorge Pacheco Quintero en su elegía, en los días del crimen, y que ha sido la oportunidad para mostrar su capacidad analítica. El crítico idóneo muestra la vocación pedagógica para actualizar la valoración del “poeta más leído en lengua castellana”. Inicio la lectura y me remite, de inmediato, por enésima vez, a la obra de Gabo, sin proponérselo, solo por asuntos de imaginación asociativa.

Pareciera que Chelle hubiese llegado en el acompañamiento de la tribu de Melquiades en los días gloriosos de Macondo. Sus atuendos básicos y sus instrumentos de trabajo, venían en cuadernos que iban registrando los pasos de los andariegos, para encontrarles su gracia y su proyección. Buena labor, aparentemente periodística, decididamente conciliada con los esquemas de la construcción del concepto Macondo; una forma efectiva de llevar el idóneo aporte del compatriota Rodó, con sus lustres metafísicos estampados en la nostalgia colonial, para ser sometido a juicio en los hornos de la mitología.

En el desfile de los gitanos, ingresados a las calles polvorientas del mundo establecido por los desplazados de las tierras disecadas por los alisios ecuatoriales, forjó Chelle su devoción por la creación literaria, observante de los protocolos políticos objetivos que permiten desgranar el manifiesto universal que propuso Gabo. Los gitanos fueron puente y concordia por aquellos años de construcción y dejaron huella imborrable. Representaron el aporte de una tribu negada a la modernidad y dueña de lo indispensable, para actuar en la tierra sin entregar la dote de su cultura, la belleza de su estampa armoniosa en el canto y en la danza, cargados de nostalgias y pletóricos de vitalidad y encanto.

Cuando Macondo quedó en cenizas, la amargura no fue nostalgia sino promesa de construir lo propio. Empresa difícil, pero, al fin, nuestra. Y ahora, volviendo a mi tema de hoy, Fernando Chelle tiene la excusa de los gitanos para mostrarnos a Federico García Lorca, el poeta que encontró en los gitanos el acicate de su poesía y de su forma de proyectar la vida.

Sinceramente, no tengo mucho que agregar, porque ni estoy para debates, ni me siento animado a proponerlos. Quiero, eso sí, destacar que Chelle maneja muy bien la didáctica para hablarnos de las generaciones de poetas del 98 y del 27, como se conocen en España, los mejor logrados de la musa que antecedió la vida republicana. Ese país, que de ultramontano pasaba a establecer linderos políticos en momentos claves, frente al avance de envalentonados autoritarios del centro europeo y del Mediterráneo, pronto asustó con las posibilidades democráticas, desafiando tradición y miedo aumentado. La República española, fortalecida con una cosecha de pensadores de todas las tendencias, facilitó la condena de quienes veían amenazados antiguos privilegios conectados con el país de los anti democráticos, que ya no ganaba elecciones; un desorden fue la clasificación que denunciaron para señalar a los exaltados comunistas, todavía, marcados por el vanguardismo y la impronta que Stalin proponía.

La contienda tomó la polarización insuficiente por la vía electoral y, ante los hechos, desde el aeródromo de Jaca, en los Pirineos españoles, Francisco Franco desafió y venció a los soldados que permanecieron leales a la República. Bien se decía que la guerra civil española fue un símbolo de pasión y de resistencia, pues, a última hora, se peleó con civiles, resueltos a entregar la vida con más tinte de mártires que de héroes. Los pocos sobrevivientes de aquella horrible sangría, en la recepción del siglo XXI, me parecieron almas en pena por sus pecados de memoria, en la gesta que los dejó tendidos.

La guerra que narró André Malraux, como antropólogo y novelista, dejó la sensación de la indispensable autocrítica de los republicanos, que perdieron en medio de la multiplicación de mandos. También, recordaba el escritor las insuficiencias políticas con los extremismos enfrentados a creencias ancestrales donde la alteración de la tranquilidad escamotea los ánimos. Por si fuera poco, los historiadores destacan la batalla de Madrid, donde hasta los intelectuales cargaron carabina como corderos animados, y la batalla de Teruel, como la sangría espeluznante, ganada por quienes, desde la radicalizada derecha, contaban con “la neutralidad” de las empresas petroleras para los suministros oportunos; la confianza en la estrategia del combate, dependía más de adecuados abastecimientos que de argumentos y pasiones.

En los comienzos de la contienda civil española, cuando ya se mostraban los dientes los extremismos de toda Europa, la experiencia en Granada daba para mirar con nervios el desenlace en otras regiones. La voz de la guerra llegaba solapada con su camuflaje básico, que facilitaba la victimización selectiva. Ahí fue, cuando utilizando rumores, llegaron a ultimar al autor que de tanta armonía ganaba fama, consideraba el derecho ciudadano dentro de las libertades del arte y con mucho lustre personal; con el tiempo han dicho que el crimen vino de sus vecinos de la Casa de Alba, pero, nada distrae el cargo que de la intolerancia se desprendía, entre los desafiantes ultras de la tradición.

Con la muerte de García Lorca, la revuelta franquista, anunciaba su tétrico telón de fondo para los decenios siguientes. Nadie entendía aquel designio de las cavernas. Contrasta aquel recuerdo con la mención del poeta casi un siglo después, llegando a los núcleos culturales con admiración y solidaridad, que invita a la lectura de su obra.

Después del retorno de España a la vida democrática, después de la oscura noche, como rezan los agudos críticos de la península, García Lorca retorna a su memoria al símbolo propio de los españoles de todas las condiciones. Quienes antes se incomodaban con sus logros, ahora, celebran la producción poética que alegra la vida. Lo interesante para nosotros, es la debida explicación del genio que nos llega de aporte, en la visión del especialista uruguayo que reside en Colombia desde hace unos años.

La presente obra sobre García Lorca, renueva el aire del “Romancero Gitano” y establece, de la mano de Fernando Chelle, un puente de evaluación y divulgación para las nuevas generaciones. Quienes quieran encontrar la lectura del poeta, debidamente fundamentada, bien pueden sentirse invitados con esta nueva obra. Solo resta desearle los mejores logros con la publicación del trabajo.

 

 


 

*Jorge Meléndez Sánchez, nació en Ocaña (Colombia) el 31 de diciembre de 1945. Realizó estudios universitarios en la Universidad Nacional de Colombia, donde se recibió de Licenciado en Filosofía y Letras con especialización en Historia. También realizó estudios de posgrado en dicha universidad. Se desempeñó como profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Ha publicado cerca de cincuenta títulos desde 1979. 


Artículo publicado en la Revista digital Vadenuevo  https://new.vadenuevo.com.uy. Montevideo, Uruguay.  


domingo, 4 de octubre de 2020

A Fernando Chelle Pujolar

 Por Alfredo Saez Santos

Publicación original en Charadas



(Mercedes, Uruguay, 1976). Fernando Chelle: Autor de varios libros. Ha participado como ponente y conferencista en diversas universidades, encuentros de escritores y ferias del libro. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de más de treinta países. Parte de su obra ha sido traducida al alemán, al árabe, al catalán, al griego, al inglés, al italiano, al japonés y al portugués. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su obra ensayística, cuentística y poética. Reside en Colombia.



A Fernando Chelle Pujolar

 

Fernando su nombre

Chelle el apellido,

de Uruguay el hombre

poeta ya recibido.

Un cuento de “Flores Blancas”

se multiplica en la Babel,

párrafos sin trancas

vinos de roblesco tonel.

Al geronte lector

le conmueve la libido

y por engarce del amor

al efebo lo prohibido.

Olorosas imágenes

de bellezas fragantes

lúbricos vaivenes

con placer de los amantes.

“Flores Blancas” de Fernando

besan la noche de Eros

caminando y volando

Pegasos sin troperos.


Charo Saez